El culebrón de Cascos

03/01/2011 - 00:00 Antonio Casado

Nunca hubieran sospechado los militantes del PP que Álvarez Cascos, el hombre fuerte de Aznar, el dirigente que puso orden en la organización heredada de Fraga, secretario general durante diez años, ex vicepresidente del Gobierno, ex ministro de Fomento, iba a terminar como Jorge Verstrynge, aquel delfín de Fraga de tardía vocación socialista. En este caso, la tardía vocación de Cascos es el nacionalismo asturianista (ahora se refiere a Asturias como su "país"). Pero la espantada es similar. Portazo como militante y anuncio de embarcarse en una nueva aventura política para competir con el PP. Es el resultado de su ataque de contrariedad, cinco minutos después de saber que los órganos de dirección no accedían a su unilateral pretensión de ser candidato a la presidencia autonómica de Asturias. Una pretensión aireada por el mismo y por sectores minoritarios del partido a escala nacional y regional. Ha sido el culebrón del año nuevo en el PP, cuyo comité electoral central anunció a sus candidatos en Baleares, Extremadura, Navarra y Asturias unas horas antes de montar la mesa para despedir el año. Si querían que el frenazo a Cascos se diluyera en los cotillones, se equivocaron los dirigentes del PP. El culebrón "Cascos" animó los primeros periódicos del año nuevo. Pero si querían cargarse de razón, acertaron de lleno, con la inestimable colaboración del protagonista. Su infumable carta a Mariano Rajoy, sobre el que proyecta una rabieta incontrolada, y la rueda de prensa que convocó el pasado domingo por la tarde, en la que anunció su disposición a pilotar una operación política de ámbito regional (una especie de UPN asturiano), han acabado de convencer a los dirigentes nacionales y regionales del PP. Ahora ya saben que han hecho lo correcto al frenar el retorno de Cascos y de su estilo: personalista, autoritario y arrogante. Y, por supuesto, al decidirse por una candidata cargada de futuro, aunque sólo sea por razones generacionales, como Isabel Pérez Espinosa, que representa renovación y modernidad y conecta mucho mejor con los jóvenes costaleros del marianismo como Dolores de Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría, Alvaro Nadal, Jorge Moragas, González Pons, etc. Después de siete años de exilio en el PP de Chamberí (Madrid), Cascos quería ser nombrado a dedo para entrar con la guadaña en el PP asturiano y hacer una organización regional a su medida. Desapareció en la duras y quiso reaparecer en las maduras. Justo cuando el PP vive los momentos dulces de unas expectativas electorales sin precedentes. Pero ni la dirección ni la militancia le hicieron la ola. Su respuesta ha sido la espantada, envolverse en la bandera de Asturias y descalificarse a sí mismo con sus declaraciones públicas.