El Festival Panorámico cerró con la profundidad de Vetusta Morla y Vinila von Bismark
01/10/2010 - 09:45

El Qubocultural.zip volvió a despedir el Panorámico por todo lo alto. Un año más, la ecléctica propuesta musical colgó el cartel de no hay entradas y consiguió traer a la capital de la provincia a un grupo musical de peso. En esto caso el protagonismo se asentó sobre los hombros de Vetusta Morla. El grupo madrileño, auténtica revelación del mundo musical, ha conseguido cimentar una apuesta musical que juega con el pop y la poesía, pero que llevada al escenario no tiene ningún complejo a la hora de endurecer su discurso. Un broche de oro para una cita musical que también contó con la presencia de la polifacética Vinila von Bismarck.
Es sin duda el disco del año, aseguraba uno de los asistentes. Vetusta Morla todavía no había subido al escenario y la Sala Óxido ya esperaba con impaciencia su llegada. El Qubocultural aún mantiene su pegada, una capacidad para atraer masas a la que se sumaba el carisma del últmio grupo revelación que ha dado la escena patria. Con su primer trabajo, Vetusta Morla ofrece un disco que suena sosegado en el cd, pero que, como ocurre con los grandes, guarda muchas sorpresas para el directo, aunque eso todavía estaba por llegar. Mientras en el escenario principal continuaba la espera, el festival ofrecía a los asistentes su variada oferta musical. En la entrada, dj´s y música tecno, bacalao para aquellos que son incapaces de apreciar los matices. Y en una sala del piso superior, un pequeño y agradable zulo para los irreductibles galos del heavy metal en la que también se prometían futuras incursiones en otros géneros musicales, como el house. Sin embargo, ninguno de estos dos espacios tenía el protagonismo de la noche. La Sala Óxido recibía un invitado de honor que a lo largo de los últimos meses ha ido cogiendo más relevancia en el escenario musical del país. No en el de los grandes conciertos, que quedan reservados para otros fenómenos, sino en el escenario de ese mundo musical que aporta un fondo a sus canciones capaz de trascender la forma de los ritmos. En algunos casos, basta con que una canción sea bailable, pero es mejor cuando uno puede cantarla mientras siente las notas en el corazón. Vetusta Morla lo sabe.
El sábado, a las diez de la mañana, los fans más despistados del grupo y del festival hacían cola en la Sala Óxido para intentar hacerse con una de las aproximadamente 20 entradas que todavía estaban a la venta. Ante el lleno, los responsables, conscientes del poder de convocatoria del grupo, decidieron sacar a la venta unos pases que permitirían el acceso al festival una vez finalizase el concierto de Vetusta Morla. Buena parte del público se había desplazado desde Madrid para verles y no tenía intención de quedarse a ver todas las actuaciones. Además, el Qubocultural tenía otros reclamos que sumar a la presencia del grupo madrileño. Después de su actuación, en torno a las tres y media de la madrugada, Vinila von Bismark tomó el control de la sala central para explotar su faceta de dj. Para cuando entró en escena, ya le flaqueaban un poco las fuerzas a un festival que había echado el resto con su actuación estelar.
Los miembros de Vetusta Morla aparecieron sobre el escenario en medio de una intensa ovación dispuestos a abrir fuego con Autocrítica. No tardó el público en acompañarles en sus letras, uno de los grandes atractivos que ofrece este grupo. Aunque no renuncian a jugar con cierto surrealismo, para su primer disco han conseguido obtener un equilibro difícil de lograr entre los mensajes más explícitos y la poesía. En sus conciertos, el intimismo de canciones como Al respirar se dio la mano con la declaración de principios en la que debería llegar a convertirse la rotunda sonoridad de Sálvese quien pueda. Incluso, en medio de ese juego entre pop y rock, se dejó entrever algo de psicodelia en La Marea. Vetusta Morla confirmó en Guadalajara que tienen su éxito merecido y que están disfrutando de él. Hablar sobre su futuro, como siempre que se habla del mañana, es arriesgado, pero en el momento presente asistir a una de sus actuaciones debería ser casi una obligación. Al menos, para aquellos a los que les guste este tipo de propuestas, porque, como demostró una año más el Quboculturual, en esto de la música cada uno es muy de su padre y de su madre.
El sábado, a las diez de la mañana, los fans más despistados del grupo y del festival hacían cola en la Sala Óxido para intentar hacerse con una de las aproximadamente 20 entradas que todavía estaban a la venta. Ante el lleno, los responsables, conscientes del poder de convocatoria del grupo, decidieron sacar a la venta unos pases que permitirían el acceso al festival una vez finalizase el concierto de Vetusta Morla. Buena parte del público se había desplazado desde Madrid para verles y no tenía intención de quedarse a ver todas las actuaciones. Además, el Qubocultural tenía otros reclamos que sumar a la presencia del grupo madrileño. Después de su actuación, en torno a las tres y media de la madrugada, Vinila von Bismark tomó el control de la sala central para explotar su faceta de dj. Para cuando entró en escena, ya le flaqueaban un poco las fuerzas a un festival que había echado el resto con su actuación estelar.
Los miembros de Vetusta Morla aparecieron sobre el escenario en medio de una intensa ovación dispuestos a abrir fuego con Autocrítica. No tardó el público en acompañarles en sus letras, uno de los grandes atractivos que ofrece este grupo. Aunque no renuncian a jugar con cierto surrealismo, para su primer disco han conseguido obtener un equilibro difícil de lograr entre los mensajes más explícitos y la poesía. En sus conciertos, el intimismo de canciones como Al respirar se dio la mano con la declaración de principios en la que debería llegar a convertirse la rotunda sonoridad de Sálvese quien pueda. Incluso, en medio de ese juego entre pop y rock, se dejó entrever algo de psicodelia en La Marea. Vetusta Morla confirmó en Guadalajara que tienen su éxito merecido y que están disfrutando de él. Hablar sobre su futuro, como siempre que se habla del mañana, es arriesgado, pero en el momento presente asistir a una de sus actuaciones debería ser casi una obligación. Al menos, para aquellos a los que les guste este tipo de propuestas, porque, como demostró una año más el Quboculturual, en esto de la música cada uno es muy de su padre y de su madre.