El caso de Azuqueca

29/05/2022 - 10:31 Luis Monje Ciruelo

Artículo publicado el 7 de marzo de 1978. 

"Para esta viaje no hace falta casi alforjas”, dirá alguno al ver el tema de estecomentario. Y es verdad, porque Azuqueca de Henares está a un paso de Guadalajara, y son muchos  los alcarreños y asimilados que van y vienen diariamente entre ambos núcleos. Al revés de lo que sucede en otras localidades, son más los que residen en Guadalajara y van a trabajar a Azuqueca que viceversa. Y es que, proporcionalmente, Azuqueca de Henares tiene más puestos de trabajo que la capital de provincia, y ello a pesar de los polígonos de descongestión y de la protección oficial que se ha pregonado para los mismos, aunque luego no se ha visto.
   Por Azuqueca de Henares pasamos todos con frecuencia  en coche o ferrocarril al ir y venir a Madrid. Y lo hacemos casi siempre distraídamente, sin pararnos a pensar, los que hemos conocido la localidad antes de su desarrollo, en la enorme transformación que ha experimentado.
No hace falta ser muy mayor –treinta años son suficientes- para recordar aquella Azuqueca exclusivamente agrícola, pionera de la concentración parcelaria en España, que fue noticia periodística precisamente por esa revolución agrícola de la concentración. Los planos del término de Azuqueca y las fotografías aéreas de la zona estaban en todas las oficinas del Servicio de Concentración Parcelaria y en todos los ayuntamiento de España. El “antes” y el “después” llamaban la atención por su contraste. Mientras en el primero se veía una complicada maraña de líneas divisorias, en el segundo predominaban los amplios espacios.


   Hoy Azuqueca ha sacrificado parte de sus tierras de regadío en aras de la industrialización. Sobre las fértiles fincas, sobre las ricas tierras patateras se han alzado las fábricas, y el caserío urbano se ha extendido absorbiendo lo que antes eran estupendas tierras de labor. Con las industrias han llegado la riqueza, la inmigración y los problemas del desarrollo.
   Pero en Azuqueca se vive bien, las diferencias sociales se han acortado, y ahora la clase predominante es la obrera. Son obreros con coche grande, televisión en color, y todos esos electrotormentos domésticos que no pueden faltar en ningún hogar que se precie, aunque luego vivan sus propietarios más esclavos de las reparaciones que beneficiados de sus servicios.
   Azuqueca de Henares ha sextuplicado su población en poco más de quince años, aunque quizá las estadísticas oficiales no lo reflejen todavía en su totalidad. Y no lleva camino de parar. El pasillo industrial lo tenemos a nivel provincial sin necesidad de entrar en tierras de Madrid. Desde la fábrica de cemento de Meco hasta Guadalajara el trayecto está salpicado de industrias, incluyendo las que ya funcionan en término de Alovera. Ya es irreversible este desarrollo a pesar de la crisis económica que estamos sufriendo. Entre Alcalá y Guadalajara, Azuqueca de Henares es un hito al que sirven de punto de referencia en la llanura las altas chimeneas, siempre humeantes, de su más importante industria.  
  En Azuqueca de Henares se ha reunido hace unos días la Comisión Provincial de Gobierno, como si dijéramos el Consejo de Ministros de Guadalajara, y ha dado un repaso a los problemas de la localidad. Digo repaso porque la solución, aunque en algún caso se haya logrado un notable avance, siempre es más compleja y, desde luego, más lenta. Pero ya es significativo que haya sido elegida esta localidad para esa importante reunión, y no las  ciudades históricas que tradicionalmente han sido las primeras y preferentes hasta ahora sobre los restantes pueblos de la provincia.