El Alto Tajo aspira a formar parte de un Paisaje Cultural de la Humanidad
31/01/2011 - 11:15
Una iniciativa ciudadana respaldada por asociaciones de España y Portugal está dando los primeros pasos para impulsar la candidatura del Tajo como Paisaje Cultural de la Humanidad. Esta idea, que fuentes consultadas de este colectivo recalcan que necesita el respaldo de políticos y ciudadanos, es compartida por el presidente de la Asociación de Municipios Ribereños de Entrepeñas y Buendía, Julián Rebollo, quien ya ha confirmado que acudirá a las jornadas que se celebrarán en Lisboa el próximo 19 de febrero, donde se expondrá públicamente la iniciativa, bajo el epígrafe Comprender el paisaje cultural del Tajo y sus valores. El proyecto abarcaría la ruta que comprende toda la ribera del Tajo que separa el Alto Tajo de su desembocadura en Lisboa. Su puesta en marcha está siendo impulsada por la Asociación Hispano-Portuguesa Tagus Universalis, cuya delegación en España preside Bárbara Palomares, y el Centro Unesco Aragón. En este organismo, el responsable de sacar adelante la iniciativa es el experto en patrimonio hidráulico, Carlos Blázquez, que pasó su juventud fotografiando y recorriendo los parajes del Alto Tajo. La finalidad del encuentro es presentar la candidatura del Tajo Ibérico para su inscripción en la Lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y estudiar el concepto de paisaje cultural aplicable al Tajo, para así definir y recopilar los elementos esenciales para la cimentación de la candidatura, los cuales deberán ser validados posteriormente hasta alcanzar la forma de un exhaustivo Atlas del Tajo, se explica en el tríptico que se ha editado y en el que se recoge el programa de la jornada.
Carlos Blázquez destaca el gran valor patrimonial del Alto Tajo
Se trata de una candidatura de muy largo recorrido, indica Blázquez,
que abarca más de 100 pueblos de España y Portugal. Con muy poco
esfuerzo de cada uno de ellos podremos lograr nuestro objetivo, indica.
Sin embargo, para ello, a su juicio, sería fundamental el
establecimiento de un consorcio o fundación que contara con el respaldo
político y social. Por el momento, Blázquez ha señalado que ya cuenta
con el compromiso de respaldo de la presidenta de la Confederación
Hidrográfica del Tajo (CHT), Mercedes Gómez. Los primeros pasos se basan en consolidar un núcleo duro a raíz de la jornada de Portugal, que repetiremos en España en Semana Santa. Daremos a conocer a la gente los valores del Tajo, su prestigio, su paisaje cultural, su patrimonio inmaterial, todo lo que hay a su alrededor, para consolidar su eje turístico y cultural a través de la ruta que separa su nacimiento y Lisboa.
Carlos Blázquez destaca el gran valor patrimonial del Alto Tajo, a su juicio, el río más limpio de España, y recuerda sus paseos por la zona: Huertapelayo, Hundido de Armallones o el Monasterio de Bonafuente del Sistal son auténticas joyas patrimoniales, ilustra.
Pero el camino es largo. En una primera fase hay que iniciar el expediente, que deberá incluir la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) del propio Tajo. A la vez hay que iniciar el proceso para la constitución de una fundación que impulse la iniciativa y que tenga respaldo político, social e institucional.
En una segunda fase se darán los pasos pertinentes para la realización de los denominados estudios parciales. Se trata de 25 informes que recogerán, entre otros, aspectos relacionados con el patrimonio natural, inmaterial y biológico. Sería una base para plasmar lo que tenemos en el Tajo, porque merece la pena que se difunda, ilustra Carlos Blázquez. En una tercera etapa se trabajará el proyecto definitivo de forma acorde con los parámetros de la Unesco. Llegar hasta este punto no es algo excesivamente caro, pero es fundamental el apoyo político y el ciudadano, afirma Blázquez.
En una última fase, España o Portugal, o ambos juntos, deberán presentar oficialmente la candidatura. Ésta se incluirá en la denominada lista tentativa en la que Unesco establecerá sus prioridades, que, en la actualidad, están muy restringidas, ya que se ha fijado el criterio de no permitir más que dos proyectos por país y año.