José Corbacho: "Creo que hay que relativizar nuestro oficio, lo único que hacemos es decir tonterías"
El cómico, que actuó el pasado viernes en el Ateneo Arriaca de Marchamalo, recuerda sus orígenes y reflexiona sobre la situación actual del humor.
Uno de los cómicos más reconocidos de España actuó el pasado viernes en Marchamalo. José Corbacho llegó al Ateneo Arriaca con su espectáculo ‘Ante todo mucha calma’, con el que lleva un año y medio sacando risas al público de todo el país.
Antes de la actuación, Corbacho reconocía a Nueva Alcarria que estaba "muy contento" por actuar en Marchamalo, y que iba a intentar que la gente se echara unas risas. Además, el artista repasa sus inicios, y reflexiona sobre la situación actual del humor.
¿Qué puede contarnos de ‘Ante todo mucha calma’, su espectáculo?
Es un monólogo y es para reírse, no tiene otra, si la gente no se ríe durante los 75 u 80 minutos que dura el espectáculo es que he fallado en algo, y ese algo seré yo. A partir de ahí, a mi me gusta que cada actuación tenga algo de cada sitio, adaptar los monólogos, interactuar con la gente, entonces se van a encontrar a un humorista explicándoles historias que espero que les hagan mucha gracia. Pero me gusta que la actuación de Marchamalo sea diferente a la que pueda hacer en Barcelona, porque creo que el humor y la comedia funcionan mucho por la complicidad con la gente, por sus preferencias, y a mi me gusta adaptarme al lugar al que voy, pero al final no deja de ser un señor diciendo tonterías.
¿Es un espectáculo interactivo con el publico entonces?
Si, a mi me gusta, otra cosa es que luego la gente no quiera, o que quiera jugar más o menos, pero a mi me gusta estar al tanto de si alguien dice algo, a veces le pregunto a la gente, y el objetivo es poder echarnos unas risas. Por ahora, el año y medio que llevo haciendo este monólogo, todo el mundo se lo pasa muy bien y se ríe mucho, eso espero que también pase en Marchamalo, y con esas ganas voy. Además la gente lo necesita, me lo dicen mucho, y para eso estamos aquí, pasa pasarlo bien.
¿Cómo empezó en el mundo de la comedia?
Tuve la suerte de que cuando era pequeño tenía un profesor en el que colegio al que le gustaba mucho el teatro, y nos propuso apuntarnos a hacer teatro. Yo jugaba al fútbol, pero mi padre se preocupaba de recordarme que no servía para el fútbol, y pensé que podría irme mejor por el mundo del teatro y la comedia, porque mi madre me decía “eres muy payaso hijo”. Entonces empecé a hacer teatro, que no comedia, pero me encantó como experiencia, y luego con un grupo de amigos montamos una compañía. Entonces si nos dio más por la comedia y el humor, y ahí empezó todo. Tres o cuatro años después conocí a la gente de La Cubana, necesitaban a alguien, y entré con 19 años, y a partir de ahí la vida me fue llevando, tuve mucha suerte de estar en el momento adecuado y en el sitio concreto, y de subirme a ese tren, porque me ofrecieron unirme a ellos y en mi casa me dijeron que si estaba loco, que como iba a dejarlo todo para hacerme titiritero, y yo dije igual si. Es verdad que yo también le puse ganas, me gustaba hacer teatro, no me planteé vivir de ello, era un juego, y jugando pues aquí estamos.
¿Ha cambiado mucho el José Corbacho de aquellos inicios al del día de hoy? Sobre todo, a la hora de hacer comedia.
Yo diría que en algunas cosas no, y en otras te diría que tampoco tanto. Es verdad que evolucionamos, sobre todo como personas, no es lo mismo el José Corbacho con 55 años que el Corbacho con 20. Cuando eres jóven tienes otra forma de afrontar el humor y la comedia, incluso te planeas hacer comedia física, yo hice muchas locuras cuando empecé a hacer televisión con Buenafuente, había una parte muy física que con el paso de los años, el cuerpo no te da. Aunque luego me invitan a ir a ‘Tú Cara Me Suena’ y me vuelvo loco y empiezo a correr por el plató como si no hubiera un mañana y eso me gusta. Luego, a nivel de contenido, con el paso del tiempo intentas probar otras cosas, porque esto del humor es lo más subjetivo del mundo, lo que me gusta a mi no tiene porque hacerte gracia a ti, pero a lo mejor mañana cambiamos los papeles y lo que no me hacía gracia si me la hace. En ese sentido yo voy descubriendo cosas que me hacen gracia y que a lo mejor a los 20 años no me la hacían, o al revés, y vas cambiando, pero yo soy mucho de probar. No creo que tenga ninguna varita mágica, entonces me gusta lo de la prueba y el error, creo que es algo muy necesario en el humor, hay que probar cosas, y si hay cosas que en tú cabeza son espectaculares pero que no funcionan pues humildad, lo tiras a la basura, y te inventas otra cosa, no tiene más.
