El deseo de la Navidad
Qué felices seríamos si la Navidad fuera permanente, y nos diéramos cuenta de esa realidad.
Dividimos la Historia en Edades y Siglos, los siglos en años, los años en meses… y todo nuestro acontecer y el de la Humanidad solemos meterlo en estas cuadrículas. Nos encontramos así de nuevo metidos en esta época que llamamos invierno con la Navidad, tiempo de llegada del Dios hecho hombre convertido en niño indefenso, después de esa época de espera, llamada adviento. Esta venida de Dios encarnado para acampar entre los hombres es lo más importante religiosamente hablando, el núcleo de unos días que luego los empleamos para periodo vacacional, días de reencuentros alegres y de ausencias tristes, días de villancicos, días por desgracia de pandemia. La sonrisa parece más ancha en nuestra cara, los carteros, antes más que ahora, eran portadores en sus valijas de todos esos buenos deseos que por esta época parecen aflorar y hacer más patente su presencia. Los ordenadores y los móviles están siendo los sustitutos en grandísima medida para esas felicitaciones. Los sentimientos suelen ser los mismos, como muy bien retratara Azorín, pero los medios de expresarlos van cambiando con el tiempo.
Luces en abundancia y de todos los colores engalanan las calles de las ciudades. La música suena alegre por cualquier rincón de la ciudad, es el espíritu navideño, pese a la enfermedad que nos atenaza, luego todo vuelve a lo normal. Pero con la cuesta de enero el crudo invierno parece instalarse hasta en los gestos de la cara que se vuelve más seria esperando la sonrisa del fin de semana o del puente vacacional. Así de sencillo y de complicado a la vez parece o tal vez lo sea el género humano. El villancico nos recuerda con música aquello de la Nochebuena se viene. La Nochebuena se va… Qué felices seríamos si la Navidad fuera permanente, y nos diéramos cuenta de esa realidad, como dijera Virgilio al afirmar ¡qué felices serían los campesinos, si supieran que son felices! Pero la felicidad es algo tan simple y tan complejo a la vez, que difícilmente podemos llegar a comprenderla. Sólo tenemos momentos felices, que al pensar en ellos parecen dejar de serlo. Que esta Navidad nos llene a todos de esa felicidad tan deseada y sirva para dejar atrás esta situación sanitaria que tanto ocupa y preocupa.