Este sábado vuelve a sonar el órgano de tubos de Morillejo
01/10/2010 - 09:45

Por: Redacción
Se trata de un instrumento original del siglo XVII que fue restaurado por el Ayuntamiento de Trillo en 1993.
El órgano de tubos de la Iglesia de Morillejo (Trillo-Guadalajara), volverá a sonar este próximo sábado a partir de las 20 horas sabiamente interpretado por el pianista y organista Luis Mazorra Incera, a quien acompañará a la guitarra Astur Kirichian.
Como cada año la selección musical del Concierto de Morillejo, que se incluye en el marco del mes de julio cultural de Trillo, realizará homenajes onomásticos a músicos españoles cuyas figuras estrenan efemérides en este año 2010. De esta manera el Dúo Ráfaga, como se hacen llamar los dos intérpretes en sus actuaciones conjuntas, interpretará obras del Bach español, Antonio de Cabezón, al cumplirse los quinientos años desde su nacimiento en Burgos en 1510. El recital también incluirá composiciones de Alonso de Mudarra, desde cuyo nacimiento han pasado igualmente cinco siglos. En este caso se da además la circunstancia de que el músico vivió una parte de su juventud en Guadalajara. Algo menos, trescientos años, hacen ahora de la muerte en Madrid de Gaspar Sanz en 1710. Como en las onomásticas anteriores, este dato ha hecho que una de sus obras figure también en el recorrido musical que Ráfaga interpretará en Morillejo. Por último, el concierto también rendirá homenaje a los 350 años transcurridos desde el nacimiento en Brihuega de Sebastián Durón un 19 de abril de 1660.
Los reconocimientos referidos personalizarán un concierto cuyo argumento principal serán los conciertos para guitarra y orquesta compuestos por Antonio Lucio Vivaldi (Venecia, 4 de marzo de 1678 - Viena, 28 de julio de 1741), y la Introducción y fandango del Quinteto de cuerda con guitarra G. 448 de Luigi Rodolfo Boccherini (Lucca, 19 de febrero de 1743 - Madrid, 28 de mayo de 1805).
En el interior de la Iglesia Parroquial de Morillejo, como un tesoro escondido, se conserva en perfecto estado de funcionamiento un órgano de tubos del siglo XVII. El celo de los morillejanos ha mantenido vivo este magnífico instrumento, que aún en pleno siglo XXI desgarra notas especialmente apropiadas para el repertorio de los siglos XVII y XVIII, explica Luis Mazorra, organista encargado por sexto año consecutivo de deleitar a una audiencia que abarrotaba la iglesia de Morillejo.
El órgano se construyó en el siglo XVII, en pleno Barroco, y, al igual que la expresiva imaginería característica de la época, pretendía impactar y representar el triunfo de la Contrarreforma. Se pusieron de moda en principio en las Catedrales, pero poco a poco los pueblos que podían permitírselo también los fueron adquiriendo. El de Morillejo es uno de los pocos que existen en la provincia conservados en perfecto orden de funcionamiento. Reúne buena parte de las características propias de la construcción instrumental de la época. No es un órgano grande y es técnicamente limitado en algunos aspectos, pero es muy generoso en otros, siempre en función de las obras a interpretar, dice Mazorra. El teclado, o interfaz con el intérprete tiene su aquel. Es conocido en el argot como de octava corta, lo que quiere decir que ciertas teclas, habituales de la mano izquierda, no están. En aquella época era algo normal, que ahorraba la construcción de tubos bajos grandes, puntualiza el organista. Sólo tiene un teclado, dividido en dos ámbitos tímbricos. Desde el centro del teclado hacia la izquierda tiene unos registros, hasta el Do, y desde esta nota hacia la derecha tiene otros que pueden o no coincidir con los anteriores. Esta característica permite hacer acompañamiento y solista con un solo teclado. Es ingenioso. La construcción buscaba la mayor cantidad de prestaciones con el mínimo de recursos, explica Mazorra.
