Henche cumplió con la tradición de la matanza

07/03/2011 - 19:56 Miriam Perez Gordo

 
Henche cumplió con la tradición de la matanza un año más el pasado sábado y el pueblo celebró un día de fiesta como los de antaño. La jornada amaneció muy fría, pero sin lluvia, que es lo que temían. Los hombres y jóvenes se afanaron por prender las hogueras en la plaza bien temprano, mientras se preparaba toda la intendencia para la matanza. Las mujeres, mandil puesto, sacaron los baldes y la máquina de achorizar, junto con los calderos para empezar a cocinar. Antes de las 11 ya estaban listas cinco sartenes de gachas y otras tantas de migas.  Poco a poco fue llegando la gente desde los pueblos aledaños y otros de fuera, “que no quieren perderse nuestra matanza”, apunta el alcalde, Ángel Cuesta, quien llegó a contar unas 430 personas durante la comida.
Más de 400 personas  
Y mientras las mujeres, “alma mater de la matanza”–según Cuesta– se ponían manos a la obra con el picadillo para meterlo en la tripa y hacer los típicos chorizos, los hombres llegaron con el cerdo. “Rápidamente los curiosos se arremolinaron para ver cómo se chamuscaba al marrano y se despiezaba”, comenta el alcalde de Henche. Los lomos, jamones, las magras, orejas, la careta, ... cada parte del cerdo es aprovechada para elaborar un manjar gastronómico. Los matarifes y carniceros no dudaron en explicar a la gente que se acercaba qué era cada cosa y para qué se utilizaba.
 Una vez terminado el trabajo, se sirvieron unas judías con cerdo que hicieron las delicias de propios y extraños. Unas 430 raciones fueron degustadas por los asistentes a la fiesta de la matanza.
 Por la tarde, y con las ascuas todavía vivas, pusieron sobre las parrillas el somarro, los chorizos, la panceta y morcillas para merendar.
 Una vez que el frío se hizo más presente, los vecinos recogieron todo y se trasladaron al Centro Social, donde El César les deleitó con un gran monólogo. “Un chocolate con bizcochos sirvió para cerrar una  nueva jornada de matanza”, apostilló Ángel Cuesta.
 Por su parte, Paco Cerdán, uno de los asistentes a la matanza, escribió un bonito soneto que resumía la fiesta:

Estuve, pues, en Henche, amigo mío,
En la fiesta-matanza del tocino,
Cerdo, guarro, marrano; es un sino.
Y era tal la afluencia de gentío
que pensé que en la plaza fuera un lío
el conseguir tajada de gorrino.
o amarrar un porrón lleno de vino.
Me trocose en alborozo el desvarío:
 a una voz imperante y dirigente.
Las sartenes repletas de lechón
hicieron su presencia ante la gente,
que, con respeto y mucha educación,
se acercaba de forma reverente
a cumplir con la santa tradición.