Dulzainas y gaitas despidieron hasta el próximo año las Fiestas

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: MAR GATO. MADRID
FERIAS Y FIESTAS
La Dulzainada volvió una vez más a poner el broche de oro musical a las Ferias y Fiestas de la capital, animada como nunca y como siempre con el tradicional desfile por las calles más emblemáticas de la ciudad. Siete fueron los grupos de dulzaineros y gaiteros de la provincia que participaron en este encuentro “entre amigos” y uno el grupo invitado, Los gaiteros de la tierra llana de Huesca.
Llegó la despedida de las Ferias y Fiestas de la capital y con él la tradicional Dulzainada de la jornada del domingo a cargo de todos los grupos de Guadalajara, que entre la pena y la alegría contaban las horas para cantar el Pobre de Mí.
La que viene siendo una jornada entre amigos comenzó pasado el mediodía, momento en el que los dulzaineros y gaiteros, tomando como punto de partida la céntrica plaza de Santo Domingo, comenzaron a irradiar su música por los cuatro costados de la ciudad, animando a su paso a las gentes que se daban cita en las calles, parques y plazas con su pasacalles y algún que otro baile más clásico como el pasodoble, la rumba o las jotas.
Afrontado el primer reto matutino, y una vez repuestas las fuerzas en la de comida conjunta que los dulzaineros disfrutaron en el Fuerte de San Francisco, los músicos retornaron ya en la tarde a Santo Domingo para ofrecer el que sería el verdadero espectáculo.
Allí se congregarían hasta siete grupos: Gaiteros de Mirasierra, Gaiteros de Villaflores, Dulzaineros de Sigüenza, Gaiteros del tío Maroto, Dulzaineros Kalaberas, Los gaiteros de La Alcarria, Los mahurotos, todos ellos de la provincia, y a los que se unirían la Escuela de Folclore de plaza de Castilla de Madrid y los Gaiteros la Marchina de Zaragoza.
Como invitado de excepción estuvieron un año más Los gaiteros de tierra llana de Huesca, que ofrecieron un auténtico recital basado en toques aragoneses. Fue precisamente este grupo de gaiteros el que suscitó el mayor interés del público por la curiosidad que despertaron sus instrumentos, y más concretamente el fol –la parte de la gaita encargada de almacenar el aire soplado–, engalanada con un vestido de muñeca como manda la tradición y en recuerdo a la hija muerta del gaitero; aspectos que hacen a la gaita aragonesa única en su género, así como su dulzaina, que en vez de llevar llaves sólo tiene agujeros. Éstos y otros instrumentos serían los responsables de emanar piezas como San Lorenzo, en un claro homenaje al patrón de Huesca, Ball de Benás o Culebrata de Graus.
Los de la tierra harían lo propio con las canciones típicas de Castilla, combinadas a la perfección con otras de diversos estilos según los requerimientos del propio viandante.

Recorrido tradicional
Tras el oportuno afinamiento de instrumentos por parte de los diferentes grupos, comenzó el desfile de gaiteros y dulzaineros por las calles de la ciudad, que se iniciaría en la calle Mayor y haría su primera parada en la plaza de Santo Domingo. Sería allí donde harían uno de sus mayores despliegues interpretativos para deleite de las decenas de espectadores que se agolparon para ser testigos de excepción de un auténtico recital de folclore tradicional y piezas de salón como pasodobles, polkas, valses o los corridos castellanos. Para ello, cada uno de los grupos tocó una pieza, para terminar todos juntos al son de una misma melodía. Fue éste uno de los momentos estelares de la tarde junto con la exhibición de estatuas humanas, que seguirían sorprendiendo con su arte pétreo hasta bien entrada la noche.
Tras su parada en Santo Domingo, y después de recibir a los aficionados de otra y nueva apasionante tarde de toros en la puerta grande de las Cruces, el desfile volvió sobres sus propios pasos por el paseo de las Cruces para dirigirse hasta la calle capitán Boixareu Rivera y terminar en el templete de La Concordia, donde volvieron a ofrecer otra pequeña muestra de folclore tradicional.
La Dulzaina volvió un año más a aportar ese toque alegre a la última jornada de Ferias, vivida con intensidad en las calles, a rebosar desde las primeras horas de la mañana y hasta las últimas para despedir como se merecen unas Ferias y Fiestas que no han contado del todo con el beneplácito metereológico.