Emoción y recogimiento en una rápida procesión del Santo Entierro
01/10/2010 - 09:45
Por: VIRGINIA BODEGA
SEMANA SANTA- PROCESIÓN DEL SANTO ENTIERRO
Las Cofradías de la Pasión del Señor, Nuestra Señora de los Dolores, el Cristo Yacente del Santo Sepulcro y la Virgen de la Soledad protagonizaron, el pasado Viernes Santo, una de las procesiones del Silencio y el Santo Entierro más rápidas de cuantas se recuerdan. El buen tiempo animó a los fieles a salir a la calle y acompañar un desfile en el que la Soledad quedó descolgada ante el ritmo de los pasos precedentes.
Acostumbradas a los obstáculos de los años precedentes, en los que la lluvia, el viento y el frío habían aguado y complicado, en parte, la procesión del Silencio y el Santo Entierro de la capital, obligando a algunos pasos a terminar su participación antes de lo previsto como ocurrió el pasado 2009, este año el buen tiempo dejó el camino llano a las hermandades que toman parte en este acto, uno de los más importantes de la Semana Santa, protagonizando una rápida procesión que duró incluso menos de lo que es usual. Junto a ello, la buena temperatura de la tarde de Viernes Santo animó a los guadalajareños, que acompañaron por cientos el desfile, sobre todo el recorrido oficial por el que se pudo ver a las cuatro cofradías participantes: la Cofradía de la Pasión del Señor, la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores, la Cofradía del Cristo Yacente del Santo Sepulcro y la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad.
Tal y como estaba previsto, la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad salía de su templo, la iglesia de San Nicolás El Real, en la plaza del Jardinillo, acompañada por cofrades y fieles, hacia las 20.00 horas, para estar en la plaza de Santa María a las 20.45 horas, cuando iniciaría el recorrido oficial de la procesión del Silencio tras las imágenes de las otras tres cofradías participantes. Sólo unos minutos después, prácticamente al tiempo, era la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores la que sacaba a su imagen titular de la concatedral de Santa María, precedida por el paso del Calvario en la Quinta Palabra. La Cofradía de la Pasión del Señor, con los pasos del Cristo de la Expiración, La Piedad y Nuestro Padre Jesús de la Pasión, hacía lo mismo desde su parroquia, Santiago Apóstol. Por último, las puertas de la concatedral vieron salir de ellas a la Cofradía del Cristo Yacente del Santo Sepulcro, con su imagen titular y la Cruz Desnuda de Jerusalén.
Una procesión partida en dos
Las cuatro hermandades debían reunirse linealmente en los alrededores de la concatedral de Santa María, en la calle Ramón y Cajal, para salir en orden de llegada y realizar juntas el recorrido oficial, dibujado por la calle Santiago Ramón y Cajal, plaza de Bejanque, calle Capitán Boixareu Rivera, plaza de Santo Domingo y calle Mayor, desde la que cada cofradía volvería a su parroquia de origen. Sin embargo, y aunque todas realizaron dicho trazado en sus procesiones, lo cierto es que el desfile quedó partido en dos, pues las tres hermandades encargadas de encabezar la comitiva no esperaron a la llegada de la responsable de cerrar la procesión, la Cofradía de la Virgen de la Soledad, que cuando llegó a la plaza de la concatedral vio cómo ya eran muchos los metros que la separaban del resto de la procesión.
A pesar de este corte, lo cierto es que la procesión del Silencio y el Santo Entierro ha salido bastante bien, en palabras del propio presidente de la Junta de Cofradías, Raúl Blanco, quien sin embargo, reconocía la división de la procesión en dos partes. La Cofradía de la Soledad se quedó descolgada de la procesión del Silencio; iban justos de gente y tuvieron que ir haciendo paradas más numerosas e ir más despacio, y eso hizo que se partiera en dos, explicaba Blanco. Por su parte, algunos cofrades de la Soledad se quejaban de que las otras tres hermandades no les habían esperado para hacer el recorrido todos juntos, a pesar de que la imagen de su titular llegó a la hora prevista a la plaza de la concatedral de Santa María.
La más rápida de la historia
Y es que la procesión del Silencio y el Santo Entierro fue, según algunos asistentes, la más rápida de la historia, una opinión que comparte el presidente de la Junta de Cofradías, quien añade que algunos pasos iban adelantados incluso más de cinco minutos sobre la hora prevista. De hecho, cuando la Virgen de la Soledad llegaba a Bejanque, la imagen inmediatamente precedente, el Cristo Yacente del Santo Sepulcro, ya estaba haciendo el giro desde la calle Capitán Boixareu Rivera, la conocida Carrera, hacia la calle Mayor.
