El Centro Veterinario Molina de Aragón, pasión y trabajo por el bienestar animal
La aventura del Centro Veterinario Molina de Aragón comenzó en 2011. Patricia tuvo el valor de echar a andar por un camino al que unos meses después se unió Ana Vázquez, la actual gerente de este proyecto que muestra día a día su pasión por el bienestar animal y compromiso con la salud de las pequeñas mascotas, principalmente perros y gatos.
El centro veterinario creció rápidamente y tuvo incluso que cambiar de ubicación. Hoy se encuentra en la calle San Juan y atiende a pacientes de toda la comarca molinesa e incluso de Cuenca y de Aragón.
Sus servicios son amplios, ofreciendo medicina general, cirugías, hospitalización, medicina preventiva, diagnóstico por imagen, peluquería y estética canina e incluso gestión de actividades cinegéticas.
En ese deseo de cuidar y dar un mejor servicio a sus pacientes, Ana decidió adquirir un nuevo ecógrafo. “Ofrecemos una amplia gama de servicios, desde exámenes de rutina y vacunas hasta cirugías y cuidados especializados”, explica la gerente y añade que “en esa intención de seguir mejorando decidimos adquirir un nuevo ecógrafo”.
Y ahí apareció la ayuda de la Asociación de Desarrollo Rural Molina de Aragón-Alto Tajo, aportando el 45 por ciento de la inversión. Ana recuerda cómo en los comienzos del centro veterinario también se requirió la colaboración de este grupo. “Es una ayuda muy importante porque al final hablamos de mucho dinero. En este caso, un ecógrafo de calidad no es barato y gracias a estos fondos Leader podemos dar un mejor servicio. Gracias a él trabajas mucho más tranquila”, incide.
Dentro de los servicios que ofrecen está el diagnóstico por imagen que incluye radiografía digital y ecografía. Ambos son complementarios y fundamentales para realizar un correcto diagnóstico. Además cuentan con métodos de contraste los cuales son de gran utilidad para evaluar ciertas patologías. Actualmente el centro tiene tres trabajadoras, Ana, Rebeca y Cristina. “Cada vez estamos más contentas”, dice la gerente y explica que “normalmente un veterinario lo es porque le gusta desde siempre y eso nos pasa a nosotras. En mi caso, llevo 12 años viniendo a la clínica con una ganas tremendas y es donde mejor estoy, en mi sitio de trabajo porque me encanta lo que hago. Estamos en lo que nos gusta y no queremos dejar de aprender”.
Los cuidados
Ana y su equipo se encuentran diariamente con distintas patologías en sus pacientes. Son casos, en la mayoría de las ocasiones, muy diferentes a los que pueden atender en un centro de cualquier gran urbe. “En zonas como las nuestra nos encontramos con casos de víboras que atacan a los perros e incluso a perros que son atacados por jabalíes en épocas de cacerías”, explica y añade que “también atendemos muchas intoxicaciones por raticidas o incluso por mordedura de tejón. Eso en Madrid o en Guadalajara, por ejemplo, pasa muy pocas veces”.
Y es que Ana descubre cómo en este tiempo han podido concienciar a la gente de la comarca en ciertos aspectos y pone un ejemplo: “Hace 12 años castrar una gata era muy complicado. La gente no lo hacía, no lo veía necesario, pero ahora es raro la persona que tiene un gato en casa y no está esterilizado”. “La esencia de la clínica es considerar a los pacientes como suyos y a sus propietarios como familia”, concluye la gerente.