Castejón de Luzaga estrena un espacio para bodas y celebraciones, sostenible y creando más empleo
El complejo turístico Castejón de Luzaga ha ampliado sus instalaciones. 25 años después de la apertura del hotel y una década después de la puesta en marcha de los tres apartamentos, incorpora un nuevo espacio para bodas y celebraciones con una capacidad de 150 personas. Este nuevo proyecto, ubicado en una zona afectada por la despoblación, supone una apuesta firme y decidida por el desarrollo rural y por la creación de riqueza y vida en los pueblos. Su apertura generará dos nuevos puestos de trabajo fijos en la localidad, que supone un incremento del 20 por ciento de la población activa de Luzaga; el alojamiento de más de 100 personas, supondrá una ocupación del 100 por cien de los establecimientos turísticos existentes en un radio de 20 kilómetros, con su consiguiente repercusión en bares y tiendas; y tendrá un gran impacto a la hora de dar a conocer la comarca.
Castejón de Luzaga cambia un poco su rumbo, pero mantiene su esencia: seguirá siendo un negocio familiar que tiene como principal objetivo dar vida a la España vaciada.
En este día especial, los anfitriones, María Jesús García y José Luis Ros, estuvieron acompañados por un gran número de amigos, empresarios, clientes y proveedores que han participado en la construcción de esta nueva zona, así como de representantes institucionales. Hasta Luzaga se desplazaron en la tarde del sábado la subdelegada del Gobierno en Guadalajara, Mercedes Gómez; el presidente de la Diputación, José Luis Vega; el delegado provincial de Agricultura, Santos López; el gerente del Consorcio de la Ciudad de Cuenca, Mariano Teruel; alcaldes de la zona; así como el presidente de Nueva Alcarria, Miguel Bernal. Este sencillo acto, que resultó muy emotivo, contó también con la bendición del que fuera párroco de la localidad, Alberto Ortego, amigo de la familia, junto al ac tual sacerdote, Paweł Majewski. Y por supuesto, con ellos estuvieron también sus hijos, que forman parte de este gran proyecto.
La inauguración de este nuevo espacio de bodas y celebraciones fue una excusa por parte de los anfitriones para reunir a gran parte de las personas que, durante estos 25 años, han ayudado a que el Castejón de Luzaga “se mantenga vivo y genere empleo y vivencias en un entorno en el que el desarrollo de la actividad económica y la generación de recursos es muy complicado”. Así empezaban la intervención de Alejandro Rodríguez, hijo de María Jesús, para recordar cómo ha sido este primer cuarto de siglo de vida de este complejo turístico que es un referente en Luzaga y en la zona.
Rodríguez relató cómo, hace 25 años, María Jesús y José Luis, animados por el boom del turismo rural y la pasión de José Luis por la cocina decidieron construir un pequeño hotel. Diez años después dieron un paso más y levantaron tres apartamentos turísticos y un spa. “El turismo rural no es un negocio en el que hay que pensar en el EBITDA, los ratios de rentabilidad o los beneficios, sino en la satisfacción de despedir un domingo a los clientes que vuelven a casa contentos y agradecidos; la satisfacción de ver cómo cada año repiten los mismos clientes que terminan siendo amigos; y la satisfacción de generar empleo y actividad en una zona cada vez más despoblada”, decía.
Hace dos años, tras la pandemia y el aumento de la petición de fincas de bodas, María Jesús y José Luis, junto a sus hijos, decidieron embarcarse en la construcción de un nuevo espacio para bodas y celebraciones con una capacidad de 150 personas. Tienen claro que el crecimiento empresarial de la zona tiene que ser sostenido, de ahí que hayan limitado la capacidad de la instalación, pero también quieren respetar uno de los grandes activos: la tranquilidad.
Bajo estas premisas y con la base de un gran amor por la tierra el Castejón de Luzaga se ha convertido en un gran complejo turístico, con hotel, restaurante, apartamentos rurales y espacio para bodas y celebraciones, en el que se mezclan la tradición y la modernidad y un deseo, que todo el que esté en él se sienta como en su propia casa.
Este proyecto empresarial ha contado también con el apoyo de los fondos y ayudas europeas gestionadas a través del Grupo de Desarrollo Rural Molina-Alto Tajo. “Gracias a estas ayudas se mantienen vivas estas zonas para que todo el mundo las pueda disfrutar. A todos nos gusta huir de las grandes ciudades en busca de la tranquilidad del mundo rural, pero para que este mundo exista es necesario contar con pequeñas empresas que trabajan muy duro durante todo el año, organismos públicos que mejoran carreteras y comunicaciones en las zonas más remotas y alcaldes que dedican su tiempo de forma altruista a desempeñar una función tan importante”, precisaba Alejandro Rodríguez.
Gracias fue una de las palabras más repetidas durante esta inauguración. En primer lugar pronunciada por la anfitriona, María Jesús García, que agradeció a todas las personas que han hecho posible este nuevo espacio y especialmente a su familia y a sus hijos; y también a Gerardo Oter, por su amistad y asesoramiento.
La subdelegada del Gobierno también agradeció esta iniciativa y el apoyo de todos los asistentes. Mercedes Gómez advirtió que es necesario que existan espacios como Castejón de Luzaga para que las personas que viven en la ciudad puedan disfrutar de un entorno de naturaleza. Asimismo destacó la importancia de la seguridad en esta localidad, ya que fue el primer pueblo que instaló cámaras de vigilancia con el apoyo del Gobierno central.
El presidente de Diputación, José Luis Vega, dio las gracias a María Jesús y José Luis, también en su papel de alcalde de Luzaga, “por emprender un negocio en un entorno rural”, y no solo eso, sino por apostar por un desarrollo sostenible. “En las zonas rurales hay vida, hay gente muy competente y necesita el apoyo de todos los ciudadanos. Las administraciones podemos poner nuestro granito, pero tenemos que remar entre todos para que iniciativas como esta haga que los pueblos se mantengan”.
Tras el acto de inauguración, todos los asistentes pudieron compartir y disfrutar de un vino y un catering, durante el que el influencer Víctor Sanchego dio buena muestra de su saber sobre jamones y de su arte cortándolos.