Diputación destina 140.000 euros a mantener los comercios del medio rural

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: J. PASTRANA. GUADALAJARA
La segunda edición de estas ayudas también incluirán a panaderías y bollerías
El año pasado la Diputación provincial estrenó una línea de ayudas destinada a mantener la estructura comercial en los pueblos más pequeños de la provincia. Bares y comercios situados en localidades con menos de 250 habitantes podían acogerse a estas ayudas. Aunque se trataba de una primera experiencia, los resultados fueron tan positivos que han decidido volver a ofrecer esta línea de subvenciones.
Si en el año 2008 el presupuesto inicial era de 70.000 euros, en esta ocasión se ha incrementado hasta los 140.000 ya que, además, se ha ampliado el número de negocios que pueden beneficiarse de ella al incluir las actividades económicas relacionadas con la panadería, pastelería y derivados.
“Este es el segundo año que sacamos estas ayudas después de que en 2008 obtuviésemos unos resultados excelentes”, aseguró la diputada responsable de Promoción Económica, Covadonga Pastrana. Según indicó, las cifras cosechadas tanto en número de solicitudes entregadas como aceptadas avalan esta percepción positiva. En total se registraron 178 peticiones de comercios interesados en recibir la ayuda. De ellas, 152 recibieron el visto bueno de la Diputación provincial, mientras que otras 26 tuvieron que ser desestimadas por diversas razones. Tanto en aquella ocasión como en el presente, el importe de las subvenciones osciló entre los 1.200 y los 480 euros. Entre todas, el dinero destinado por la Diputación al mantenimiento de la estructura comercial en le medio rural llegó hasta más de un centenar de municipios de la provincia.

La cantidad que finalmente recibe cada municipio depende, según explicó la propia diputada, del número de establecimientos que se encuentren en ella. “En una localidad en la que sólo existe un comercio o un bar es porque el número de vecinos o de visitantes no hace interesante mantener abierta esta actividad”. Por eso se considera que la cantidad entregada a ellos debe ser superior a la que obtienen los ubicados en municipios con más establecimientos. “Si en un sitio con menos de 250 habitantes hay más negocios abiertos será porque la actividad económica es más atractiva y por eso necesita menos ayuda”.

Otra de las características de la anterior convocatoria de ayudas fue que sus beneficiarios fueron mayoritariamente los propietarios de bares. Tal y como señaló la diputada, de las 153 solicitudes aceptadas un 73 por ciento correspondía a bares. El 37 por ciento restante pertenecían a ultramarinos. “Hay que tener en cuenta que los bares también son puntos de encuentro en los pueblos, ya que en muchos de nuestros municipios representa el lugar de encuentro y reunión entre los vecinos”, declaró Pastrana, “por lo que también podemos decir que realizan una labor social”.

Panaderías y bollerías
Una de las novedades que presenta la convocatoria de este año respecto a la del anterior es que amplía el número de negocios que pueden solicitar la ayuda. “Se han introducido dos nuevos epígrafes, relacionados con las actividades de panadería, pastelería y derivados, al objeto de que las ayudas puedan llegar a un mayor número de personas”.

En concreto, esto se especifica en el epígrafe 644, en el que se indica que entre los beneficiarios se encuentran los “comercios al por menor de pan, pastelería, confitería y similares, y de leche y productos lácteos”. El 419 lo completa al incluir también las “industrias del pan, bollerías, pastelería y galletas”.

Al margen de estas nuevas incorporaciones, se consideran subvencionables “las actividades comerciales tradicionales con despacho directo al público”. Esto incluye el comercio al por menor de cualquier clase de productos alimenticios y de bebidas en: establecimientos con vendedor, autoservicio o mixto. También se incluyen los cafés y bares.

Desde la Diputación se han fijado una serie de requisitos a la hora de conceder estas ayudas. Uno de los primeros es que los negocios solicitantes se encuentren instalados en localidades con menos de 250 habitantes. También es necesario que la actividad comercial se realice en horario de mañana y tarde y que el solicitante ya la realizara con anterioridad a la fecha de publicación de la convocatoria. En tercer lugar, se comprobará que se encuentre al corriente en sus obligaciones tributarias, con la Seguridad Social y con la propia Diputación. Por último, hay que estar dado de alta en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos con anterioridad a la fecha de publicación de la convocatoria en un núcleo de población con no más de 250 habitantes.

