Ciencia política
Los mismos partidos son clases, élites selectas.
Todavía hay muchas resistencias a admitir que la observación de la vida política pueda ser elevada a la categoría de ciencia social. Igualmente, muchos creen que dicha experiencia sea capaz de generar u obedecer a principios universales, argumentaciones lógicas o a teorías científicas cuyas reglas se cumplan. Mucho menos que se puedan hacer previsiones o anticipaciones de la conducta humana por el factor de masas que conlleva. Porque, en el fondo es eso, la ciencia política es una ciencia de la conducta al lado de la psicología o de la pedagogía. Por otra parte, los que se dicen entendidos, los intelectuales o especialistas en dicho campo, no son el mejor ejemplo de prácticas y ensayos de partidos políticos. Un economista no tiene por qué fundar una empresa con éxito. De la misma manera, un profesor de ciencia política no tiene por qué fundar un partido ganador. Los partidos obedecen a intereses no ha reglas científicas.
Los que nos dedicamos a esto, a hacer o exigir racionalidad y coherencia a los políticos profesionales, seguimos la dirección contraria. Observada la conducta de ellos, confrontamos o evaluamos su quehacer con las normas de la moral o con los mandatos de la conciencia y encontramos una serie de contradicciones, de incoherencias que son como patologías y desarreglos a corregir. No somos cirujanos de la sociedad pero sí creadores y educadores de la ciudadanía moral. Tampoco somos profetas. Verificamos y validamos conductas no imponemos ideología a priori. En democracia parece que no existe el nivel normativo.
Una de las dificultades con que se encuentra el análisis político de nuestro tiempo es, por una parte, la gran diferencia entre teoría y práctica y, por otra, la falta de argumentación pues parece que, en democracia, no hay razones, no hay argumentos, sino sólo demostraciones de poder fáctico. El poder es la única razón para algunos. Es la separación entre la teoría normativa y la teoría experimental. El mundo actual no se puede librar de una teoría de las “élites liberales”. Los mismos partidos son clases, élites selectas. Paradójicamente, en democracia todo se discute, hay un exceso de lucha por las ideas. Tenemos que pasar de la discusión a la demostración. Se corre el peligro de aceptar algo que no identificamos o de rechazar algo que no sabemos o que no queremos. La solución de Giovanni Sartori (13 mayo 1924- 3 abril 2017) consiste en profundizar estos cuatro conceptos: democracia etimológica, el concepto de poder, la estructura de sociedad de masas y la famosa fórmula Lincoln, consistente en poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.