Dávalos, la vuelta a los grandes clásicos de la pintura

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Los clásicos de la pintura española retornan con más fuerza que nunca a la galería superior de la Biblioteca Provincial de Guadalajara de la mano de Ricardo Sánchez-Pardo Roldán, nombre que quedará para siempre grabado en la memoria de los artistas que una vez estuvieron al frente de la sala de dibujo de la Real Fábrica de Tapices de Madrid.
No será de esta habilidad profesional sino del fruto de sus ratos libres la colección de óleos, dibujos y acuarelas que se expone desde ayer y hasta el próximo 30 de mayo en el Palacio de Dávalos. Todas ellas responden a una descomunal habilidad para el dibujo que ha venido desempeñando desde muy niño, desde que tan sólo tuviera 5 años, y que ha ido cultivando hasta nuestros días.

El gusto por los pintores clásicos, como Goya o Velázquez, queda patente en las fieles reproducciones que cuelgan en las paredes, sólo “rivalizados” por otra de sus grandes pasiones, su familia, a la que retrata en repetidas ocasiones a lo largo de la exposición. Junto a ellos, sus últimas joyas, los cuadros de los cuatro Evangelistas que decorarán en muy poco tiempo la iglesia del municipio de Archilla.
Emocionado se muestra cada vez que recuerda su paso por la Real Fábrica de Tapices de Madrid. No es para menos, si tenemos en cuenta que ha pasado medio siglo al servicio de esta institución, los últimos diez años como jefe del departamento del cuarto de dibujo. Desde que empezara en la emblemática institución siendo “un chiquillo de 14 años y pantalón corto”, por sus manos han pasado miles de trabajos, entre los que recuerda con gran cariño y orgullo la alfombra que preside la capilla del Palacio Real o el tapiz que corona la escalera principal con el escudo de su Majestad el Rey.
Lejos de tomarse un merecido descanso tras su jubilación, se encuentran entre sus planes de futuro seguir pintando. De hecho, confiesa que el último cuadro que tiene en el caballete es el de la Venus del espejo, al que le seguirán otros cuadros de gran factura como Las Hilanderas o La Fragua de Vulcano… cuadros que volverá a reproducir una vez más para su familia y su querida Guadalajara, una tierra que le ha aportado una gran felicidad desde que hace poco más de 20 años se trasladara desde Madrid. De su vida en El Clavín se muestra orgulloso pero sobre todo afortunado por haber formado una auténtica familia con sus amistades, algo que “no tiene precio”.