Desarrollar el pensamiento crítico, causa nacional
La frase que da título a este artículo no es mía, sino de Gérald Bronner, filósofo y sociólogo francés, quien ha publicado recientemente el libro “Apocalipsis cognitivo”. Según Bronner, quienes producen la información y la publicidad tratan de acaparar la atención de nuestro cerebro y, al mismo tiempo, de apoderarse de nuestro tiempo libre. Por ello, fomentar la capacidad de pensar, de reflexionar, es hoy una necesidad urgente, de tal modo que “desarrollar el pensamiento crítico – afirma – debe ser una causa nacional”.
Hace referencia Gérald Bronner al poderoso influjo que hoy tienen las redes sociales, las cuales están haciendo que individuos que viven físicamente cerca unos de otros, sin embargo, vivan en mundos muy distintos. Y ello por obra y gracia de internet y de las “fake news” (falsas noticias). Es muy cierto que desde una red social cualquiera puede difundir un criterio que sea contrario a la verdad y a la opinión del más acreditado científico.
Nadie pone en duda el prestigio de Gérald Bronner. Una buena prueba la constituye el hecho de que el presidente de Francia, Macron, le encomendó la tarea de evaluar el impacto de la actual revolución digital en la sociedad francesa. Los resultados de dicha evaluación fueron presentados el pasado año, acompañados de treinta recomendaciones que buscaban disminuir la acción negativa de las “fake news”, muy particularmente en los países democráticos. Una de esas recomendaciones ponía de manifiesto que la mejor ayuda para luchar contra las noticias falsas y contra la postverdad era enseñar a pensar, a razonar y a desarrollar el pensamiento crítico.
Es preciso no olvidar que las “fake news” tienen clavadas sus raíces en el actual relativismo, es decir, en la concepción relativista de la verdad. Según esta concepción, no existen verdades absolutas, sino que todas las verdades son relativas. La verdad depende, según el relativismo, de las circunstancias en que se ha formulado. Si las circunstancias cambian, la verdad también cambia. Esto se ha llevado incluso al ámbito religioso y moral, por lo que verdades que tradicionalmente fueron consideradas como tales, en nuestros días se niegan o se ponen en duda. Por tanto, la verdad no posee ningún valor. Una tesis que está trayendo peligrosas consecuencias.
Ante estas peligrosas consecuencias ya surgieron en el mundo las primeras reacciones. Así, en el Estado de Singapur fue creado el Consejo de Alfabetización Mediática, el cual está orientado hacia los jóvenes que usan internet, para informarles sobre las falsas noticias y también para habituarles a desarrollar un pensamiento crítico. La acción de este Consejo de Alfabetización llegó a todos los centros docentes de Singapur, con lo cual se está educando a niños y jóvenes para que aprendan a desenmascarar las mentiras que les llegan a través de los diferentes canales de información. Una medida que deberían seguir los países que se consideran democráticos.
No es ningún secreto decir que actualmente en España se lee muy poco. Por no leer, no se lee ni el periódico. Esto trae consigo una pésima consecuencia: al no leer, y al no reflexionar sobre lo leído, no se adquiere ni se fomenta el hábito de pensar. Y, evidentemente, de este modo no se puede desarrollar el pensamiento crítico. El problema está siendo grave.
Sobre lo anterior es oportuno recordar unas palabras pronunciadas por ese gran escritor y pensador español que fue José Luis Sampedro (1917-2013), quien dijo: “La opinión pública no es el resultado del pensamiento reflexivo de la gente. Y esto pasa por dos razones. La primera, porque no estamos educados para pensar. No hay pensamiento crítico. La gente no piensa, no razona, no hace un análisis…La segunda razón es porque el poder existente, que hoy es el poder económico, domina los medios de información e inculca en la gente las ideas de esos medios. La gente hoy juzga por lo que ve en televisión”. José Luis Sampedro supo poner el dedo en la llaga: la gente actúa en función de lo que le inculcan los medios de comunicación, principalmente la televisión.
Urge, pues, una actuación pedagógica, al igual que la realizada en Singapur, que enseñe a reflexionar y a tener un pensamiento crítico sobre toda la información que nos transmitan. Aquí estaría el principio del fin de las “fake news”. Y aquí estaría, sin duda, el final del daño que vienen causando a las democracias esas personas que carecen de criterios propios, y que no saben valorar ni medir las consecuencias que tendrá el voto que depositan en las urnas.