Fernán Gómez revive en una función mágica
01/10/2010 - 09:45
Por: CH. L MONJAS. COLPISA
Entre aplausos, recuerdos, tangos, poemas, alguna que otra lágrima y sus propias palabras en boca de sus compañeros, Fernando Fernán Gómez revivió en la función mágica que se celebró el lunes por la noche en su teatro.
Y es que, el actor, cineasta, guionista, novelista, poeta y académico volvió al escenario en el que se despidió como Pedro Crespo para reencontrarse con muchos de sus amigos en el emocionante y cálido acto en el que el Centro Cultural de la Villa de Madrid tomó oficialmente el nombre de este gran cómico que falleció el pasado 21 de noviembre a los 86 años.
Fernán Gomez ya tiene teatro en Madrid, ciudad a la que llegó con sólo nueve meses. Fue su alcalde, Alberto Ruiz Gallardón, quien anunció el mismo día de su deceso que este centro se rebautizaría con el nombre del primer cómico al que se le abrieron las puertas de la Real Academia Española.
La misma fotografía que presidió su ceremonia de despedida en el Teatro Español un Fernando Fernán Gómez maduro sentado en una terraza leyendo un periódico y mirado a una paloma que se posa en la mesa mientas apura un campari- rigió el espectáculo coordinado por Mario Gas que comenzó con Gabino Diego sobre una bicicleta rememorando la exitosa obra y película Las bicicletas son para el verano. Diego también rememoró que el gran actor le regañaba y le decía muy a menudo: ¡Cállate ya! Hablas mucho.
Luego pisó las tablas Rosa María Sardá, encargada de leer el prólogo, que hizo Juan Marsé a la edición de El viaje a ninguna parte y El tiempo amarillo, que describían a este hombre que de espaldas parecía un científico despistado; su gesto adusto que sólo era directo; su talante de primer orden y su cara, una cara de actor, de simulador.
Su viuda, Emma Cohen, y los dos hijos que tuvo con María Dolores Pradera, Helena y Fernando, asistían a esta función única desde el patio de butacas, donde también estaban los hermanos Almodóvar, Pedro y Agustín; Natalia Figueroa y Raphael; Pedro Olea; Berta Riaza; Eusebio Poncela; Paco Clavel; el juez Baltasar Garzón; Joaquín Leguina; María Asquerino; Analía Gadé; David Trueba; el académico Víctor García de la Concha; Rosa León y José Luis García Sánchez; Angeles González Sinde; Amancio Prada; Gemma Cuervo; y José Sazatornil, entre otros muchos rostros conocidos.
Fernán Gomez ya tiene teatro en Madrid, ciudad a la que llegó con sólo nueve meses. Fue su alcalde, Alberto Ruiz Gallardón, quien anunció el mismo día de su deceso que este centro se rebautizaría con el nombre del primer cómico al que se le abrieron las puertas de la Real Academia Española.
La misma fotografía que presidió su ceremonia de despedida en el Teatro Español un Fernando Fernán Gómez maduro sentado en una terraza leyendo un periódico y mirado a una paloma que se posa en la mesa mientas apura un campari- rigió el espectáculo coordinado por Mario Gas que comenzó con Gabino Diego sobre una bicicleta rememorando la exitosa obra y película Las bicicletas son para el verano. Diego también rememoró que el gran actor le regañaba y le decía muy a menudo: ¡Cállate ya! Hablas mucho.
Luego pisó las tablas Rosa María Sardá, encargada de leer el prólogo, que hizo Juan Marsé a la edición de El viaje a ninguna parte y El tiempo amarillo, que describían a este hombre que de espaldas parecía un científico despistado; su gesto adusto que sólo era directo; su talante de primer orden y su cara, una cara de actor, de simulador.
Su viuda, Emma Cohen, y los dos hijos que tuvo con María Dolores Pradera, Helena y Fernando, asistían a esta función única desde el patio de butacas, donde también estaban los hermanos Almodóvar, Pedro y Agustín; Natalia Figueroa y Raphael; Pedro Olea; Berta Riaza; Eusebio Poncela; Paco Clavel; el juez Baltasar Garzón; Joaquín Leguina; María Asquerino; Analía Gadé; David Trueba; el académico Víctor García de la Concha; Rosa León y José Luis García Sánchez; Angeles González Sinde; Amancio Prada; Gemma Cuervo; y José Sazatornil, entre otros muchos rostros conocidos.