Díaz y Sánchez


Una de las cosas más bonitas que tiene Guadalajara es el Maratón de los Cuentos que hace pocas fechas celebró su XXXIV edición en el Palacio del Infantado. Este acontecimiento,  motivo de orgullo caracense, empieza a tener una agenda alternativa entre los narradores, escritores y cuentistas de nuestra provincia que, en paralelo a la escaleta oficial, hacemos escrutinio, crítica y análisis de todo aquello que pasa en nuestro entorno. Entre fermentado y destilado (se dice la mancha pero nunca los penitentes), todos estábamos de acuerdo que este año los protagonistas de la sociedad tienen el mismo nombre de pila que coincide con el título del recién renovado Papa, sobre el cual se centra toda la actualidad. Bienvenidos a una historia sobre los Pedro que nos rigen hoy en día. 

    Pedro Antonio Díaz, baterista del grupo musical Los Secretos y fallecido en 1984 por accidente de tráfico en nuestra ínclita “cuesta del toro”, da nombre al auditorio municipal que corona el Parque Lineal del Barranco del Alamín. Dicha instalación, habilitada hace pocas estaciones, ha supuesto el mismo impacto en el ocio estival de Guadalajara que agitación para la vida cotidiana de los vecinos de la zona. La algazara y jerigonza de este emplazamiento al aire libre colude frontalmente con los derechos de los moradores al descanso que han visto en la holganza ajena un auténtico suplicio residencial. Como ocurre con el nuevo Santiago Bernabeu, la idea es magnífica pero la ejecución cuestionable ya que la penosa acústica y amplios horarios, van a suponer un conflicto de difícil solución entre las partes que al final se repercutirá en las arcas públicas ya sea por lucro cesante o por reclamación patrimonial. Parafraseando las letras de Enrique Urquijo, premonitorias de esta brecha orográfica en el centro de nuestra Guada City: “Por la calle del olvido, vagan tu sombra y la mía, cada una en una acera, por las cosas de la vida”. Faltan muchos capítulos en esta historia, a mitad de camino procesal entre Mirador del Balconcillo y la Plaza Mayor. Abejas contra avispas. Zumbidos versus picotazos.

    Y hablando de sombras, picores y vergüenzas...el otro Pietro de la ecuación, es el cuarto miembro del Clan del Peugeot, Sánchez Castejón, actual futuro ex-presidente del Gobierno de España, ya sea por dimisión inminente o por resolución judicial posterior, tiene de rehén a todo el país y a todo su partido, fruto de su propia (ir)responsabilidad política o penal. Las conclusiones de todo este espectáculo lúbrico de la corrupción (meretrices aparte) de los Koldo, Abalos y Cerdán (por ahora) es que este Pedro tiene imputada a media mesa del comedor de su próxima cena de Navidad y por el otro lado a casi todo aquel que ha tenido su confianza en el partido o en el gobierno. Ya sea in eligendo, in vigilando o in custodiando, el marido de Begoña no puede mirar para otro lado o echar la culpa a otros cuando la obligación es propia. La metástasis viene de tu propio organismo y no estamos boyantes ni en lo social ni en lo económico para perder el tiempo ante los retos que nos depara el futuro. Ni la UCO, ni los jueces, ni los periodistas, ni tanta gente que tan solo quiere hacer su trabajo, son partícipes de la podredumbre que ha generado este sátrapa con ínfulas marchitas. “He muerto y he resucitado, de mis cenizas, un árbol he plantado”. El manual de resistencia de Pedro Sánchez, no tendrá terceras partes y si un cuestionamiento al pucherazo de su segunda edición.   

    Y por último, en este delirio etílico y vasodilatador que da el legado de Blanca Calvo, en su corriente tunante y paralela al programa autorizado, y en medio de un nuevo conflicto en Oriente Medio donde Israel e Irán están llenando el cielo de luces y el suelo de cadáveres, junto con un Trump que ha esnifado poder y aranceles a la sombra de un horadante Putin en su patio trasero (Ucrania), solo vemos cómo se acerca el desenlace bélico fatal en el cual no nos tiraremos bombas, sino nos golpearemos con piedras y palos. Ahí nuestro líder será el carismático Pedro Picapiedra, que tendrá más experiencia que nadie en el bello arte del canto rodado. “Y mientras en la calle está lloviendo, una tormenta hay en mi corazón. Dame otro vaso, aún estoy sereno. Quiero beber hasta perder el control”.