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Demasiados políticos
Los jóvenes de hoy sólo creen en la protesta callejera como ‘vía’ de manifestación, en la utopía que alimenta la rebelión.Otros juegan con su entusiasmo y fervor revolucionario.
Existen demasiados políticos y demasiada política pero poca democracia. Un periódico alemán se queja e informa de que los políticos viajan demasiado y reflexionan muy poco. No tienen tiempo para la política. Se rodean de muchos asesores y tienen más colaboradores que nunca. No se conforman con los técnicos que la Administración del Estado pone a su servicio y disposición. Tienen que nombrar a muchas personas de confianza. Estas son las verdaderas entrañas ocultas de la política de los partidos de las que nadie escribe o habla. ¿Tengo que hacerlo yo que soy un simple ciudadano ajeno a todos esos intereses y que soy un castellano antiguo? Pero me afecta pues emplean o gastan el dinero de los demás, el dinero de los pobres.
Los medios de comunicación y los rápidos medios de transporte hacen posible que los políticos estén en todas partes. Sin embargo, el día tiene las mismas horas y son las mismas que para los demás. Su cuerpo, su capacidad y resistencia son las mismas que los demás. Y después están las visitas, las recepciones, las conversaciones. ¿Dónde está el tiempo dedicado al estudio de las cuestiones y a la reflexión de los problemas? ¿De dónde sacan las ideas? ¿Quién les hace y redacta los discursos? Aparecen y aparentan demasiado. No son reales, no son auténticos servidores sino sólo figurantes o representantes de una comedia. Con el dinero que manejan y con los recursos de que disponen, cualquiera puede ser político.
He aquí la gran decepción. Esperábamos la democracia y llegaron los partidos políticos. Esperábamos la información veraz y llegaron los grandes medios de comunicación. Esperábamos la economía y llegaron las grandes empresas y grupos de presión. Esta es la gran frustración. A los jóvenes de hoy les falta decepción pues sólo creen en las promesas, en la propaganda, en la manipulación interesada, en la protesta callejera como “vía” de manifestación, en la utopía que alimenta la rebelión. Mientras esto suceda otros juegan con su entusiasmo y fervor revolucionario. ¿Dónde está la labor callada de los profesionales, dónde queda la aportación silenciosa de los servidores de la comunidad que elaboran planes, prestan servicios o realizan intervenciones a favor de los demás? Y sin embargo, sólo vemos el rostro y oímos el ruido de la revolución.
Porque todo lo que no sea democracia y compromiso con el bien general o común, es revolución. Primero desobediencia, luego devaluación de la ley para pedir su terminación y comienzo de la revolución.¿Nos hemos preguntado cuánto hay de ideal y de valores en nuestras vidas, en nuestros esfuerzos y cuánto hay de cálculo o intereses burdos y rastreros que terminan todos cuando se alcanza el dinero? Hay mucho político por habitante, mucha palabrería por silencio. Hay exceso de inflación de políticos a lo que hay que añadir políticos inflados que hacemos los ciudadanos.