
Dirty dancing
Martin Lindauer nació en un pequeño pueblo al pie de los Alpes Bávaros, el 19 de diciembre de 1918. Fue el penúltimo de los quince hijos de una familia de pobres agricultores. Creció en plena naturaleza, acompañado por las abejas de su padre. Excelente estudiante y muy buen observador fue asignado en 1939 al servicio de trabajos hitlerianos como cavador de trincheras, seis meses más tarde fue enviado a una unidad antitanques.
En el frente ruso, julio de 1942, recibió gravísimas heridas por la explosión de una granada. Se le apartó del frente y por ello salvó la vida, pues los 156 miembros de su compañía fueron enviados a la batalla de Stalingrado, sólo tres regresaron con vida.
Durante su convalecencia en Múnich asiste a los cursos de zoología impartidos por el célebre profesor Karl von Frisch. En el verano de 1943 se le dio de baja en el ejército y comenzó sus estudios universitarios en Múnich. En 1945 reinició sus estudios sobre las abejas como estudiante de doctorado bajo la supervisión de von Frisch. Cuando escuchó a von Frisch hablar sobre la división celular sintió que había regresado a: «Un mundo de humanidad, donde se crea en lugar de destruir».
Su talento para observar las pequeñas cosas, no por ello menos importantes, le llevó a estudiar los enjambres de abejas que buscan un nuevo hogar. Lindauer comentará años después que estos estudios fueron la más bella experiencia de su carrera científica.
Todo comenzó en una bella tarde de primavera de 1949, Lindauer paseaba delante del colmenar del Instituto de Zoología cuando vio una masa dorada de abejas colgando de un arbusto. Observando más de cerca comprueba que varias abejas realizan bailes bulliciosos sobre la superficie del enjambre, similar a los que hacen en los cuadros de su hogar, pero en este caso sobre la espalda de sus compañeras. En sus estudios con von Frisch nunca lo había visto fuera de la colmena, pensó que eran pecoreadoras informando del lugar dónde se encontraba néctar o polen. Sus grandes dotes y paciencia como observador de los más mínimos detalles le llevaron a la conclusión de que estas abejas nunca iban cargadas de polen ni néctar, no regurgitaban ninguna gota para alimentar a sus congéneres.
Un detalle muy importante no se le escapó, muchas abejas llegaban al enjambre sucias y llenas de polvo. Cogió algunas con pinzas y las limpió con un pequeño pincel. Examinando el polvo bajo el microscopio no encontró ningún grano de polen, sólo partículas de suciedad: «Rojas de polvo de ladrillo, blancas de harina o grises de polvo, como si vinieran de arañar la tierra».
Llegó a la conclusión de que estas abejas no podían ser pecoreadoras, sino buscadoras de su nuevo hogar entre los escombros de un Múnich devastado por los bombardeos. Una chimenea inusual por aquí, un hueco en un muro por allá, incluso una alacena de guardar harina en un granero. Lindauer obtuvo el permiso de von Frisch para observar algunos enjambres a fin de estudiar sus bailes. Una apasionante investigación sobre la toma de decisiones democráticas en las colonias de abejas. Las abejas que ejecutan estos bailes sobre un enjambre son exploradoras informando sobre los sitios encontrados para establecer su nuevo hogar.
En el verano de 1951 ya tiene establecido lo que sucede en estos bailes, lo llamó: «Dirty dancing». Las exploradoras anuncian al enjambre las características y localización de, al menos, una docena de sitios, más o menos distantes unos de otros. Pasan las horas, incluso días, evaluando estos lugares. Lindauer razonó y descubrió con gran acierto lo que hacían estas sucias bailarinas, buscaban los lugares donde establecer su nuevo hogar, informaban a todo el enjambre sobre las características que reunían los sitios encontrados, las exploradoras que comprobaban que su sitio no era el mejor, renunciaban a seguir informando sobre él, así con todos los lugares, de forma democrática, al final, el mejor hogar era el elegido.
Martín Lindauer falleció el 13 de noviembre del año 2008. Entre los muchos descubrimientos que realizó sobre las abejas podemos citar: ¿Cómo podría una recolectora, trabajando en el campo, mantenerse informada de las necesidades cambiantes de su colonia? Lindauer descubrió la respuesta: la velocidad con la que se descarga el néctar de una recolectora le indica si la necesidad de la colonia es alta (descarga rápida) o baja (descarga lenta). Descubrió cómo las abejas se mantienen informadas de las necesidades de trabajo de su colonia, este proceso rara vez implica señales de abeja a abeja; en cambio, cada abeja es en su mayoría su propio informante, dedicando mucho tiempo a reconocer el interior de la colmena. Descubrió cómo una colonia regula su ingesta de agua para evitar la deshidratación y como las abejas son capaces de calcular direcciones específicas con más precisión que una brújula.
Su vida nos deja no sólo un legado de descubrimientos, sino también, la lección de que el estudio del orden social de las abejas puede sacar dulzura del caos.