El gallego que no sabía que era de Luxemburgo

29/06/2018 - 17:54 Blanca Calvo

Tengo muchos y muy buenos recuerdos de Xavier Puente Docampo.

Xabier Puente Docampo era, entre otras muchas cosas, miembro del Seminario de Literatura Infantil y Juvenil de Guadalajara. Se quiso inscribir formalmente hace poco, pero ya lo era en espíritu desde el principio, hace más de treinta años, y siempre estaba dispuesto a aportar su lucidez y entusiasmo, primero a los encuentros de animación a la lectura que organizó el SLIJ entre 1985 y 1995 y luego a los maratones de los cuentos que les siguieron. Tengo muchos y muy buenos recuerdos de Xabier, y entre ellos selecciono cuatro que me permiten despedirme de él con coraje y humor, como a él le gustaría.

El primero es de principios de los noventa, cuando el Maratón de los Cuentos coincidía con el Encuentro de Animación a la lectura, al que acabó por absorber. Xabier había venido a dar una conferencia, y la noche anterior estábamos cinco o seis personas en el claustro del Palacio del Infantado con la luna y las estrellas como única luz. Nos estábamos contando cuentos, como en una especie de ensayo general de lo que vendría al día siguiente, y entonces Xabier tuvo una ocurrencia peregrina: si alguna@ de nosotr@s quería quedarse escuchando, él se comprometía a permanecer contando hasta el día siguiente, para que el Maratón consiguiera su segunda noche y avanzara de golpe muchas horas. Excuso decir que nadie dio el paso para ser su oyente nocturn@, y es que era imposible encontrar otra persona como él, capaz de concebir y realizar cosas tan desmesuradas como esa cuando los cuentos andaban de por medio.

El segundo es bastante posterior, de una edición del Maratón a la que vino para otra conferencia... o eso creía él. Llegó cuando estábamos terminando el montaje, en esos momentos apresurados en los que parece que no se llega a todo, y una de las cosas que faltaba era poner las luces en los puestos de los libreros que venden durante ese fin de semana. Xabier, que nos vio apuradas, pidió una escalera y se puso a colocar luces, y cuando terminó se autoproclamó “Electricista del Maratón”. Para poder venir todos los años, porque “los electricistas, al contrario que los conferenciantes, son necesarios siempre”.

El tercero se ha convertido para mí en una filosofía de vida. Era un Maratón de principios de la crisis, y se estaba hablando en el salón de actos del azote que suponía ésta para la cultura. Porque si siempre les cuesta a nuestr@s representantes invertir en cultura, con ella habían encontrado la coartada perfecta para dejar sus arcas vacías. Xabier, desde el patio de butacas, dijo algo que se me ha quedado grabado para siempre: “Lo contrario de la cultura no es la incultura, sino la barbarie. Y la cultura cuesta dinero; por eso, quienes queremos una sociedad no dominada por la barbarie tenemos la obligación de poner dinero de nuestros bolsillos y abrir para la cultura cajas de resistencia, como las que antes hacían los sindicatos, con el fin de mantenerla viva”. No se limitó a hablar: ese año, para inaugurar la caja del SLIJ, renunció a cobrar la conferencia para la que había venido, predicando con el ejemplo, que es la mejor forma de convencer. Y debió de seguir predicando mucho de la misma manera en los años posteriores, abriendo cajas por aquí y por allá, al tiempo que bromeaba sobre el panorama que se iba a encontrar su mujer, María Jesús, cuando él muriera y viera los “despilfarros” que estaba practicando abundante y calladamente.

El cuarto recuerdo ha sido hasta ahora un secreto entre él y pocas personas más. También tiene que ver con su generosidad y su amor por los cuentos. En 2012, el SLIJ recibió una ayuda europea para hacer el Maratón de los Misterios de Europa, y ello le obligaba a invitar a narradores orales de los 27 países que entonces formaban la UE, más los 3 del Espacio Económico Europeo. Hicimos muchas llamadas y en todos los lugares encontramos muy buen@s profesionales... en todos salvo en Luxemburgo, donde no fue posible encontrar a nadie que contara cuentos, quizá porque no lo había, quizá porque no supimos buscar bien. Así que, para que no faltara una historia de ese país, le propusimos a Xabier que la fabricara. La verdad es que se quedó boquiabierto con la propuesta, pero no la rechazó (era de imaginar, conociendo su reacción ante los retos) y, pasados unos días, nos mandó una clásica leyenda de misterio luxemburguesa que, si existe la justicia poética y empujamos bien sus amig@s, se convertirá en clásica. Se titula La Torre de Pettingen. No era fácil meterse en el ambiente luxemburgués pero él lo consiguió y, una vez que la leáis –la incluimos a continuación-, opinaréis, como nosotr@s, que el resultado es perfectamente misterioso y centroeuropeo.

La última vez que nos vimos fue en noviembre. Le pedimos que viniera a Sigüenza un fin de semana para ayudarnos a pensar en Guadalajara como Ciudad de los Cuentos, y vino con María Jesús. A pesar de su enfermedad y su lucidez, estuvo alegre y participativo como el que más. Creo que se había propuesto seguir defendiendo hasta el final aquello por lo que le había valido la pena vivir, sin lamentaciones de ninguna clase.

   El SLIJ ha perdido, con su muerte, un socio excepcional. Entre tod@s tendremos que reunir lo que él representaba y, aunque nunca llegaremos a su inteligente sentido del humor, quizá podamos heredar algo de su tenacidad y su claridad de ideas. Y siempre, siempre, estaremos agradecid@s por lo mucho que nos ha dado a lo largo de estos años.