Habeas Corpus


Este final del verano nos lo está amenizando el Habeas Corpus y sus variantes: Corpus Cristi, Arias Corpus, Alias Corpus y en seguida estaremos con el Sursum Corda o el Abracadabra.

 En estos días del final de un verano en que nos ocupa y preocupa el coronavirus y sus efectos en escuelas y hospitales, se ha colado de rondón un divertimento, por llamarlo de alguna manera, propiciado por las redes sociales y su capacidad de distribuir momentos para la antología, aunque sea del disparate. 

Me refiero a esos videos impagables que circulan por ahí en los que, ante una detención policial, invocan a grito pelao el Habeas Corpus como una especie de sortilegio que creará una protección mágica que liberará al presunto delincuente. Las detenciones policiales se producen en los casos tasados, contemplados en el artículo 520 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. En estos casos la policía no elige si detiene o no, sino que tiene la obligación de detener. Además, para que la detención sea legal, se tienen que cumplir una serie de formalidades que también establece la misma norma y que se parece a eso que nos suena de las películas de los derechos del detenido. 

Este final del verano nos lo está amenizando el Habeas Corpus y sus variantes: Corpus Cristi, Arias Corpus, Alias Corpus y en seguida estaremos con el Sursum Corda o el Abracadabra, que el español es creativo por naturaleza. De hecho, a algo parecido ya jugábamos en la escuela, pero la palabra mágica para que no te pillaran era tulipán, o casa, o pío... 

El Habeas Corpus es un procedimiento rápido, que tiene su propia ley y que consiste en que cualquier persona detenida, si considera que su detención no es legal por el incumplimiento de alguna de las condiciones materiales o formales, que antes he señalado, puede pedir que un juez revise y verifique si esa legalidad existe. Y en los escasísimos casos en que el juez ha aceptado la tramitación de un Habeas Corpus, o incluso su estimación, esto no implica necesariamente la puesta en libertad del detenido.

Como no hay nada más atrevido que la ignorancia, algunos proponen a través de la invocación del Habeas Corpus una nueva fórmula de acogerse a sagrado, o a la Quinta Enmienda, que hay de todo en la viña del Señor, y que yo creo que parte de mucha serie americana mal digerida, poco o nulos conocimientos jurídicos y una desfachatez a prueba de bomba. Lo de tocar de oído (y mal) se hace mucho, hasta en los peores gobiernos, como estamos comprobando a menudo. 

Ante un comienzo de curso tan incierto como inseguro, en el que no sabemos cómo quedarán nuestra libertad para movernos y desplazarnos, ni cómo serán las lecciones, si de proximidad o telemáticas, podemos reírnos del esperpento de apelaciones mágicas al Habeas Corpus, Arias o Alias Corpus, o de cualquier otra cosa que nos suene a latinajo plausible y con posibilidades. Pero en caso de detención, sin despreciar el “Dios nos asista” y especialmente cuando surge de la pluma de Larra, recomiendo que también nos asista un buen abogado.