¿Y el humor ha cambiado? ¿Es más difícil preparar un espectáculo ahora que hace 20 o 30 años?
Eso es algo que se dice mucho, si el humor ha cambiado, pero yo creo que lo que ha cambiado es la sociedad, y con suerte, yo pienso que hemos cambiado a mejor. También es verdad que hay más tipos de humor, pero creo que sigue existiendo un humor que es atemporal. El año pasado fue el aniversario de dos compañías de teatro muy conocidas y muy diferentes entre sí que me han tocado de cerca, La Cubana y Tricicle, cumplen 40 años y siguen haciendo el mismo humor. Puede ser que algún tipo de humor haya quedado obsoleto, pero como en la música, en el cine o en la gastronomía. Lo que no me gusta es poner límites al humor como no se los ponemos la gastronomía, o a la música o a cualquier arte. Para mi, la primera regla que tiene que cumplir el humor, es que le haga gracias a alguien, pero no a todos, es imposible, pero cuando le hace gracia a alguien, a partir de ahí cada uno encuentra su público. Probablemente si ha cambiado una cosa, y es que ahora es muy difícil definir las reglas del juego en según que lugares. A mi me gusta más ir a Marchamalo que hacer un directo en una red social porque para mi el teatro es un reducto de libertad y porque el que viene a verme es porque le gusta, si no, no te gastas el dinero. Además, en programas de radio, televisión o redes sociales, a veces se descontextualiza el humor y una frase que se puede decir en un teatro con la complicidad del público, a lo mejor la pillas suelta en otro medio y ahí es cuando vienen los equívocos. Nuestro objetivo es hacer reir, no enfadar a nadie, al contrario, lo que intentamos es divertir a la gente, y si alguien se molesta o enfada entramos es cosas muy relativas.
Alguna vez, preparando un espectáculo, ¿has dejado de hacer una broma pensando en poder molestar a alguien?
No, no lo he pensado. Lo que puede pasar es que lo haga el primer día en una función, no ha funcionado, la gente no se ríe, la gente de tú propio equipo te lo dice, y lo tiras a la basura. Yo no hecho las culpas al público, si no se ríen es porque a lo mejor no tiene gracia y ya está. Pero también me ha pasado lo contrario, con cosas que piensas, con esto no va a pasar nada, pues siempre hay alguien que se molesta, y esto me sigue pasando habitualmente. Hace un año y medio me hicieron un trasplante de riñón, me lo dio mi hermana, y en el monólogo yo digo que mi hermana es la lista de la familia y hago chistes sobre mi trasplante y mi caso. Pero alguien que vino al teatro me dijo que no debería hacer humor con los trasplantes porque es algo serio. Yo le dije, perdona que estoy trasplantado, estoy hablando de mi, que yo siempre he pensado que si hablaba de mi la gente no se iba a molestar, pero nada, siempre habrá alguien que te diga algo. Pero lo que no puede pasar es que escribiendo un guión estés pensando en que pueda molestar, porque entonces no puedes hacer nada. También creo que esto es extensible a cualquier cosa que tenga público, no imagino a un futbolista dejando de hacer un caño porque alguien se pueda molestar, no, lo hace y lo peor que puede pasar es que no le salga, y ya está. Creo que hay que relativizar mucho nuestro oficio, lo único que hacemos es, como te decía al principio, decir tonterías, y si no estamos afortunados o no hacemos gracia, por fortuna no somos cirujanos que cortan la arteria que no es, eso sería peor.
¿Va más gente a los monólogos tras la pandemia? Están siendo años duros, y quizá haya más necesidad de reírnos.
Creo que siempre tenemos ganas de reírnos porque reírse es la vida, la felicidad. Es verdad que como contraste, cuando lo hemos pasado fatal, como estos últimos años, la gente viene al teatro con muchas ganas de reírse, y es que te lo dicen, necesitaba reírme, olvidarme de este año. Pero más allá de la pandemia, todos tenemos momentos malos en nuestra vida, por eso creo que el humor y la comedia es necesario, porque te puede ir bien a nivel mental. Lo que si intento, en mi caso al menos, es darle más a la gente de lo que le hubiera dado hace tres años, porque tenemos que hacerle la vida mejor, los que nos dedicamos al humor tenemos que meternos eso en la cabeza.
Entre risas, José Corbacho afirmaba que "estoy dispuesto a devolver la entrada al que no pase un buen rato, sobre todo riéndose". Seguro que no tuvo que devolver ninguna.