La botarga saca del letargo invernal a Razbona

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: Miriam Pérez
Después de la llegada de los Reyes Magos de Oriente, el protagonismo en Razbona lo tiene la Botarga de la Epifanía, la única que hace su aparición el 6 de enero en Guadalajara y que está declarada como Fiesta de Interés Turístico Provincial. Hace siete años que la Asociación Cultural Raudo propuso a A.M.Y encarnar a este personaje y, desde entonces, cada 6 de enero protagoniza los sustos y correrías de la jornada. Enfundado en su peculiar y colorido traje, con cachiporra y puchero en manos, la botarga iba en busca de donativos y haciendo sonar sus cencerrones y campanillas para recordar a todo el vecindario que es el día de la Epifanía del Señor.
Razbona se despertaba ayer con el sonido de los cencerrones de su botarga que anunciaba la Epifanía del Señor. Eran poco antes de las 11.00 horas cuando el párroco don Agustín Hernández entraba al templo para oficiar la misa a los pocos vecinos que pasaron esta festividad de la villa campiñera.
Acto seguido, el estridente sonido de los cencerros, campanillas y cascabeles rompían el silencio que reinaba en la fría mañana de Reyes. De repente, hacía su aparición un personaje enmascarado y ataviado con un llamativo traje, la Botarga de la Epifanía. Sigilosamente, se acercó hasta el pórtico de la iglesia y escuchó a través de la puerta con sumo respeto y sin hacer sonar sus instrumentos. Como vio que todavía quedaba buena parte de la liturgia se fue de ronda por las calles para llevar a cabo su misión, que no era otra que recoger limosna y asustar a mozas y chiquillería. Y así lo hizo, ataviado con un traje rojo y morado, encapuchado, enmascarado y con sus abarcas, acechaba a todo el que se encontraba a su paso.
Más de uno se llevó un golpecillo de su cachiporra en señal de enfado por no darle algunos céntimos de euros. Y no era por falta de aviso porque la botarga se encargaba de bailar y hacer sonar su puchero de barro con monedas.
Sus primeras víctimas fueron los encargados de abrir el bar del Centro Social Polivalente y algunos invitados más, que se llevaron más de un susto cuando empezó a aporrear la puerta y el suelo en busca de sus donativos. Especialmente gracioso fue un joven italiano que les acompañaba y no hacía más que preguntarse, “¿Esto qué es?”. Aseguraba que no había visto nunca un “espectáculo” como ese. Rápidamente se fue a casa a por su cámara fotográfica y empezó a retratar todos y cada uno de los movimientos que hacía el personaje enmascarado. Intentó preguntarle qué era, quién, qué hacía, pero fiel a la costumbre, la botarga permanecía callada.
Pero el italiano encontró gente que le respondió a todas sus preguntas. Se trataba de la Botarga de la Epifanía, una fiesta de gran tradición y arraigo en la localidad campiñera y que fue rescatada hace unos siete años por la Asociación Cultural Raudo. Ayudados por nuestro colaborador Paco Lozano Gamo, confeccionaron un traje y adquirieron una máscara y una cachiporra–ya que antes llevaban una brocha con la pringaban de una mezcla de agua con ceniza y que significaba pureza–. Desde su recuperación, A.M.Y, es el encargado de enfundarse esta indumentaria y mantener esta bonita tradición. Cada 6 de enero sale a la calle con su puchero y la cachiporra y, como ayer, paraba a todo coche, camión o persona que se cruzaba en su camino.
Ni siquiera dudó en echarse una carrera para pedir su particular aguinaldo. Poco antes de terminar la misa, la botarga se colocó en la puerta para esperar a los feligreses, que según iban saliendo dejaban sus donativos en el puchero. Y después, nueva ronda por las casas del enmascarado.
Hace tres años que la botarga cambió de traje, de tela más resistente, fieltro, y están buscando una persona que les ayude a elaborar una máscara artesanal, y no de goma, que se parezca a la de antaño. También quieren que un experto haga una nueva cachiporra y personalizada. Desde el pueblo lamentan la poca gente que hay en el pueblo en esta fechas porque la fiesta queda un poco deslucida pero a pesar de esto, A.M.Y. no duda de cumplir con la tradición de su pueblo adoptivo que ya es Fiesta de Interés Turístico Provincial.

Y en menos de tres semanas, concretamente el día 23, Razbona volverá a vestirse de fiesta. Será con motivo de la festividad de su patrón, San Pablo, fecha que se aprovechará para inaugurar el campanario. Han sido los propios vecinos quienes se animaron a levantar la fachada y el campanario, que no había. Ahora ya está todo listo para que en unos días se coloque la campana. Esta labor ha sido realizada por los propios habitantes de Razbona y sufragada con sus donativos, aunque esperan que les llegue alguna subvención para terminar de sufragar los gastos. También fueron ellos quienes hace cinco años hicieron un coqueto porche a la entrada de la iglesia.
Para el día de San Pablo, está previsto que la misa sea cantada por la Coral Voces de Pennfora de Humanes. También habrá procesión y una limonada al término de los actos religiosos.