Cero energético


La semana pasada nos convertimos durante varias horas en la vergüenza de Europa al ver como casi 49 millones de personas se quedaban a oscuras por culpa del denominado cero eléctrico, una situación por la cual la red eléctrica de una zona geográfica se apaga por completo, dejando sin suministro a todo el mundo.

Esta interrupción total de electricidad achacada inicialmente a un sabotaje, es tan solo achacable a nuestra propia incapacidad para afrontar nuestras propias decisiones. Por supuesto que es más interesante y provechoso que el 100% de nuestro mix energético tenga su origen en las renovables, pero su propia naturaleza provoca que en ciertas circunstancias no sea posible generarlas.

Un panel solar no funciona sin sol y un aerogenerador no funciona sin viento, por lo que debe haber fuentes energéticas que en caso de no producir renovables, sean capaces de dar respaldo al sistema. En primer lugar, la hidráulica, pero también es necesario tirar de las centrales de ciclo combinado e incluso de las centrales nucleares. Tanto por su inercia como su disponibilidad. Enhorabuena por el tiempo que les toca vivir, con dos sobremesas ya se pueden considerar expertos en sistemas eléctricos o Vaticanólogos de alto topete. El espíritu del español medio está poseído por un seleccionador de fútbol y por un ministro de Economía. 

 Más allá de la posibilidad de pensar en un posible sabotaje en los momentos iniciales de penumbra, hay que rescatar la hemeroteca y pensar que solo con energías renovables es posible que recibamos el blackout prometido. Desde mi cabeza desinformada me cuesta creer que se hayan evaporado de golpe 15 GW de potencia en España (menuda nube gorda), pero sí hay certeza en el sueldo de Beatriz Corredor, el cual asciende a 540.000 euros anuales.

Se puede exigir al político de turno, que cobra en un día lo mismo que un currito en todo un mes, que al menos pueda dar la cara y dar explicaciones con un mínimo de certeza y seguridad para tranquilizar a una población que recuperó velas y transistores sin saber lo que estaba pasando más allá de un susurro luso: os espahhóis são inúteis.

Hay una regla empírica filosófica, denominado principio de Hanlon que, aún basada en la navaja de Occam, indica con acierto que no se debe atribuir a la maldad lo que se explica adecuadamente por la estupidez. Aquí no hay que buscar sesudos enemigos del Estado, sino tan solo reflexionar por nosotros mismos sobre lo que hemos aprobado en nuestra casa. No hay nada más adulto que responsabilizarse de las propias decisiones, pero si no hay nadie capaz de pedir disculpas o hacer propósito de enmienda, lo mejor que debería hacer es irse a su casa por incapacidad manifiesta.

Cierto es que Red Eléctrica Española es una empresa privada, pero con un 20% de titularidad pública a través de la SEPI, la cual cotiza en bolsa y que debe regirse por principios técnicos. Poniendo el ejemplo, a lo mejor una carretera tiene más tirón electoral en un sitio específico, pero si el ingeniero dice que no se puede hacer, se le debería hacer caso aunque solo sea por humildad.

Otros países apostaron por las nucleares en los años 70 como Francia (con 399 GW hora de producción) mientras que Alemania ha querido prescindir de ellas. Ni tanto ni tan calvo. Si se llenara Cuenca de placas fotovoltaicas, se podría abastecer a todo el país, pero aunque España tiene 300 días de sol al año (+2500 horas anuales), hay que tener un plan B por si el cielo está encapotado. Solo hay que ver este invierno donde no nos cabe más agua en nuestro país.

De todas formas, y para la reflexión colectiva, al Gobierno (este, el otro o el de más allá) solo se le pide que los servicios públicos funcionen debidamente y en las últimas fechas, hay una enorme degradación de lo básico con un terrible aumento impositivo. Esto no es fruto de la inteligencia artificial, sino de nuestra estupidez orgánica. Suspenso hasta en religión.