Como agua de mayo

16/05/2021 - 11:13 Pedro Villaverde Martínez

  De este mes de mayo del que tanto se ha dicho por escritores, poetas y literatos nos acordamos en esta  bastante dura situación en la que andamos metidos.

Cuando éramos pequeños solíamos cantar aquello de “agua de mayo críame este pelo y ya que me lo crías, críamelo bueno”. Nos viene también a la memoria aquello otro, cuando estudiábamos Literatura, del Romance del cautivo: “que por mayo era por mayo cuando la calor calienta, canta la calandria y responde el ruiseñor”…preciosa composición poética cantando a la naturaleza y al privado de libertad…pero no es literatura lo que ahora queremos reflejar en esta breve columna. Este mayo nos viene cuajado de preocupaciones si miramos a la situación en que nos encontramos con otra relajación de costumbres en medio de una pandemia que mantiene demasiadas personas en los hospitales y un elevado número de contagios e incidencia acumulada. El estado de alarma ha decaído, creemos que antes de tiempo, y tal vez, aunque no lo queramos,  nos traiga otra nueva ola y un verano complicado cuando parecía que podríamos haber tenido a nuestro alcance otro escenario.  Sí, ya sabemos aquello de “a lo más oscuro amanece Dios”, pero lo que vivimos ha creado ya  cansancio psicológico a casi todos y consecuencias económicas a demasiados. 

  De este mes de mayo del que tanto se ha dicho por escritores, poetas y literatos nos acordamos en esta  bastante dura situación en la que andamos metidos. Parece que se ven algunos brotes de mejoría y estalla la irresponsabilidad en las calles con fiestas y alegrías que vaticinan una resaca mayor. Todos tenemos que asumir la responsabilidad de haber llegado a esta situación, aunque mayor culpa tienen los políticos que deberían pensar en las mejores soluciones,culpables por no crear ese marco jurídico preciso que permita hoy aplicar restricciones. Cualquiera opina y está en su derecho, pero el paisaje no pinta bonito y solo queda agarrarnos a la vacunación. Esperemos que los políticos sepan estar a la altura que necesitamos, pues el pueblo seguro que sabrá estar y sin duda es más que urgente...necesario. Y nos quedamos hoy con la cita aquella de que el pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas. De esperanza ya hemos hablado en otras ocasiones porque es algo que debe acompañarnos. Esperemos que la suerte nos sea propicia sin olvidar que depende de nosotros.