El maratón

14/06/2019 - 18:49 Jesús de Andrés

El Maratón es patrimonio inmaterial, un bien preciado que otros desean.

En pleno maratón de pactos en toda España, comienza un año más el Maratón de los Cuentos de Guadalajara. Es posible que lo inaugure un alcalde y lo cierre otro, o no. Es posible que el actual alcalde y el principal aspirante no puedan asistir a su apertura, como han hecho todos los alcaldes hasta la fecha, por estar negociando qué apoyos tendrán al día siguiente. Unos y otros se juegan mucho y no debe ser fácil estar en el lugar de los tres concejales de Ciudadanos que decidirán hacia dónde bascula el bastón de mando. La cuestión es si debe gobernar el partido ganador o si, por el contrario, se alcanza un acuerdo para que presida la corporación la segunda lista más votada. Qué lejos quedan aquellas quejas sobre posibles negociaciones en los despachos para obtener lo que no dieron las urnas y aquellas peticiones de leyes que dieran la alcaldía al más votado. Los argumentos, para unos y otros, como era de esperar, varían en función de su oportunidad.

Ajena en parte a esa discusión, aunque mirando por el rabillo del ojo lo que ocurre el sábado en la plaza Mayor, buena parte de la ciudad se volcará en la gran fiesta de la palabra que es el Maratón. Se trata del festejo cultural con mayor participación e implantación social, de una celebración compartida que es seña de identidad no sólo de la ciudad sino también de la provincia. Vuelven la palabra dicha, la realidad de la ficción, los personajes clásicos y los recién inventados. Retorna a las calles la fantasía en prosa y en verso. Y este año lo hace de nuevo en su ubicación natural, el Palacio del Infantado, sumando un símbolo a otro. Regresa una fiesta de todos y para todos que fue inventada aquí, que otros lugares han copiado con mayor o menor éxito. Se llenarán el patio del Palacio y sus salas de fábulas y leyendas relatadas por todo tipo de personas, unidas por el lenguaje y la imaginación. La ciudad será invadida por pacíficos visitantes amantes de la literatura, de los libros, de la narración oral, de los buenos relatos.

El Maratón es patrimonio inmaterial, un bien preciado que otros desean. Es desde hace años parte indisoluble de nuestra esencia, metáfora de lo que somos y, sobre todo, de lo que queremos ser. Es sin duda motivo de orgullo de los habitantes de la ciudad y debería serlo de todos sus gobernantes. A la hora de escribir estas líneas no se sabe quién será el próximo alcalde, si Antonio Román o Alberto Rojo, ni los votos o abstenciones que cada uno conseguirá sumar, pero sí está claro que, sea quien sea, deberá ponerse al frente de ese gran logro colectivo que es el Maratón de los Cuentos, apoyándolo y cuidándolo como elemento destacado de la ciudad que tendrá que gobernar en los próximos cuatro años.