La Candidatura a Patrimonio Mundial de Sigüenza, presente en FITUR
La Candidatura de Sigüenza a Patrimonio Mundial va a tener una destacada presencia en el expositor de Castilla-La Mancha en FITUR.
El 17 de enero del 2020, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y la alcaldesa de Sigüenza, María Jesús Merino, en el marco de la presentación en el Parador de Turismo seguntino de los eventos del IX Centenario de la Reconquista de Sigüenza, que se celebrará en 2024, dentro de un año exactamente -aunque el extensísimo programa de actos lleva ya más de dos años cumpliendo hitos- anunciaron la candidatura de Sigüenza para obtener la dignidad de ciudad Patrimonio Mundial.
Sólo 665 días después de aquel anuncio, la candidatura de Sigüenza daba un paso trascendente en su objetivo. En noviembre de 2021 el Consejo de Patrimonio Histórico de España aceptaba incluirla en su Lista Indicativa de Patrimonio Mundial que propondrá a la UNESCO.
Tres años después del anuncio y uno después de entrar en Lista Indicativa, Sigüenza ha consolidado un proyecto maravilloso. Cuenta con un plan estratégico que lo encamina hacia donde tiene posibilidades de lograr el objetivo, en la categoría de Paisaje Cultural. Mientras tanto, se van cumpliendo objetivos que conceden más y más posibilidades a la Candidatura, como las diferentes actuaciones incluidas en el Plan de Sostenibilidad Turística de Sigüenza que trae 1.4 millones de euros a Sigüenza entre las anualidades de 2021 y 2023, la exposición Atémpora, que ha contribuido decisivamente a engrosar la documentación técnica y científica de la Candidatura, y también en la restauración de piezas artísticas de gran valía o el festival Mujeres Patrimonio.
'Paisaje Dulce y Salado de Sigüenza y Atienza'
La interacción entre el ser humano y el 'Paisaje Dulce y Salado de Sigüenza y Atienza' ha conformado un ecosistema propio, definido desde
la Edad Media, que se ha mantenido hasta la actualidad sin apenas modificaciones con decenas de pequeñas aldeas y pueblos que dependen de la ciudad de Sigüenza como principal núcleo de población de la comarca, seguido de la villa de Atienza.
El área incluida se extiende desde el Parque Natural del Barranco del río Dulce al sur hasta la villa de Atienza al norte, abarcando una superficie de 219 km2 encuadrados dentro de la paramera de Sigüenza, una de las representaciones naturales más significativas e íntegras de este tipo paisajístico en la península ibérica.
El paisaje Dulce y Salado de Sigüenza y Atienza pertenece a la categoría de paisaje evolutivo relicto (o fósil). Nacido durante el proceso de conquista cristiana del territorio en el siglo XII, evolucionó orgánicamente hasta el siglo XIX a partir de la organización territorial medieval, deteniéndose definitivamente entre los siglos XIX y XX debido al fenómeno de la despoblación. Ello ha permitido que se conserven sus características esenciales sin cambios sustanciales. Por un lado, se trata de un paisaje representativo del Occidente Europeo, cuyas características se han ido perdiendo poco a poco hasta llegar a desaparecer en la mayor parte del continente. Por otro, presenta elementos culturales esenciales y distintivos respecto a los demás territorios, lo que lo dota de una personalidad propia, que todavía es posible percibir tanto en su patrimonio material como inmaterial.
Un rasgo sobresaliente de diversidad natural y cultural de las parameras de Sigüenza y Atienza, hasta hacerlo excepcional, es la convivencia en el mismo conjunto de manantiales de agua dulce y salinas de gran pureza, aspecto que se expresa en la hidrografía, en la toponimia, en las actividades humanas y, obviamente, en el paisaje. De esta forma nos encontramos con el río Salado, que es la fuente de abastecimiento y el origen de las explotaciones salineras de Gormellón, la Olmeda e Imón, entre otras. Y, como contrapunto, el río Dulce, que, encajado en potentes espesores de calizas y areniscas jurásicas, con abundantes manantiales, configura un espectacular paisaje de gargantas y hoces, de agua dulce intercalados con algunos fondos aluviales y pequeñas campiñas, con tierras agrícolas, vegas y reducidas huertas, a los que se vinculan los dos principales núcleos de población de la garganta: Pelegrina con su imponente castillo y el pueblo de La Cabrera que permitía el paso de la Cañada Real soriana.