Carmen Castillo: Cambiar el mundo es más necesario que nunca
01/10/2010 - 09:45
Cineasta, mirista, historiadora y ciudadana del mundo, según su propia definición, la chilena Carmen Castillo cuenta una historia que forma parte de ella y que comienza un sábado 5 de octubre de 1974 cuando, embarazada, estuvo a punto de morir como su pareja, Miguel Enríquez, en un enfrentamiento armado con fuerzas de la DINA la policía secreta de la dictadura de Pinochet-.
Gravemente herida, pierde al hijo que esperaba y a su pareja muy cerca de la casa en la que vivían sita en la misma calle que da título a este documental que en el último Festival de Cannes fue aplaudido durante quince minutos. Salían los nombre de todos los muertos y desaparecidos y la gente aplaudía. Fue el reconocimiento a algo que estaba muy escondido, un reconocimiento a la resistencia, señala.
Emotivo y comprometido trabajo
Exiliada en Francia, donde vive desde hace 33 años, Castillo abrió el baúl de los recuerdos y, sin nostalgia, plasmó sus vivencias y las de muchos otros que siguieron el mismo camino revolucionario. Los recuerdos, reencuentros e imágenes que encontró de milagro tuvieron como resultado este emotivo y comprometido trabajo que elaboró en cinco años y que ha despertado interés en los muchos festivales que se ha proyectado. Amiga de Jorge Semprún, a quien ha tenido muy presente en la fabricación de Calle Santa Fe y de José Saramago, Castillo dice que con este recorrido por el Chile de hoy y el de ayer quiere emocionar. No he utilizado el cine como terapia, sino que he puesto en juego mi compromiso personal lo más sinceramente posible, aparcando el narcisismo y el terror a descubrirme. Los miembros del MIR no éramos héroes, sólo personas normales. Tomar el papel de viuda heroica no procedía, expone.
Castillo ha librado varias batallas la primera no suicidarse- y ahora vive alegre en compañía de sus muertos y con Chile en su día a día. Ha sido ese Chile invisible, el que no tiene nada, el que ha querido saber cómo era la vida de ese grupo de revolucionarios que perdieron. No hay que tener miedo al decir que fuimos derrotados y que hicimos cosas mal. Pero ¿cómo podemos hablar hoy de revolución cuando el terrorismo lo domina todo? Cambiar el mundo es más necesario que nunca, hay que volver a hacer política, que ha dejado de ser una cuestión de la sociedad
A Castillo le preocupa el desinterés de los jóvenes chilenos por la política, pero tiene esperanza en los hijos de los desaparecidos miristas, y ve en Evo Morales un camino para el mundo y subraya que condenar a Stalin o a Fidel Castro no se traduce en que la revolución rusa y cubana sea condenable.
Emotivo y comprometido trabajo
Exiliada en Francia, donde vive desde hace 33 años, Castillo abrió el baúl de los recuerdos y, sin nostalgia, plasmó sus vivencias y las de muchos otros que siguieron el mismo camino revolucionario. Los recuerdos, reencuentros e imágenes que encontró de milagro tuvieron como resultado este emotivo y comprometido trabajo que elaboró en cinco años y que ha despertado interés en los muchos festivales que se ha proyectado. Amiga de Jorge Semprún, a quien ha tenido muy presente en la fabricación de Calle Santa Fe y de José Saramago, Castillo dice que con este recorrido por el Chile de hoy y el de ayer quiere emocionar. No he utilizado el cine como terapia, sino que he puesto en juego mi compromiso personal lo más sinceramente posible, aparcando el narcisismo y el terror a descubrirme. Los miembros del MIR no éramos héroes, sólo personas normales. Tomar el papel de viuda heroica no procedía, expone.
Castillo ha librado varias batallas la primera no suicidarse- y ahora vive alegre en compañía de sus muertos y con Chile en su día a día. Ha sido ese Chile invisible, el que no tiene nada, el que ha querido saber cómo era la vida de ese grupo de revolucionarios que perdieron. No hay que tener miedo al decir que fuimos derrotados y que hicimos cosas mal. Pero ¿cómo podemos hablar hoy de revolución cuando el terrorismo lo domina todo? Cambiar el mundo es más necesario que nunca, hay que volver a hacer política, que ha dejado de ser una cuestión de la sociedad
A Castillo le preocupa el desinterés de los jóvenes chilenos por la política, pero tiene esperanza en los hijos de los desaparecidos miristas, y ve en Evo Morales un camino para el mundo y subraya que condenar a Stalin o a Fidel Castro no se traduce en que la revolución rusa y cubana sea condenable.