El olor a rueda quemada tomó las calles de la capital

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Ferias y Fiestas
La plaza de Bejanque albergó ayer por la tarde una multitudinaria concentración motera, que consiguió reunir a unas 150 máquinas de diversos tipos y a más de 200 personas. Aunque el acto es tradicional ya en estas fechas festivas en el seno de la peña El Caracol, que la organiza cada año para sus propios peñistas con un recorrido por calles y bares de la ciudad, en esta ocasión el Ayuntamiento de Guadalajara incluyó la actividad en su programa, haciéndolo extensivo para toda la ciudadanía y quien quisiera participar en ella.
El sol quemaba a las cuatro de la tarde y la temperatura subió aún más cuando las motos, procedentes de diversos puntos de la ciudad y la provincia, comenzaron a llenar el aparcamiento situado tras la Puerta de Bejanque. Durante algunos minutos se pudo disfrutar de diversos, originales y vistosos modelos de Harley Davison, Vespa, Honda, Kawasaki y un sinfín de conocidas marcas del mundo del motor. Además de peñistas y participantes, fueron también muchos los ciudadanos que se acercaron hasta la plaza para observar la exposición de motos, que aguardaban la salida, mientras no paraban de llegar nuevos moteros. Algunos solos, otros en grupo, muchos con sus acompañantes en la parte trasera y varios con sus propias hijas (eso sí, mayores de 8 años y con las medidas de seguridad adecuadas), todos esperaban la salida, que marcaría la peña El Caracol y la Policía Local, que desplegó un amplio dispositivo en la zona y a lo largo de todo el recorrido para garantizar la seguridad de todos los participantes y el resto de usuarios de las vías a las que afectó el tour motero o motorada, como lo llaman desde hace casi 30 años los peñistas de El Caracol, grandes aficionados a este mundo.

La ciudad sobre ruedas
Una vez todo preparado, agentes motorizados –como no podía ser de otra manera– de la Policía Local abrieron el paso y tras ellos, una larga fila de motoristas llenó la rotonda de Bejanque, abandonándola hacia la calle Ramón y Cajal. Los agentes policiales regularon el tráfico en todo momento, y salvo pequeñas retenciones, no hubo problemas de atasco ni accidente. Una vez desalojado el aparcamiento de Bejanque, los motoristas recorrieron las calles Santiago Ramón y Cajal, Ingeniero Mariño, Madrid, Paseo de la Estación, Francisco Aritio, de la Isabela, Carabaña, Buenafuente, Julián Besteiro, avenida del Ejército, túnel de Aguas Vivas, Boulevard de Entrepeñas, avenida del Atance, Zaragoza, Capitán Boixareu Rivera, Virgen del Amparo y avenida de Castilla, para desembocar todos en el antiguo recinto ferial, el parque de Adoratrices, donde descansaron durante unos momentos y fueron disipándose, cada uno de vuelta a su garaje. Salvo los peñistas de El Caracol, quienes, como es tradición desde hace tantos años como recuerdan la mayoría de sus componentes, recorrieron cuatro bares de la ciudad donde saciaron la sed del viaje con cuatro barriles de cerveza. No todos ellos viajaron en la ciudad en moto. De hecho, los que lo hicieron la dejaron para comenzar con su ruta por los bares de la capital, y el resto, viajaron en camionetas que los desplazaron por los distintos puntos en los que los esperaban los ansiados barriles.

Tradición motera
Toda la ciudad quedó así envuelta por los zumbidos de los motores y el olor a goma quemada de las grandes ruedas de las motos, que recorrieron sobre ruedas toda la capital. Los que paseaban por la capital se volvían para ver el espectáculo motero. La gente salía a las ventanas de sus hogares para ver la estela de la motorada. La tradición motera en Guadalajara es bastante amplia y asidua, como se demostró ayer, puesto que nadie faltó a su cita con la motorada de El Caracol, una de las actividades que más gusta a estos peñistas. Pero este año, especial para ellos, no ha sido la única que han preparado, puesto que se trata de su 30 aniversario y lo están celebrando por todo lo alto. Dentro de las Ferias y Fiestas ya han celebrado una cena de aniversario, con verbena y charanga incluidas y no pararán hasta que termine, y aún continuarán después, con una especie de cena ‘de gala’, que al parecer, organizarán en otoño.

El Caracol está formado por 340 peñistas. A pesar de llevar 30 años ‘dando guerra’ en las Ferias, se mantienen firmes con sus tradiciones y con su atuendo, camiseta blanca, fajín y pañuelo morado y pantalón vaquero. También es tradicional su amistad con la peña Spynce, que este año se ha visto reforzada aún más, dado que ahora ambas han dejado de formar parte de la Federación de Peñas de Guadalajara. Junto a ellos, organizarán una gymkhana infantil y una fiesta del agua en el parque de La Concordia. En ese mismo emplazamiento han instalado este año, por primera vez, una enorme carpa en la que según asegura el presidente de la formación, Ángel Mariano Machuca, “se encuentran cómodos y contentos”.

El éxito de su motorada se repite año tras año. En esta ocasión la afluencia ha sido mucho más alta dado que la actividad se encuentra incluida dentro del programa festivo del Ayuntamiento. Incluso José Luis Maximiliano, concejal del Grupo municipal de Izquierda Unida, decidió adherirse con su Vespa color blanco a la motorada de ayer.

Para formar parte de El Caracol y disfrutar desde dentro y año tras año de su particular homenaje a la moto, es necesario atravesar ‘el bautizo’, como ellos lo llaman. Se trata de una serie de pruebas y ‘maldades’ que comprueban si la persona es apta para ser un caracol o no lo es. Como explica Mariano Machuca, “todos los novatos tienen miedo antes de las pruebas, pero luego lo pasan bien, y los veteranos, todavía mejor”. Este año han sido más de 50 las personas que han decidido unirse a El Caracol, puesto que el citado ‘bautizo’ se espera multitudinario y más divertido que nunca.