El Festival Por Arte de Magia llena en sus sesiones del fin de semana

14/02/2016 - 16:46 J.Pastrana


¿Qué tiene más mérito, engañar o dejar que te engañas? La magia es cosa de dos, de la habilidad del mago y de la imaginación del espectador. En el mundo del cine digital y las imágenes imposibles lo más complicado es hacer comprender al público la belleza de la ilusión. Por eso los niños son un público perfecto para los magos, porque están dispuestos a dejarse asombrar.
Este año, el Festival Internacional Por Arte de Magia tenía cinco protagonistas con características bien distintas. Michael  Grasso representaba esa magia de las grandes ilusiones, la de mujeres que desaparecen en cajas cerradas a cal y canto que son atravesadas por espadas. Eso hace que sea difícil sorprender, pero no por ello resulta menos asombroso el espectáculo. Uno ya sabe qué pasará y tiene alguna noción del por qué -que si espejos, dicen-, pero tiene que reconocerse a sí mismo que en esos cajones no caben dobles fondos… A no ser qué… Y el escéptico se instala en la teoría mientras el niño disfruta.
    El paso de Joaquín Kotkin tuvo más de monólogo de humor que de pase de magia. No es que sus trucos no resultasen asombros, es que la simpatía del mejicano acabó ahogando su magia. Y eso que realmente su show tuvo muchas similitudes, quizás demasiadas, con el que ofreció el viernes en la gala Magia de Cerca, en la que ofreció incluso un mayor rendimiento. Es lo que tiene el carisma, que uno lo disfruta más en recintos pequeños.
    El coreano Kim Young Min llegó envuelto en un aura de misterio muy de agradecer en estos espectáculos. Protegido por un amplio y holgado abrigo, su apuesta dejaba mucho hueco para las especulaciones, pero resultaba indudablemente hermosa y hasta arriesgada, sobre todo gracias a un final en el que no falto una explosión de color, en este caso polvo de oro.
    Si hubiera que elegir un protagonista para la velada, puede que ese fuera Héctor Mancha, actual campeón del mundo de magia. Con unas manos inusitadamente grandes y la camisa bien arremangada, asombró con su capacidad para traer de la nada ¿billetes, cartas? Perdonen la miopía. Su puesta en escena dinámica y divertida sin llegar a ser humorística permitió disfrutar plenamente de su inigualable destreza.
    A Jorge Blass se le nota cómodo en el escenario del Buero Vallejo. Sabe que también es su casa. El también director de la cita, no dudo a la hora de buscar la complicidad del público. Primer, con un grupo de diez niños y después con todo el auditorio. Precisamente fue con las más de 1.000 personas reunidas en el Buero, a las que se había entregado un taco de siete “cartas” al pasar al auditorio, con las que realizó una osada peripecia. La idea era, sin mirar las cartas, lograr que todo el auditorio se quedara con la misma. El resultado no fue perfecto y el escéptico aludirá a las matemáticas, pero lo cierto y verdad es que el mago se llevo una sonora ovación y el respecto de prácticamente todo el público.
    ¿Y en cuanto a Norbert Ferrer? Lo primero que se debe decir de él es que resulta entrañable. Lo segundo, que probablemente más de uno se fue pensando en sus pies más que en sus manos. Prestidigitador con pelotas y cartas, uno no sabe si el francés es más mago que clown o viceversa. Entre el humor y los malabarismos, justo ante la atenta mirada del espectador y sin que éste se diera cuenta, se desembarazó de los zapatos que llevaba en los pies para hacerlos volar hasta una caja. Lo sorprendente, y esto es necesario remarcarlo, no fue que aparecieran en la caja, si no que delante de todo el mundo, aunque sin previo aviso, eso sí, hubieran escapado de sus pies.
    Puede que la gala internacional no fuera memorable, pero sí cumplió con todas las expectativas. Además, en este Festival Por Arte de Magia, hay una cosa que siempre debería quedar clara. Abrir bocas, lo que es abrir bocas, se abren más en la Gala de Magia de Cerca.
    El viernes, ante poco más de un centenar de espectadores reunidos en la Sala Tragaluz, tres magos demostraron que la magia es más asombrosa cuanto más cerca ocurre. Miguel Ajo, con un buen sentido del humor y sentido del ritmo, se llevó un buen saco de aplausos gracias a un cubilete y una pelota… y un bola de billar y un limón, pero eso más largo de explicar. También de humor tiro Kotkin, quien además sacó pecho de sus habilidad como carterista al robarle su reloj a un voluntario, pero el auténtico triunfador de la velada fue Luis Olmedo, campeón de España de Cartomagia. Con una cámara justo encima de sus manos y una pantalla gigante proyectándolo todo hizo viajar de un lado a otro cartas, monedas y hasta convirtió una baraja en… otra cosa. Simplemente asombroso, de puro simple. Porque la magia es así. Las cosas pasan, uno ve que han pasado y se pregunta cómo. Bueno, eso es el escéptico. El niño simplemente deja que su boca se abra, se abra y se siga abriendo.