El segundo violador del Eixample niega otra agresión

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: EUROPA PRESS
AGRESIÓN
Admite su “asqueroso pasado” pero dice que no intentó violar a nadie en 2009
El segundo violador del Eixample, Alejandro Martínez Singul, admitió este martes ser responsable de su “asqueroso pasado” pero negó los hechos que se le imputan en esta ocasión y acusó a los Mossos d’Esquadra y a la Fiscalía de realizar “seguimientos ilegales”. La menor a la que supuestamente acosó, rompió a llorar en el momento en que lo reconoció entre más de 40 fotografías de agresores sexuales.
Sin embargo, él continuó negando la mayor y dijo: “Logré rehacer mi vida hasta que empezaron a meterme delitos por la cara”. Afirmación tras la cual sentenció no fiarse ni de la Fiscalía ni de los Mossos a los cuales acusó hasta de mentir. Declaraciones todas ellas en tono agresivo y que realizó tapado por la capucha de su sudadera. Así, prosiguió y argumentó que el día 1 de octubre de 2009, salió de casa de su madre durante media hora para hacerse unas pruebas en el hospital.
Respecto a gafas, gorras y camisetas encontradas durante el registro del domicilio de su madre detrás de un armario y en bolsas de plástico, el acusado explicó que “todo el mundo” le conoce, por lo que debe llevar siempre gorra y gafas de sol para pasar desapercibido.
La menor, separada por un biombo de Singul, explicó al juez que el 1 de octubre de 2009 cuando volvía a casa del colegio a la hora de comer, se le cruzó un hombre con gorra y gafas que le pareció extraña y que la siguió hasta su portal para colarse y subir con ella en el ascensor. “Tenía mucho miedo. Me dijo que tenía una pistola”, explicó la niña, que rompió a llorar.
Tras el llanto continuó con el estremecedor relato. Al parecer, el hombre le pidió dinero, pero como ella no tenía, le exigió que se bajara los pantalones. “Me lo pidió tres veces, pero yo no lo hice”. Entonces el hombre la cogió muy fuerte por la cintura y la atrajo hacia él. “Escuchamos un ruido y salió del ascensor”, explicó, “aunque luego intentó volver a entrar”, pero las puertas del ascensor se cerraron y ella subió a su casa.
Asimismo, la menor explicó que en tres ocasiones pudo verle el rostro claramente: cuando la perseguía por la calle y ella se iba girando; cuando entró en el ascensor y ella le preguntó a qué piso iba; y a través del espejo del ascensor cuando la amenazaba.