El Festival Gigante, pros y contras de la cita musical del verano

04/08/2025 - 13:45 Redacción

El Festival Gigante volverá a celebrarse en Guadalajara los días 28, 29 y 30 de agosto de 2025, con un cartel que reúne a nombres como Crystal Fighters, Carolina Durante, Lala Love You o Carlos Ares. La cita, que se fugó durante unos años de la ciudad para refugiarse en Alcalá de Henares, no ha tenido problemas para regresar y recuperar su sitio como un evento destacado de nuestro calendario cultural, pero no por ello deja de presentar dudas. 

El Gigante es un festival querido, asentado y reconocible, pero también un evento que parece vivir en una constante búsqueda de identidad, sin terminar de concretar una apuesta clara, como si desconfiará de su capacidad para ser una cita destacada más allá de la coctelera de grupos y géneros. Y que además tampoco termina de aprovechar del todo su simbiosis con el entorno urbano de la ciudad, del que este año estará aún más alejado. A las puertas de una nueva edición —y de un nuevo recinto—, estos son sus pros y contras.

A favor. Todos sabemos que el Gigante no es el festival de pop e indie español que parecieron querer vendernos en sus, ya lejanos, inicios.  Sin embargo, esto no quiere decir que su apuesta por el género no sea evidente. Este año, sin ir más lejos, combina bandas consolidadas, como Carolina Durante, La La Love You o Mando Diao, con propuestas emergentes, como Colectivo Da Silva, Lady Ma Belle, Maren.  Al margen de eso, su mezcla de estilos, que incluye también mestizaje; folk, como Maren o Travis Birds; y cantautores, como Diego Cantero; le permite atraer a un público más diverso y familiar.

Ahora bien, eso tiene un lado negativo. El Gigante no termina de definir una línea clara, diluye su marca cultural. Y a veces uno se pregunta si eso no es más miedo que otra cosa, como cuando en Los Serrano metían personajes de todas las edades y grupos sociales para alcanzar el mayor número posible de audiencia. Sí, triunfaba, pero...

Es de aquí. Aunque durante algunos años se trasladó a Alcalá de Henares, nació en Guadalajara, a la que terminó regresando. Su historia está íntimamente ligada a la ciudad que le acunó y le ayudó a crecer. Esa fidelidad y amor del público local sigue siendo uno de sus grandes activos. Es muy difícil criticar cualquier aspecto del Gigante sin ser objeto de un linchamiento público. Este año habrá que ver qué actuaciones del Gigante llegan al casco urbano y dónde concretamente. Lo que sí está claro es que volveremos a ver en él nombres de Guadalajara, como Despistaos, Eva Ryjlen o The Sweet River Band. 

PERO.... este año también estrena nueva ubicación, en el recinto ferial, al otro lado de la A2, allí donde las peñas no querían ir en fiestas porque estaba demasiado lejos del centro. "A 20 minutos caminando", siendo optimistas y estando en buena forma, del camping situado en San Roque... y eso sin contar con que vayas hecho un piojo. Las pistas de la Fuente de la Niña ya no sufrirán -al menos hasta los conciertos de ferias, cuando el césped vuelva a ser implacablemente pisoteado-, pero lo que sí lo hará es la sinergia con el comercio local. Ya no será tan fácil bajar paseando a los bares de San Roque o al centro. Ni tendrás un cesped en el que sentarte a escuchar los conciertos en un festival muy familiar. Ganarán la barra del bar del festival y sus foods truck, perderá la ciudad. 

Es familiar. Sin los precios ni las aglomeraciones de los macrofestivales, el Gigante ofrece una experiencia amable y cercana, con entradas asequibles y una programación que no necesita grandes artificios para funcionar. Los niños con menos de 8 años entran gratis y hay hasta un espacio para dejar a los que tienen de 5 a 10 años durante una hora y media. 

Y hasta ahí llega todo. Festivales como Sonorama, Brisa o Primavera Sound despliegan exposiciones, foros, encuentros o ciclos en librerías y museos, pero el Gigante sigue funcionando como un evento encapsulado: tres días de conciertos, un par de actuaciones el sábado a medio día en el centro y poco más. Tan solo una bella exposición de acuarelas de ISabel Salas que se podrá ver en la Biblioteca Municipal del 16 al 31 de agosto. ¿Está periendo una oportunidad perdida para integrarse en la vida cultural de Guadalajara de forma más transversal? Una oportunidad que, por cierto, sí se ha visto en otras propuestas musicales, como el Panorámico.  

El Festival Gigante es un buen festival... "para ser de Guadalajara", dicen algunos. Tiene un público fiel, una organización sólida y un cartel competitivo. Pero su mayor problema es precisamente ese: que "no es malo". Le falta convicción. Le falta singularidad. Le falta una narrativa que lo haga imprescindible y le falta creerse más que es de Guadalajara. Se fue, y otras propuestas menos megalómanas, pero efectivas, llenaron su hueco. Ha vuelto y se le ha dado un fuerte abrazo, pero no es el hijo pródigo. No se trata solo de recibir de la ciudad. También hay que dar... y parece que en esta relación una de las dos partes siempre tiene que dar más que la otra.  

En 2025 veremos un nuevo cambio en esta relación, ese nuevo emplazamiento que puede ser un punto de inflexión. Pero al margen de cómo funcione, el Gigante será una buena oportunidad para disfrutar de un completísimo escaparate musical. Puede que en Madrid tengan más a mano mucho de estos grupos, pero para los vecinos de Guadalajara amantes de la música, los que de verdad aman esta cita, es una oportunidad que esperan durante todo el año... de ahí el éxito de esa estrategia promocional que arrasa año tras año, sacar un abono tirado de precio casi sin nombres, pero que vuela, porque aquí amamos la música.  La música está. El nombre también. Solo falta que el Gigante —como su nombre promete— dé el paso de verdad.