El cuplé volvió a hacerse grande con Sara Montiel

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: MAR GATO. MADRID
A tenor de los gritos, aplausos y piropos que se sucedieron a lo largo de más de dos horas de concierto, la artista Sara Montiel se metió en el bolsillo a los guadalajareños con su personalidad y con la interpretación de canciones tan conocidas como ‘Bésame mucho’.Con el desparpajo, chulería y picardía que siempre le han caracterizado se presentó anoche en la capital nuestra Sara más internacional para traer al Buero Vallejo su último espectáculo, Doña Sara de la Mancha, que se inició pasadas las ocho y media de la noche con los acordes al piano de Pablo Sebastián, y al que el público le recibió con un gran aplauso.
Con el desparpajo, chulería y picardía que siempre le han caracterizado se presentó anoche en la capital nuestra Sara más internacional para traer al Buero Vallejo su último espectáculo, Doña Sara de la Mancha, que se inició pasadas las ocho y media de la noche con los acordes al piano de Pablo Sebastián, y al que el público le recibió con un gran aplauso. Las ovaciones, gritos y piropos vinieron por contra cuando una Sara Montiel radiante pisaba el escenario. Lucía un espectacular vestido blanco de cupletista repleto de lentejuelas cuyo brillo sólo podía ser superado por el ingente número de joyas que adornaban su busto, especialmente la tiara de diamantes blancos que no dejaban ver ni tan siquiera su frente. Completaba su poderío señorial una chaqueta que combinó rasos y, como no, pieles blancas que pronto tuvo que sustituir por una boa de plumas del mismo color cuando hizo mella el calor bajo los focos.
Con todos ellos relució más si cabe la artista, que dedicó sus primeras palabras al patio de butacas para agradecer la oportunidad de subirse a un escenario y compartir con los de su tierra aquellas canciones que un día fueron melodía en películas y en sus discos.
La que abrió el recital, haciendo gala de una vida en la que siempre lo he dado todo por amor, fue Bésame mucho, el detonante de que un puñado de admiradores le profirieran piropos y algún que otro mensaje que se encargó de contestar dicharacheramente, como el de un paisano de Miralrío, que recordó a la cupletista algún episodio de su niñez en esta localidad. Desde aquello, “ha llovido mucho, pero aquí estamos todos”, soltó con gracia.
Tras otra mítica, Es mi hombre, vino su oda a la nicotina, Fumando espero, para el que solicitó la presencia en el escenario de un hombre que le facilitara un cigarillo. La ausencia del cheslón la suplió con un pasodoble que caldeó aún más a un público y a una Sara que tenía que tirar de pañuelo de su improvisado bolsillo –escote– para secarse el sudor de la cara.
Entre el recuerdo a otras canciones de El último cuplé, como Ven y ven o Balancé , el concierto dio para alguna que otra sorpresa, como la que protagonizó su hijo Zeus, que paso de ser mero espectador de primera fila para subirse al escenario para interpretar una canción de un próximo disco. Fue un apunte más de un concierto que, sin lugar a dudas, sedujo a las cerca de 600 personas que ocuparon la sala.