Al margen de las prisas, los tiempos y la coordinación entre unas y otras cofradías, siempre complicada por la cantidad de detalles a cuidar y el ingente número de miembros a guiar, lo cierto es que la procesión del Silencio y el Santo Entierro de este pasado Viernes Santo ha sido, seguramente bendecida por el buen tiempo, la temperatura agradable y la ausencia de lluvia de hecho el cielo lucía abierto totalmente en la noche del viernes, una de las más seguidas por el público guadalajareño de los últimos años. Cientos de personas, varios miles, se apostaron a lo largo de dicho trazado, ubicadas en aceras y soportales, para contemplar el desfile de los hermanos penitentes y acompañar al Cristo Yacente en su último camino, ya sin vida.
Amplia representación política
Cerrando y respaldando la procesión, justo detrás de la Virgen de la Soledad y situados tras la Banda Provincial de Música, que como es tradición marcaba el paso de la fase final de la procesión del Silencio y el Santo Entierro, se colocaron los representantes políticos de la capital, la provincia y la región, muy numerosos, junto al presidente de la Junta de Cofradías. No faltó el alcalde de la ciudad, Antonio Román, y casi todos los concejales de su equipo de Gobierno, y tampoco el portavoz del Grupo municipal Socialista, Daniel Jiménez. La Diputación provincial también tuvo una nutrida representación y también realizó el recorrido el delegado de la Junta de Comunidades en Guadalajara, Luis Santiago Tierraseca, y diputados regionales, como José María Bris. Tras ellos, un coche de la Policía Local protegía y cerraba definitivamente la procesión, aunque tras él caminaran muchos ciudadanos que también quisieron arropar el desfile, representación del camino de Cristo hacia el cementerio.
La gran puntualidad en las salidas de las cofradías participantes y la rapidez con la que los pasos realizaron el recorrido oficial permitieron que la procesión terminara mucho antes de lo que es habitual. De hecho, mientras que los cofrades de la Soledad, donde termina la procesión del Silencio oficialmente, solían llegar a San Nicolás cerca de la medianoche, en este caso, la imagen de la Virgen de la Soledad, totalmente desolada, entró en su templo antes de que el reloj marcara las 23.00 horas, por lo que en esta ocasión, la procesión del Silencio y el Santo Entierro apenas duró tres horas.
Ni las obras en el interior de la concatedral, ni las que se llevan a cabo en la plaza Mayor para construir un aparcamiento obstaculizaron el desarrollo normal de la multitudinaria procesión. En el primer caso, aunque durante esta Semana Santa no se está celebrando liturgia en Santa María, de cara a la procesión del Santo Entierro sí se habilitó una pequeña parte del templo para la salida de las distintas imágenes. En el caso de la plaza Mayor, aunque su acceso desde Miguel Fluiters estaba previamente cortado por las obras, la empresa constructora abrió este paso el pasado Miércoles Santo para permitir que las distintas procesiones que por allí pasan no tuvieran que variar su recorrido. Así permanecerá hasta que concluyan todos los actos de la Semana Santa, ya que hoy mismo, la procesión del Cristo Resucitado atravesará este punto en su recorrido hacia la iglesia del Fuerte, donde tendrá lugar la tradición Eucaristía de Resurrección.
Tal y como estaba previsto, la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad salía de su templo, la iglesia de San Nicolás El Real, en la plaza del Jardinillo, acompañada por cofrades y fieles, hacia las 20.00 horas, para estar en la plaza de Santa María a las 20.45 horas, cuando iniciaría el recorrido oficial de la procesión del Silencio tras las imágenes de las otras tres cofradías participantes. Sólo unos minutos después, prácticamente al tiempo, era la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores la que sacaba a su imagen titular de la concatedral de Santa María, precedida por el paso del Calvario en la Quinta Palabra. La Cofradía de la Pasión del Señor, con los pasos del Cristo de la Expiración, La Piedad y Nuestro Padre Jesús de la Pasión, hacía lo mismo desde su parroquia, Santiago Apóstol. Por último, las puertas de la concatedral vieron salir de ellas a la Cofradía del Cristo Yacente del Santo Sepulcro, con su imagen titular y la Cruz Desnuda de Jerusalén.
Una procesión partida en dos
Las cuatro hermandades debían reunirse linealmente en los alrededores de la concatedral de Santa María, en la calle Ramón y Cajal, para salir en orden de llegada y realizar juntas el recorrido oficial, dibujado por la calle Santiago Ramón y Cajal, plaza de Bejanque, calle Capitán Boixareu Rivera, plaza de Santo Domingo y calle Mayor, desde la que cada cofradía volvería a su parroquia de origen. Sin embargo, y aunque todas realizaron dicho trazado en sus procesiones, lo cierto es que el desfile quedó partido en dos, pues las tres hermandades encargadas de encabezar la comitiva no esperaron a la llegada de la responsable de cerrar la procesión, la Cofradía de la Virgen de la Soledad, que cuando llegó a la plaza de la concatedral vio cómo ya eran muchos los metros que la separaban del resto de la procesión.
