El Recuenco y el mimbre

04/06/2022 - 13:17 Luis Monje Ciruelo

Artículo publicado el 2 de diciembre de 1975 y el 3 de junio de 2022 en Nueva Alcarria. Para él, desde esta su casa, nuestro eterno cariño y gratitud por lo que ha representado para esta cabecera y para el periodismo. Monje escribió su primer artículo en Nueva Alcarria el 16 de agosto de 1941 y nunca nos dejó. D.E.P

La carretera que lleva a El Recuenco, tanto por Cifuentes como por Budia, tiene más vueltas y revueltas que “una soga en un talego”, como en gráfica frase suele decirse. Desde la Alcarria se asciende a la Serranía de Cifuentes en una pendiente constante que se prolonga durante casi treinta kilómetros para descender luego bruscamente otra vez a la Alcarria. A más de uno parecerá un contrasentido que al pie de la alta meseta de Villanueva de Alcorón haya un pueblo alcarreño. El Recuenco es esta localidad, que puede presumir de alcarreña casi en el corazón de la serranía.

El viajero queda sorprendido y un tanto temeroso ante el precipicio que bordea la carretera al asomarse a la hoya que ha dado nombre al pueblo. Esa profunda vega del fondo es ya Alcarria. Administrativamente, Alcarria de Guadalajara, pero, topográficamente, Alcarria conquense. El caserío se agrupa en torno a la iglesia, aunque desflecado hacia el Oeste en ligera cuesta arriba. Robustas casas armeras con sólidas esquinas de piedra y puertas en arco, algunas con noble escudo en su fachada, dan fe de la solera histórica y nobiliaria del pueblo.

El Recuenco, con su poco eufónico nombre, padece los males propios de la lejanía. Su distancia a la capital, y más aún, su apartamiento de la ruta principal que lleva a Zaorejas y Molina por el puente de San Pedro, han hecho de él un gran desconocido para la mayoría de los guadalajareños. Y esto no es justo, porque el pueblo tiene carácter y personalidad. Sus aguas van a parar al Guadiela, y su comercio y sus mayores contactos los tiene con el conquense pueblo de Priego. Los vecinos de El Recuenco se quejan del mal estado de la carretera que les une a la provincia.

De nada sirve que su Ayuntamiento ofrezca terrenos gratis en las afueras paraquien quiera construirse un chalé, si no se arregla la carretera. Porque esta vía no es sólo camino de acceso para el visitante, sino ruta al servicio de la gran riqueza de El Recuenco.

El Recuenco es el primer pueblo productor de mimbre en la provincia, con gran diferencia sobre los demás. Su cosecha anual de este arbusto salicíneo se aproxima al millón de kilos, mientras que los pueblos que le siguen, que son Pareja y Cifuentes, apenas llegan a los trescientos mil cada uno. Vienen luego, sin que la mención se haga por orden de importancia, Zaorejas, Gárgoles de Arriba y de Abajo, Trillo, La Puerta, Viana de Mondéjar, etc. El mimbre se paga entre cuatro y cinco pesetas sin pelar, y de veinte a cincuenta ya pelado y clasificado por tamaños Hace tres años se llegó a pagar a diez pesetas el kilo de mimbre sin pelar.

Casi todo el pueblo vive del mimbre. Las tareas de recolección, pelado, clasificado y demás se prolongan casi todo el año, hasta empalmar, a veces, con la cosecha siguiente. Estos trabajos proporcionan jornales de quinientas pesetas a los adultos, y hasta 1.200 y 1.500 pesetas diarias en la recolección a destajo del mimbre. En su mayor parte se envía a Valencia, y también a Alicante, Barcelona y Jaén para su manufacturación. Casi todos los años se exportan también partidas importantes a Alemania, Italia y Francia. Se ha intentado manufacturarlo en el propio El Recuenco, y a tal fin el P.P.O. ha dado cursillos en el pueblo, pero la incipiente industria no ha llegado a cuajar por diversas causas, entre ellas por falta de constancia de las artesanas que iniciaban el oficio.

Los habitantes de El Recuenco presumen de tener una de las vegas más hermosas y fértiles de la provincia. Tiene cerca de 600 hectáreas de superficie, de las cuales casi la mitad están cubiertas de mimbreras. Es una vega en la que se obtienen cultivos de regadío sin necesidad de regar. Su humedad natural le permite recoger excelentes cosechas de productos hortícolas, aun en los veranos más secos.

Pese a ello, El Recuenco ha perdido más de la tercera parte de sus habitantes duran te los últimos quince años.

PD- Palabra de Monje. Gracias, maestro.