Karate, mucho más de que un deporte
Salvador Herraiz Embid, séptimo Dan, nos deja en este artículo su visión sobre el karate. Este legendario arte marcial, que nació en Japón, es practicado en más de 200 países.
El Karate es japonés, lo será siempre, y así debe ser a pesar de haberse convertido en una actividad internacional practicada en casi 200 países. La vestimenta, el vocabulario utilizado y los saludos rituales no son más que las características más básicas de su procedencia nipona.
Pero mucho más profundamente el Karate tiene toda una filosofía basada en el tradicional Dojokun o Código Ético, por muchos karatekas conocido pero no por todos llevado a cabo en la vida cotidiana, dentro y fuera del tatami.
El DOJOKUN nos enseña a contener la conducta impetuosa y violenta, a ser respetuoso, tolerante y compasivo, a cultivar el espíritu de perseverancia, a ser fiel, leal, sincero y humilde, y a pensar en el perfeccionamiento del carácter como objetivo. Por ello debemos decir que el Karate no se desarrolla en un gimnasio sino en un dojo, un lugar casi sagrado donde no se busca una mera práctica o entrenamiento sino que se busca seguir ese Camino de perfeccionamiento personal.
Igualmente el Karate no lo enseña en realidad un entrenador, sino un Sensei, alguien que no solo muestra, dirige y corrige unos movimientos, sino que paralelamente a su técnica, a su aPtitud, con P, muestra una aCtitud, con C, es decir, unas formas de comportamiento y unos valores basados en ese Dojokun mencionado,… Dojokun con bases en la ancestral cultura japonesa.
En la actualidad el tema del olimpismo en el Karate ha cobrado relevancia, al haber muchos a favor y muchos en contra. Parece mentira que no lo sea ya, habida cuenta de que lo son “deportes” poco relevantes y que el Karate es practicado por decenas de millones de personas en más de 200 países. Motivaciones políticas y luchar de poder a varios niveles lo han impedido hasta ahora.
Es un tema delicado pues el olimpismo significaría una lluvia de posibilidades que ayudaría en ciertos aspectos, pero a la vez podría hacer peligrar el espíritu tradicional, un espíritu que necesita para su supervivencia de lo que denominamos la austeridad del samurái. El Karate llegará a ser olímpico pero habrá que trabajar duro para minimizar algunos daños colaterales.
Creo que sería bueno que siempre la TRADICIÓN controle el aspecto deportivo como única manera de asegurar una EVOLUCIÓN correcta y que no se convierta en una negativa TRASGRESIÓN al arte del Budo por la merma de los valores que siempre ha representado. El Karate es mucho más que un deporte.
La competición es beneficiosa en ciertos aspectos, aunque el hecho de querer ser mejor que el otro y celebrar la victoria va en realidad en contra de un espíritu del Karate que nos enseña la humildad, el respeto, y querer simplemente mejorar uno mismo. Como digo es delicado.
Un poderoso patrocinador japonés del Karate desde los años 60, ya alertaba entonces. Él decía: “El Karate es una disciplina gobernada estrictamente por códigos de cortesía, benevolencia, y honor. Por ello el ganador no debería alardear de su hazaña ni el perdedor desanimarse. El combate es luchar con respeto y con el espíritu tan limpio como el cielo”.
El maestro Ohtsuka solía decir a su vez, y con esto termino, que… “el Karate debe tener como fin no solo el fortalecimiento del cuerpo sino también la formación del alma y del espíritu. El objetivo del Karate, es formar a la persona y hacerla capaz de contribuir a hacer una sociedad mejor.”