Fangoria brilló tras hora y medio de concierto

16/09/2017 - 15:07 Elena Andrés

Tocó canciones de su último disco, pero también como Ni tú ni nadie y A quién le importa.

En los conciertos de Fangoria las luces, los cambios de vestuario y el sonido electrónico de tendencia ochentera son las señas de identidad de este grupo que lleva vendidos alrededor de 37 millones de discos en todo el mundo. Esta banda que nació en torno a la movida madrileña atrajo a la fuente de la niña de Guadalajara a un público variopinto, espectadores de todas las edades, que tuvieron que esperar una inmensa cola de más de diez minutos para poder entrar al recinto de las pistas de atletismo. Pero la espera valió la pena porque en el momento en el que la diva pisó el escenario los gritos se adueñaron del lugar.  Nacho Canut se colocó al fondo del escenario con su teclado y Alaska surgía segundos más tarde para cantar la primera canción, El rey del glam.  
    Su repertorio continuó con canciones como Con qué desfachatez y Más es más, en la que proclama que “lo estrafalario brilla más que lo normal” y así fue, Alaska brilló con un grotesco traje ceñido de lentejuelas negras y plateadas. Aunque los años pasen, Alaska sigue demostrando que es capaz de enfundarse en los modelitos más arriesgados, esa estética tan kitsch que acompaña a la perfección su teatralidad exagerada. Bien acompañada por sus músicos y dos bailarines, Alaska se entregó a sus fans en cuerpo y alma como ella solo sabe.
    Con Espectacular abrió el repertorio de las canciones de su último disco Canciones para robots románticos, su duodécimo álbum que vio la luz en febrero de este año. En Iluminados los bailarines volvieron a contonearse tras salir de los laterales con dos grandes focos de colores, una lluvia multicolor que impactaba a ráfagas en el público.  En Disco Sally Alaska habla de “una vieja superstar” mientras emerge de un gran foco blanco y recrea poses de estrella de otro tiempo. Por fin llegó el turno del single de este álbum, Geometría sentimental, una canción que fue número uno en ventas.
    Y sin miedo al vértigo pasando de un álbum a otro, como un grupo que tiene un gran repertorio, cantaron Dramas y comedias. En ese momento el público se olvidó por un momento de bailar y cantó con furia eso de “no quiero más dramas en mi vida, solo comedias entretenidas”.  
    Llegó el turno de los bises con temas tan conocidos como A quién le importa, una canción del año 1986 que parece conservada en formol y que se ha convertido además en todo un himno para el colectivo gay. Pero el final llegó con Bailando, el broche final a más de hora y media de concierto.