La fachada de nuestro protagonista es más bien rústica. Tiene una trompetería española horizontal, que se añadió en el siglo XVIII para dar mayor grandiosidad que permite la interpretación de obras de cierta brillantez de las musicalmente conocidas como del mundo de la batalla o que aprovechan al máximo las posibilidades del sonido de esta trompetería horizontal tan propia de los órganos españoles. Los bajos del ejemplar de Morillejo no tienen contras, describe Mazorra, es decir, notas que se tocan con el pie. Por el contrario tiene otras características distintas y especiales como el tambor, un dispositivo que consigue una vibración que imita el sonido de la percusión. Los demás son registros convencionales. En opinión de su intérprete, Luis Mazorra, la característica que lo define sería quizá la nobleza sincera de su sonido. Estos órganos dejaron de tocarse en numerosas iglesias en el siglo XIX, entre otras cosas porque no quedó nadie que supiera hacerlo. Tras leves intervalos de luz, en el año 1993, y a instancias de Máximo García, alcalde de Morillejo en ese momento y del Párroco Santiago Jiménez, fue restaurado por el Ayuntamiento de Trillo.
Los reconocimientos referidos personalizarán un concierto cuyo argumento principal serán los conciertos para guitarra y orquesta compuestos por Antonio Lucio Vivaldi (Venecia, 4 de marzo de 1678 - Viena, 28 de julio de 1741), y la Introducción y fandango del Quinteto de cuerda con guitarra G. 448 de Luigi Rodolfo Boccherini (Lucca, 19 de febrero de 1743 - Madrid, 28 de mayo de 1805).
En el interior de la Iglesia Parroquial de Morillejo, como un tesoro escondido, se conserva en perfecto estado de funcionamiento un órgano de tubos del siglo XVII. El celo de los morillejanos ha mantenido vivo este magnífico instrumento, que aún en pleno siglo XXI desgarra notas especialmente apropiadas para el repertorio de los siglos XVII y XVIII, explica Luis Mazorra, organista encargado por sexto año consecutivo de deleitar a una audiencia que abarrotaba la iglesia de Morillejo.
El órgano se construyó en el siglo XVII, en pleno Barroco, y, al igual que la expresiva imaginería característica de la época, pretendía impactar y representar el triunfo de la Contrarreforma. Se pusieron de moda en principio en las Catedrales, pero poco a poco los pueblos que podían permitírselo también los fueron adquiriendo. El de Morillejo es uno de los pocos que existen en la provincia conservados en perfecto orden de funcionamiento. Reúne buena parte de las características propias de la construcción instrumental de la época. No es un órgano grande y es técnicamente limitado en algunos aspectos, pero es muy generoso en otros, siempre en función de las obras a interpretar, dice Mazorra. El teclado, o interfaz con el intérprete tiene su aquel. Es conocido en el argot como de octava corta, lo que quiere decir que ciertas teclas, habituales de la mano izquierda, no están. En aquella época era algo normal, que ahorraba la construcción de tubos bajos grandes, puntualiza el organista. Sólo tiene un teclado, dividido en dos ámbitos tímbricos. Desde el centro del teclado hacia la izquierda tiene unos registros, hasta el Do, y desde esta nota hacia la derecha tiene otros que pueden o no coincidir con los anteriores. Esta característica permite hacer acompañamiento y solista con un solo teclado. Es ingenioso. La construcción buscaba la mayor cantidad de prestaciones con el mínimo de recursos, explica Mazorra.
La fachada de nuestro protagonista es más bien rústica. Tiene una trompetería española horizontal, que se añadió en el siglo XVIII para dar mayor grandiosidad que permite la interpretación de obras de cierta brillantez de las musicalmente conocidas como del mundo de la batalla o que aprovechan al máximo las posibilidades del sonido de esta trompetería horizontal tan propia de los órganos españoles. Los bajos del ejemplar de Morillejo no tienen contras, describe Mazorra, es decir, notas que se tocan con el pie. Por el contrario tiene otras características distintas y especiales como el tambor, un dispositivo que consigue una vibración que imita el sonido de la percusión. Los demás son registros convencionales. En opinión de su intérprete, Luis Mazorra, la característica que lo define sería quizá la nobleza sincera de su sonido. Estos órganos dejaron de tocarse en numerosas iglesias en el siglo XIX, entre otras cosas porque no quedó nadie que supiera hacerlo. Tras leves intervalos de luz, en el año 1993, y a instancias de Máximo García, alcalde de Morillejo en ese momento y del Párroco Santiago Jiménez, fue restaurado por el Ayuntamiento de Trillo.