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Fallaron las encuestas
Ni el PP se estancó, ni Podemos creció, ni el PSOE fue sobrepasado ni Ciudadanos se hundió.
Ni el PP se estancó, ni Podemos creció, ni el PSOE fue sobrepasado, ni Ciudadanos se hundió. Fallaron estrepitosamente las encuestas. O más que las encuestas en sí, la cocina aplicada a las mismas, es decir, la interpretación para dilucidar el voto de los indecisos, de aquellos que ocultan su voto o de los que pueden cambiar a última hora. En Guadalajara, circunscripción en la que pusieron la vista la mayor parte de los sondeos realizados ya que en ella estaba en juego el tercer escaño, los sondeos daban un 1-1-1 (PP-Unidos Podemos-PSOE) o, todo lo más, un 2-1 (PP-Unidos Podemos). Ni uno ni otro.
Finalmente, frente a lo previsto, regresó el tradicional bipartidismo: el PP volvió por sus fueros, Podemos se quedó fuera, Ciudadanos perdió su escaño y el PSOE recuperó el segundo puesto que precipitadamente le arrebataron las empresas de opinión. Hubo “sorpasso”, pero fue el que el Partido Socialista dio a las encuestas y no el que pretendidamente le iba a dar Unidos Podemos.
Aunque hay que repasar los datos en detalle, pueden hacerse algunas reflexiones al hilo de los resultados. En primer lugar hay que reconocer la buena campaña del Partido Popular, a quien no sólo no le han hecho mella los recientes escándalos en que se ha visto envuelto sino que ha podido ser beneficiado por la desolación a que ha conducido el brexit en el Reino Unido, es decir, las consecuencias derivadas de un voto irracional y las secuelas insospechadas de su desenlace. Pese a que las encuestas le daban por perdido el último diputado en no pocas provincias, al final han conseguido mantenerlo y recuperarlo en bastantes casos (Segovia y Granada son claro ejemplo). En segundo lugar habrá que analizar los errores de los nuevos partidos. Por una parte el error estratégico de Podemos al unirse a Izquierda Unida, perdiendo terreno por el centro y quedando recluido en un extremo del tablero. Por otra, el error táctico de Ciudadanos, que con una campaña de demonización de Podemos ha terminando movilizando al electorado del PP que en diciembre le prestó su apoyo. En el caso de Guadalajara se une la discreta campaña de ambos, con una candidatura impuesta en un caso y unas propuestas poco maduradas, como el proyecto de eliminar las Diputaciones, en otro. Los resultados apuntan también a la fuerza del voto ideológico, a la disputa en el eje tradicional izquierda-derecha y no a las nuevas escisiones que los recién llegados, en particular Podemos, han querido poner en el centro del debate político (arriba-abajo, por ejemplo).
El PP ha sido el único partido que ha incrementado sus votos, en Guadalajara y en España, en gran medida gracias a los recuperados a la abstención o a los que, prestados a Ciudadanos el 20-D, en una coyuntura como la actual han regresado. Sorprende que la suma de Podemos e IU haya conseguido casi seis mil votos menos en nuestra provincia, como sorprende también la fortaleza del PSOE, quien a pesar de descender la participación ha conseguido casi el mismo número de votos.
Parafraseando la famosa frase utilizada en la campaña de Bill Clinton en 1992, “es la economía, estúpido”, los electores, agotados después de medio año de idas y venidas, han primado la estabilidad sobre cualquier otra consideración. En el actual momento español, es la economía, sin duda, pero también la ideología, y en ese terreno no les será fácil a los nuevos partidos desplazar a quienes ocupan el terreno mucho antes que ellos.