El eremitorio medieval de Pareja (Guadalajara)
Un nuevo retazo de ese patrimonio tan perdido y olvidado como es el de los eremitorios medievales, en este caso el de Pareja, recientemente descubierto y recuperado tras su rehabilitación por el Ayuntamiento de la villa alcarreña.
Desde hace algún tiempo me he venido interesando en la búsqueda, descubrimiento y descripción de cuevas y eremitorios altomedievales, que han resultado ser muy numerosos por toda la provincia de Guadalajara, y especialmente en sus extremos norte (rayanos con tierras de Soria) y en la Alcarria del Sur (rayanos con tierras de Cuenca).
Aprovecho estas breves líneas para dar a conocer uno (de los muchos que existen distribuidos por la Alcarria de Guadalajara) de estos eremitorios altomedievales, que deberían considerarse ya piezas patrimoniales con derecho indiscutible a la protección declarada.
En la orilla izquierda del río Ompólveda, que baja desde la Alcarria Alta de Torronteras a dar en el Tajo bajo Pareja, hay un tramo con niveles rocosos en ambas orillas en el que se instalaron eremitas en época indeterminada de la Alta Edad Media. A ambos lados del arroyo se alzan bloques poderosos de rocas areniscas, formando un espacio casi de leyenda, adivinándose entre la maleza las entradas a oquedades, la mayoría de ellas talladas.
Exterior del eremitorio de Pareja.
La más importante de todas, constituyendo un ejemplar excepcional de cueva eremítica, es la que ha sido hallada y excavada en el otoño de 2020, constituyendo una sorpresa por su buen estado, su perfecta talla y hasta por algunos testimonios materiales de su primitiva habitación. Se accede a ella fácilmente desde la presa de ese río que forma el azud de Pareja. El lugar, hoy apartado de todo, estuvo en su tiempo frecuentado por caminantes, porque era un paso natural la orilla de este río, desde el valle del Tajo a la Alcarria Alta.
En un afloramiento rocoso de arenisca, a media ladera, a la derecha según se sube el arroyo, se encuentra tallada esta estructura, que presenta dos ámbitos bien diferenciados. De una parte, el exterior, lo primero que vemos al llegar ante ella, es un muro bien tallado, con un atrio despejado, también tallado, y con hendiduras para instalar separaciones de madera. En la parte central del muro se abre una puerta de cómodo acceso, que tras subir dos escalones permite la entrada al interior, un espacio mágico, que mantiene la esencia del lugar, tras siglos de existencia, al espectador de hoy.
Al lado derecho de la puerta, hay dos amplios bancos corridos labrados sobre la misma roca. En los laterales, restos de muros de sillarejo trabados con argamasa de cal, que apoyan en la ladera de la montaña. En la parte alta de la roca, hay dos grandes mechinales bien tallados, que sin duda sirvieron para encajar las vigas de madera sobre las que apoyaron tramos de ripia cubiertos de tejas, de las que se han encontrado también restos. La superficie tiene un ancho de 8 metros por 3,5 m. de profundidad. Todo ello constituía una habitación amplia, con suelo rocoso bien acondicionado, para el diario trajín del eremita habitante.
Interior del eremitorio de Pareja.
Al traspasar la puerta, admiramos el espacio interior, totalmente cavado en la roca, que posiblemente se utilizó con fines religiosos, como oratorio, cripta, espacio de imágenes, ritos y rezos. Las dimensiones de este espacio son de 3 metros de profundidad, por 3,5 m. de anchura y 2 m. de altura. En esta estancia sencilla, pero con muros muy bien labrados, al frente de la puerta y en el muro que hace al sur, se nos muestra un amplio nicho de arco semicircular, muy bien equilibrado, limpiamente tallado, que cobija un hueco rectangular, profundo de medio metro, con reborde ajustable para recibir una lápida, y que sin duda se hizo para contener un cadáver, pudiendo decirse que hizo de enterramiento.
En la pared este, aparece otro amplio nicho excavado que a su vez está flanqueado por dos hornacinas en alto, muy pequeñas. Ese nicho está también excavado en roca dejando hueco para recibir un cuerpo. Y todavía en la cara oeste se comenzó a tallar un tercero, que no se completó. Solo quedó el labrado guía que marcaba el arco. En las tareas de excavación se ha hallado una lucerna o lámpara de aceite, adornada y decorada con mamelones, un asa, de época altomedieval, y una moneda de cobre, medieval también. La conclusión de los arqueólogos es que se trata de un eremitorio de época tardoromana o altomedieval.
Sin duda, es este un ejemplo muy elocuente de un lugar habitado por eremitas. Es la estancia ideal de esa forma de vida, religiosa y anacorética: una cueva tallada en la roca, con apoyos y hornacinas, para funciones de rito religioso o con intenciones de enterramiento, al que solo accedía el eremita de turno. Y una estancia apoyada y unida a la roca, que servía de residencia al individuo que allí habitaba, y donde recibía a los peregrinos, visitantes y admiradores.
Puerta de entrada al eremitorio de Pareja.
El lugar se puede encuadrar en el grupo de cuevas que tienen por su centro el Monasterio Servitano de Aracávica, y que sembró de seguidores (eremitas que previamente se habían formado en su claustro, o anacoretas simples) el amplio entorno de la Alcarria baja, en torno a los ríos Tajo y Guadiela, y sus pequeños afluentes. En ese sentido, el auge de este eremitorio debe centrarse entre los siglos VI al IX d. de C., abarcando el periodo visigodo y el inicial islámico, en el que estas gentes siguieron practicando, a solas, y escondidos, sus ritos cristianos.
No es difícil imaginar que en este de Pareja, se centrara un pequeño grupo de eremitas, porque en el entorno de las márgenes abruptas del arroyo Ompólveda, a distintos niveles y con diferentes amplitudes, aún se ven cuevas talladas que solo lo mínimamente vital contenían. La belleza (hoy) de este eremitorio suponía en la Alta Edad Media un ejemplo rotundo de eremitismo ideal, al uso de lo tradicionalmente contemplado como la entrega en el desierto de San Antón Abad, en la profundidad de Egipto, o los anacoretismos admirados de San Macario en la región tebana y San Millán en la Cogolla. Aunque más grande, y más completo, monumental casi, este de Pareja es copia e imitación casi calcada del eremitorio con tumba de Arcávica, donde se mantuvo siempre solitario viviendo entre rocas talladas y bajo techumbre de ramas, ante la cueva que contenía el nicho excavado donde se depositaron y veneraron largos siglos los restos mortales del fundador Donato, el Africano, creador de aquel Monasterio Servitano puesto a los pies de Ercávica, y verdadero motor del eremitismo en toda la Alcarria. ¿Qué santo varón ocupó, a su muerte, el nicho del eremitorio pareliense? No ha quedado rastro de su nombre, ni memoria de sus hazañas. Pero al entrar en él, bajo sus muros tallados, aún parece escucharse el murmullo de las oraciones y la emoción de una vida intensa y concentrada, la de los eremitas altomedievales.