A pesar de este corte, lo cierto es que la procesión del Silencio y el Santo Entierro ha salido bastante bien, en palabras del propio presidente de la Junta de Cofradías, Raúl Blanco, quien sin embargo, reconocía la división de la procesión en dos partes. La Cofradía de la Soledad se quedó descolgada de la procesión del Silencio; iban justos de gente y tuvieron que ir haciendo paradas más numerosas e ir más despacio, y eso hizo que se partiera en dos, explicaba Blanco. Por su parte, algunos cofrades de la Soledad se quejaban de que las otras tres hermandades no les habían esperado para hacer el recorrido todos juntos, a pesar de que la imagen de su titular llegó a la hora prevista a la plaza de la concatedral de Santa María.
La más rápida de la historia
Y es que la procesión del Silencio y el Santo Entierro fue, según algunos asistentes, la más rápida de la historia, una opinión que comparte el presidente de la Junta de Cofradías, quien añade que algunos pasos iban adelantados incluso más de cinco minutos sobre la hora prevista. De hecho, cuando la Virgen de la Soledad llegaba a Bejanque, la imagen inmediatamente precedente, el Cristo Yacente del Santo Sepulcro, ya estaba haciendo el giro desde la calle Capitán Boixareu Rivera, la conocida Carrera, hacia la calle Mayor.
Al margen de las prisas, los tiempos y la coordinación entre unas y otras cofradías, siempre complicada por la cantidad de detalles a cuidar y el ingente número de miembros a guiar, lo cierto es que la procesión del Silencio y el Santo Entierro de este pasado Viernes Santo ha sido, seguramente bendecida por el buen tiempo, la temperatura agradable y la ausencia de lluvia de hecho el cielo lucía abierto totalmente en la noche del viernes, una de las más seguidas por el público guadalajareño de los últimos años. Cientos de personas, varios miles, se apostaron a lo largo de dicho trazado, ubicadas en aceras y soportales, para contemplar el desfile de los hermanos penitentes y acompañar al Cristo Yacente en su último camino, ya sin vida.
Amplia representación política
Cerrando y respaldando la procesión, justo detrás de la Virgen de la Soledad y situados tras la Banda Provincial de Música, que como es tradición marcaba el paso de la fase final de la procesión del Silencio y el Santo Entierro, se colocaron los representantes políticos de la capital, la provincia y la región, muy numerosos, junto al presidente de la Junta de Cofradías. No faltó el alcalde de la ciudad, Antonio Román, y casi todos los concejales de su equipo de Gobierno, y tampoco el portavoz del Grupo municipal Socialista, Daniel Jiménez. La Diputación provincial también tuvo una nutrida representación y también realizó el recorrido el delegado de la Junta de Comunidades en Guadalajara, Luis Santiago Tierraseca, y diputados regionales, como José María Bris. Tras ellos, un coche de la Policía Local protegía y cerraba definitivamente la procesión, aunque tras él caminaran muchos ciudadanos que también quisieron arropar el desfile, representación del camino de Cristo hacia el cementerio.
La gran puntualidad en las salidas de las cofradías participantes y la rapidez con la que los pasos realizaron el recorrido oficial permitieron que la procesión terminara mucho antes de lo que es habitual. De hecho, mientras que los cofrades de la Soledad, donde termina la procesión del Silencio oficialmente, solían llegar a San Nicolás cerca de la medianoche, en este caso, la imagen de la Virgen de la Soledad, totalmente desolada, entró en su templo antes de que el reloj marcara las 23.00 horas, por lo que en esta ocasión, la procesión del Silencio y el Santo Entierro apenas duró tres horas.
Ni las obras en el interior de la concatedral, ni las que se llevan a cabo en la plaza Mayor para construir un aparcamiento obstaculizaron el desarrollo normal de la multitudinaria procesión. En el primer caso, aunque durante esta Semana Santa no se está celebrando liturgia en Santa María, de cara a la procesión del Santo Entierro sí se habilitó una pequeña parte del templo para la salida de las distintas imágenes. En el caso de la plaza Mayor, aunque su acceso desde Miguel Fluiters estaba previamente cortado por las obras, la empresa constructora abrió este paso el pasado Miércoles Santo para permitir que las distintas procesiones que por allí pasan no tuvieran que variar su recorrido. Así permanecerá hasta que concluyan todos los actos de la Semana Santa, ya que hoy mismo, la procesión del Cristo Resucitado atravesará este punto en su recorrido hacia la iglesia del Fuerte, donde tendrá lugar la tradición Eucaristía de Resurrección.