Casi 1.300 narradores pasaron por el Maraton de Cuentos

15/06/2014 - 20:24 Javier Pastrana Margüenda

Pasaban las cinco de la tarde del viernes cuando el alcalde, Antonio Román, subió al escenario instalado en el patio del Infantado. Traía bajo el brazo un cuento con intención, creado en el taller que se llevó a cabo en el marco del Programa de Sensibilización sobre la Discapacidad del propio Ayuntamiento. Una defensa de lo diferente, de lo único, titulado Como gotas de agua. Precisamente fueron eso, gotas de agua, lo que cayeron un par de horas antes del inicio oficial del Maratón. Fue quizás un último amago o una muestra de respeto hacia una cita que este año había tomado como inspiración la figura del agua. Agua en el que también se basaron los alumnos de la Escuela de Arte, narradores del segundo cuento de esta XXIII edición, para montar la escenografía que durante los dos días siguientes dio refugio a narradores de todo tipo, condición y nacionalidad, pues el carácter internacional es algo que ya esta impreso con fuego en el ADN de esta fiesta de la narración oral.
En total, se contarón 781 hhistorias
El balance final volvió a ser positivo. Fue, una vez más, el alma de esta cita, Blanca Calvo, la responsable de repasar las cifras de un fin de semana que tuvo más narradores de los habitual, pero menos narraciones. Como ella misma apunto, cada año pasando por el escenario del Maratón de Cuentos una media de 1.000 personas que regalan al público cerca de 800 historias. En esta ocasión, sin embargo, los narradores ascendieron a 1.293, mientras que los cuentos se quedaron en 781. “Habrán sido más largos”, bromeo Calvo, quien no quiso despedirse sin antes dar las gracias a tres colectivos fundamentales para la cita. El primero, “la ciudad entera”, ya que considera que el Maratón “es una suma de esfuerzos pequeños y grandes de todo el mundo”. Como ejemplo de ello citó a los miembros de la banda Músicos de Guadalajara, fieles a su cita con el acto de clausura desde que se celebró la primera edición. El segundo, los voluntarios, aunque “al final todo el mundo ayuda aunque no esté inscrito como voluntario”. Y buena prueba de ello fue el cierre del Maratón. En cuanto Calvo terminó de hablar, todos los asistentes empezaron a recoger sus sillas. Un minuto después, el patio del Infantado estaba despejado. Y el tercer y último colectivo al que quiso rendir homenaje en esta XXIII edición fue al propio equipo de organización, un grupo “maravilloso” e “inasequible al desaliento” que cada año tiene que hacer frente a las “tensiones” que supone sacar adelante una cita de estas características. “Sabemos que esta actividad depende, en gran medida, de nosotros y la hacemos con muchísimo cariño”.