Compañeros y amigos recuerdan al Leguineche periodista

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Aunque menos multitudinario que en la edición anterior, Manu Leguineche volvió a estar presente en el segundo homenaje que recibió por parte de la ciudad de Guadalajara. El controvertido Fernando Sánchez Dragó se encargó de poner la nota ácida a la noche.
A pesar de su más que evidente escasez de espacio, nuevamente fue el salón de actos del Conservatorio de Música el lugar escogido para desarrollar la segunda noche consecutiva de homenaje a Manu Leguineche bajo el título Guadalajara tiene quien le escriba, un ciclo en tres actos organizado por la Fundación Siglo Futuro, la Diputación provincial de Guadalajara y la Universidad de Alcalá de Henares que concluirá en la tarde de hoy viernes con la proyección de un documental sobre su vida, nuevas intervenciones de compañeros y amigos y la presentación del libro Guadalajara tiene quien le escriba. Homenaje a Manu Leguineche, que regalará la Diputación a todos los asistentes a esta última cita con el escritor.
Con la presencia del querido escritor, que llegó a la sala alzando su sombrero y saludando al personal con una gran sonrisa, Felipe Sahagún, Enrique Meneses, Gervasio Sánchez, Javier Arenas y Fernando Sánchez Dragó fueron los encargados de hablar sobre el Manu periodista, aquella profesión que desempeñó durante más de 40 años con el reconocimiento de propios y extraños. Junto a ellos, moderando, aunque también participando activamente, Antonio Pérez Henares Chani, quien se encargó de presentar y dar paso a los invitados en esta mesa redonda de lujo. Entre las anécdotas de la noche, un Sánchez Dragó que haciendo honor a su actitud controvertida, justificó el consumo de una copa de whisky, eso sí, rebajada con agua, “para perder su miedo a hablar ante el público”, comentario que desató las risas de los presentes, compañeros de mesa y del propio Leguineche, que volvió a disfrutar un día más de los piropos personales y profesionales que le brindaron antes que compañeros, grandes amigos. Tampoco faltó el reproche generalizado de su poca generosidad ante una partida de mus, juego al que tiene dedicado dos de sus libros. Reproches en definitiva sin importancia a una persona necesaria en estos tiempos de trincheras.