Juan de Castilla abre la puerta grande de Las Cruces

11/09/2015 - 15:21 Sergio Lafuente

Bajo las siempre cuestionables consecuencias del encierro matinal, el sexteto de utreros de Pereda torpedeó tarde del inicio de feria. Se repitió en la primera mitad del festejo el patrón de comportamiento de los novillos uno tras otro: sin celo, distraídos hasta la desesperación y con querencias. Con encomiable actitud, la terna intentó sobreponerse al lastre del deslucido conjunto ganadero que envió Pereda a Las Cruces.
La tarde fue de principio a fin del colombiano Juan de Castilla por disposición, raza y entrega, que salvó una tarde predestinada a la deriva. Los extraños que hizo el tercero en el saludo pusieron en aviso a Juan. La movilidad se antojó virtud para un animal nada fácil, cuya embestida rebrincada se tornaba imprevisible en gañafones por el pitón derecho. Encajado el novillero, arrancó con aplomo una meritoria serie de naturales, aún sin poder ligar. Las bernardinas de cierre con ajuste inverosímil pararon el pulso y sirvieron de colofón antes de que la estocada cayera delantera.
Al legítimo triunfo de la primera oreja le sumó el palco un segundo trofeo innecesariamente generoso. La llave de la puerta grande para Castilla espoleó a Marín y Miranda e incluso al propio Castilla, que en el sexto firmó un ejercicio de autoproclamación. De rodillas se plantó con la muleta en el centro del ruedo para lanzar un farol, que encadenó con dos derechazos de hinojos. La obertura metió al público pronto en faena y recuperada la vertical, se arrebató Juan, queriendo comerse el novillo. Sin duda, fue éste el mejor astado de la tarde, por hechuras y franqueza en la embestida. Hubo espacios y tiempos y entre medias surgieron naturales de buena expresión.
Antes de la despedida, quiso el de Medellín refrendar la tarde y encogió los corazones con manoletinas de rodillas. La tercera oreja en su cómputo supuso un golpe de atención en una temporada creciente para Juan de Castilla. Venía lanzado Ginés Marín tras los recientes triunfos de Olivenza y Abacete hasta poner pie en Guadalajara.
En sus manos cayó un lote imposible. Sin meter la testa en el engaño ni una sóla vez su primero, salía éste buscando la huida en el final de cada embroque. A su caza tuvo que ir Marín una y otra vez en una labor sin recompensa. Con el estrecho y cariavacado cuarto, fomentó cualidades y dejó golpes de su clase ante un novillo tardo e incierto que se rajó a partir de la tercera serie. Los tornillazos caían en el aire como navajazos y también quiso Ginés aportar su rúbrica de valor con un cierre por mondeñinas. La oreja sirvió para puntuar.
De Miranda, sin suerte Bajo la sombra de la baja de Roca Rey entró David de Miranda en el cartel y el fallo a espadas le privó de tocar pelo en el que hizo quinto. Su impronta en el quite por tafalleras tuvo continuidad con un inicio prometedor tras un muletazo cambiado por la espalda. La sutileza y temple de Miranda se encontraron con un novillo de cierta nobleza con el que no consiguió la esperada sintonía que el inicio hizo preveer. Una fea voltereta le sorprendería antes del desacierto estoqueador. Con su flojo primero lo intentó por ambos pitones, estrellándose con un muro de trabas imposible de salvar. De vacío se marchó de Las Cruces.
Ficha técnica Dos novillos de La Dehesilla (1º y 6º) y cuatro de José Luis Pereda. En conjunto, deslucida y desrazada. Sin fijeza y aquerenciado el primero, blando el segundo, incierto el que hizo tercero y el cuarto se rajó pronto. Con mejor son resultaron los lidiados en quinto y sexto lugar , el último con mayor transmisión en la muleta.
? Ginés Marín , salmón y oro: pinchazo y estocada trasera (silencio). En el cuarto, estocada caida (una oreja).
David de Miranda, grana y oro: un pinchazo y estocada desprendida (aplausos). En el quinto, tres pinchazos, pinchazo hondo y descabello (aviso y aplausos).
Juan de Castilla, celeste y oro: estocada muy delantera (dos orejas). En el sexto, estocada tendida (una oreja).
? Plaza de toros de Las Cruces. Jueves10 de septiembre de 2015. Menos de tres cuartos de entrada.