El surrealismo se hace marioneta

17/09/2011 - 20:21 Diana Pizarro Pesado

 
Mágico era el mejor calificativo que se le pudo poner ayer a la jornada de Titiriguada celebrada en los jardines del Palacio del Infantado. El surrealismo de las marionetas, los que se escondían detrás de ellas, y aquéllos que ponían atmósfera musical a este evento cultural, hicieron que el numeroso público que durante toda la mañana entraba y salía de este monumento de Guadalajara, se viera inmerso en un cuento de los que no se quiere salir. Ya en la puerta, un pequeño títere lanzaba un mensaje de calado. ‘Colabore con este mundo de mie...do. Sonría, que es humano. Tire de la cadena y no sea “guarro”’.
 
El cartel con estas palabras se encontraba justo encima de un retrete del que, al tirar de la cadena, salía una marioneta que encandilaba a las decenas de niños que se arremolinaban alrededor. Uno de esos mágicos personajes era un perro de llamativos colores y marcado acento venezolano. Tanto, que en ocasiones llegaba a parecer el propio Boris Izaguirre.
En el espacio reservado para el Cabaret Titiripoético, el grupo Hermanos Trapp esperaba pacientemente a que finalizase la función principal para dar riensa suelta a su arte y dejar a propios y extraños con la boca abierta. Y es que al margen de sus atuendos, con tintes aflamencados pero con un carácter abiertamente de parodia, hicieron unas interpretaciones a cinco instrumentos que fueron muy aplaudidas por los presentes, los niños sentados tranquilamente en el suelo y como ensimismados con la música, y los grandes de pie conteniendo sus movimientos de caderas.
 
Y como colofón a nuestro cuento, en el escenario un magnífico Staffan Björklunds Teater, procedente de Suecia, representaba una divertida historia a través de unas particulares marionetas. Se trataba, ni más ni menos, de hortalizas. Así, en los protagonistas principales se podían ver a patatas, zanahorias o puerros, sin que eso les restase un ápice de riqueza a sus interpetaciones.