El Centro Social Octubre de Guadalajara acogerá este viernes un coloquio para "aportar luz" sobre la guerra en Ucrania
El Centro Social Octubre de Guadalajara acogerá este viernes, 25 de marzo, un coloquio con el fin de aportar luz a la guerra de Ucrania, un conflicto que "va a poner fin al orden mundial tal y como lo conocíamos hasta ahora" y que debe dar "herramientas para poner fin a la histeria bélica que ha inundado las televisiones". En dicho coloquio intervendrán la periodista Beatriz Talegón, la exdiputada Ángeles Maestro y la plataforma alcarreña de apoyo a refugiados Abriendo Fronteras.
En esta iniciativa se remontarán a febrero de 2014, cuando aproximadamente cien personas fallecieron en el centro de Kiev y dieron lugar a un cambio de poder en Ucrania con las manifestaciones del Euromaidán, que comenzaron en noviembre de 2013 después de que el entonces presidente, Viktor Yanukovich, pospusiera la firma de un acuerdo de asociación con la Unión Europea. Las protestas llegaron a un punto crítico en febrero del año siguiente cuando los violentos enfrentamientos entre los alborotadores y la policía desencadenaron un cambio dramático en la historia de Ucrania, que lleva en guerra mucho antes de lo que cuentan los telediarios, según ha informado el Centro Social Octubre en nota de prensa.
Manifestantes con banderas coreando '¡Ucrania es Europa!' tomaron las calles de las ciudades ucranianas después de que el presidente Viktor Yanukovich pospusiera la firma del acuerdo de asociación de la UE el 21 de noviembre de 2013.
Aquellos que criticaban la decisión del Gobierno creían que estaba surgiendo una nueva Revolución Naranja sin derramamiento de sangre y que las protestas pacíficas obligarían fácilmente al Gobierno de Yanukovich a cumplir con las demandas de la multitud liderada por la oposición. Los manifestantes se tomaron de la mano, formando cadenas humanas. Cantaron, bailaron y ondearon pancartas antigubernamentales y pro UE en un ambiente casi festivo. Las banderas nacionales dominaron las manifestaciones.
La oposición alimentó la energía de la multitud con promesas de que no abandonarían el centro de Kiev hasta que se reorganizara el Gobierno y se firmara el acuerdo de la UE. Sin embargo, las protestas no se acercaron a la escala de las manifestaciones de 2004 y la retórica del escenario no funcionó. Los manifestantes comenzaron a cansarse de protestas infructuosas. Mientras tanto, se llevaron a cabo mítines progubernamentales en Kiev y en varias otras regiones del país, lo que "demuestra que no todos los ucranianos estaban satisfechos con los términos del acuerdo de la UE que amenazaba con socavar los lazos económicos del país con Rusia".
Alrededor de 20.000 manifestantes marcharon hacia el parlamento nacional, el Verkhovna Rada, en lo que se ha denominado una "ofensiva de paz", pero pronto degeneró en un enfrentamiento violento con la policía. Muchos de los que se enfrentaron con las fuerzas del orden parecían más extremistas bien entrenados que manifestantes ordinarios. Con máscaras negras, cascos, algunos también equipados con chalecos antibalas, arrojaron piedras y cócteles molotov a la policía antidisturbios, además de disparar fuegos artificiales. Los que pasaron a liderar la revuelta portaban banderas que no se veían en público desde la ocupación nazi.
Desde entonces, la historia de Ucrania cambió. El acercamiento a la estructura militar de la OTAN fue un hecho y el ejército ucraniano comenzó una guerra sin cuartel contra los sectores de la población, principalmente de etnia rusa, que se oponían a esta nueva política. "Desde 2014, estas acciones militares contabilizan más de 13.000 muertos, se han aprobado políticas de apartheid contra las zonas de habla rusa y las minorías húngara y rumana y, además, se han restaurado como 'héroes de la patria' a los colaboradores del nazismo durante la II Guerra Mundial", han detallado.
La acción militar rusa en el país ha desencadenado, sin embargo, unas consecuencias que van mucho más allá de una guerra regional. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció a finales de febrero que la UE prohibirá los medios de comunicación rusos RT y Sputnik acusándolos de difundir "desinformación dañina", medida que luego el ministro de exteriores de la Unión, Josep Borrell, anunció que sería ampliada a cualquier medio tachado de "desinformador".
En lo que llamó un paso "sin precedentes", con la excusa de "prohibir en la Unión Europea la maquinaria mediática del Kremlin", la UE "ha abierto la veda oficial para que cualquier opinión que disienta del relato oficial sea tachada de 'desinformación', lo que supone un salto cualitativo, ya que prácticamente se niega a la sociedad acceder a análisis que puedan no complacer a los factores de poder del momento", han concluido.