Las solicitudes podrán presentarse hasta el próximo día 4 de junio en el Registro General de la propia Diputación. “Esperamos que este año se incrementen las solicitudes respecto al año pasado”, indicó la diputada de Promoción Económica. “Ante la situación de dificultad en el marco socioeconómico y laboral, la Diputación considera fundamental continuar con su apoyo al pequeño comercio en aquellos municipios de nuestra provincia situados en el ámbito rural”. Según declaró, es precisamente en este entorno donde “las oportunidades sociales y laborales de sus habitantes se encuentran con mayores limitaciones y dificultades que en otras zonas de nuestra provincia”.

Mantener el comercio rural
Cuando presentó esta línea de ayudas, la propia presidenta de la Diputación, María Antonia Pérez León, resaltó la importancia que tienen este tipo de negocios. “No sólo ofrecen un servicio básico acercando a los vecinos alimentos y muchos otros productos de primera necesidad, sino que actúan también como punto de reunión y centro neurálgico en la vida del pueblo y en las relaciones entre los vecinos”. Por eso consideraba que “mantener abiertos estos negocios es esencial para que nuestros pueblos sigan teniendo vida, y a veces una pequeña ayuda supone un revulsivo suficiente para conseguirlo”.

En el caso de Cristina Esteban, que regenta el bar-restaurante Casa Plácida en Peralejos de las Truchas, donde la subvención ha sido muy bien recibida. “Todo lo que sean ayudas siempre nos vienen genial”. El año pasado ya la pidió y no tiene ninguna duda de que en esta segunda edición volverá a hacerlo, aunque considera que “en pueblos así no vendría mal que ayudaran un poco más. Ahora mismo estoy completamente sola durante todo el día”. En su caso, como en el de tanto otros, el negocio funciona bien en los fines de semana y durante el verano. En otoño, “si hay una buena temporada de setas”, también se incrementa la actividad que se lleva a cabo en el establecimiento. Sin embargo, esto no implica que no haya épocas especialmente complicadas, como el invierno. “Con todas las nevadas que se han producido este año hay mucha gente que no ha podido venir”.

En Orea, un veterano de la hostelería rural destaca la función social que realizan los bares en los pueblos. Miguel Martínez cerró su bar hace unos años, pero asegura que, aunque en el pueblo hay poca gente, aquel era el lugar al que acudían para “echar la partida y hablar, sobre todo en verano”. En el mismo sentido se pronuncia José Luis López, del Bar Herranz, en Alcoroches. “Durante el invierno este es el único sitio de ocio que está abierto”. Por eso tanto los jóvenes como las personas mayores que se desplazan hasta el municipio durante los fines de semana lo escogen como lugar de reunión. “No es que haya mucha vida social, pero la que tenemos podría decirse que se desarrolla aquí”. Sin embargo, eso tampoco es suficiente para garantizar la supervivencia del negocio y los 480 euros que les correspondieron el año pasado “se quedan cortos. Hay que tener en cuenta que ahora mismo nos encontramos en una época en la que todo esto experimenta un parón”.

Aunque el Bar Herranz es el único que abre durante todo el año en Alcoroches, en el municipio hay otro establecimiento, el Bar Rodeo, que está en manos de Lucía Herranz. El suyo es el caso de otros bares y establecimientos que hay en la provincia, un buen día se dio cuenta de que le salía más rentable cerrar el establecimiento en determinadas épocas. “Lo tuve mucho tiempo abierto durante todo el año, pero me di cuenta de que eso no me compensaba”. En estos momentos, su negocio se encuentra cerrado. “No hemos vuelto a abrir desde Semana Santa y no sabemos si lo haremos en agosto”. Según indica, “esto está mal y ya hay otro bar en el pueblo”. De todas formas, explica que los propios procesos migratorios han perjudicado a estos negocios. “Aquí hubo mucha gente que se marchó a Barcelona y que no vuelve tanto como los de otros pueblos, donde a lo mejor se han ido a Valencia. Eso es algo que depende de cada pueblo”.

Lucía Herranz indica que ella no ha solicitado la ayuda, ya que su régimen de apertura no se ajusta a las exigencias, pero que otros negocios de la localidad sí lo han hecho, como la carnicería. Tanto para sus dueños como para los de la panadería la situación es distinta. “Tienen furgonetas con las que van sirviendo a varios municipios y con eso ya van tirando”.