La cárcel de Guadalajara, edificio histórico en peligro de ruina


Mientras nos planteamos su futuro, los ciudadanos de Guadalajara vemos con curiosidad la cárcel como un lugar histórico donde hubo dramas, tragedias y sentimientos durante sus 125 años de servicio. 

El año 2012 cerró la Prisión Provincial de Guadalajara, aunque desde 1996 se utilizaba como Centro de Reinserción Social para el tercer grado (los reclusos podían salir por el día pero tenían que regresar a dormir a la cárcel). Desde entonces el edificio va dando cada vez más muestras de abandono. En su interior hay gallinas, palomas y conejos, los jóvenes saltan sus muros para realizar videos y otras actividades como parkour (recorrer un edificio saltando de un lado a otro)  y las administraciones, sobre todo el gobierno central pues la cárcel pertenece al Ministerio de Justicia, permanecen en silencio, sabiendo que está incluido en la S.I.E.P (Sociedad de Infraestructuras  y Equipamientos Penitenciarios) para su venta, aunque estando incluido en el P.O.M. por el ayuntamiento como edificio protegido no se puede derribar. Por tanto debería  restaurarse por el ministerio al que corresponde y ser cedido a la ciudad para un fin social, como se hizo estando yo de alcalde con el Palacio de Dávalos, hoy Biblioteca Publica Municipal.

Mientras, los ciudadanos de Guadalajara vemos con curiosidad la cárcel como un lugar histórico  de la ciudad, donde hubo dramas, tragedias y sentimientos de los centenares de reclusos que sus celdas albergaron en los 125 años de servicio a la sociedad.

La cárcel de Guadalajara desde mediados del siglo XIX estuvo ubicada en el Convento de la Piedad, compartiendo espacios con la Diputación Provincial, el Instituto Brianda de Mendoza (hoy Liceo Caracense) y la Biblioteca Municipal. El proyecto de construir una cárcel surgió en 1882, siendo presidente de la Diputación Román Morencos Arauz ( 1872-1884), sobre una parcela que compró el ayuntamiento que presidía el alcalde Gregorio García Martínez (1881-1883) en el camino del Amparo, que ya figuraba con este nombre en uno de los primeros planos de la ciudad, realizado en 1849 por la Brigada Topográfica de la Academia Militar establecida en Guadalajara  desde 1833.

El proyecto fue hecho por el arquitecto municipal Vicente García Ron, siguiendo el modelo planteado por el arquitecto de prisiones Tomás Aranguren, con un presupuesto de ejecución de 252.000 pesetas, gestionado por la Diputación Provincial y que financiarían en proporción al censo de habitantes, los 28 ayuntamientos que entonces constituían el Partido Judicial de Guadalajara (Aldeanueva de Guadalajara, Alovera, Azuqueca de Henares, Cabanillas del Campo, Centenera, Ciruelas, Chiloeches, El Casar de Talamanca, El Pozo de Guadalajara, Fontanar, Galápagos, Guadalajara, Horche, Iriépal, Lupiana, Marchamalo, Mohernando,Quer,Taracena, Tórtola de Henares, Torrejón del Rey, Usanos, Valdarachas, Valdeavero (municipio hoy perteneciente a Madrid), Valdeaveruelo, Villanueva de la Torre, Yebes y Yunquera de Henares) siendo su construcción adjudicada a Pedro Rodríguez.

 

En el año 1887 se inauguró la cárcel, siendo presidente de la Diputación el liberal Daniel García Martínez (1884-1890), alcalde de Guadalajara el conservador José Díaz Sánchez (1886-1888) y Gobernador civil el también liberal Gregorio de Mijares Sobrino (1887-1888). La ciudad de Guadalajara tenía entonces 11.235 habitantes, una población que se había ido recuperando de la perdida que le supuso el cierre de la Fabrica de Paños y que llegó a tener en 1813,también por las victimas de la guerra de la Independencia sólo 4.823 habitantes.  La población de la provincia era el año de inauguración de la cárcel de 201.496 habitantes, con nueve partidos judiciales (los tradicionales hasta que en 1965 fueron reducidos a tres), el  mayor  Molina de Aragón con 34.479 habitantes, el menor Sacedón con 13.999, el de Guadalajara estaba en segundo lugar con 25.479 habitantes.

El edificio de la cárcel es de estilo neomudejar, construido con piedra caliza y ladrillo con torres de vigilancia en los cuatro vértices. Ocupa una superficie de 7.000 m/2 y se encuentra en la Calle Virgen del Amparo  nº 55, rodeado por las de Alonso Núñez Reinoso, Marqués de Santillana y Capitán Diego de Urbina. Su capacidad era para unos 50 presos, ampliado a cerca de 100 en 1925, año en que también se construyó la cárcel de mujeres de la calle Ángel Martín Puebla, según proyecto del arquitecto Benito del Cura Olarte, aunque en la época de la guerra y la posguerra llegó a albergar a cerca de 300 reclusos.

En la cárcel, en sus 125 años de existencia han pagado sus delitos centenares de personas, algunos por sus crímenes como pudieron ser en 1902 el autor del cometido en Mazarete,  en 1905 el del ermitaño en Cifuentes o el de la Malquerida en Tierzo en 1915. Pero cuando sucedieron los hechos más luctuosos y trágicos en la cárcel de nuestra ciudad fueron por motivo de la guerra civil y años posteriores. El 6 de diciembre de 1936, como represalia al bombardeo de los nacionales en el barrio de la Estación, en el que resultó dañado el Palacio del  Infantado y hubo más de veinte victimas, los milicianos sin control asaltaron la cárcel y fusilaron esa tarde-noche  a 282 personas. Al acabar la guerra, entre los años 1939 a 1944, fueron fusilados según el Foro por la memoria de Guadalajara  170 republicanos, la mayoría en las tapias del cementerio, sucesos dolorosos que no debemos olvidar para que no vuelvan a producirse.

En los últimos años la cárcel de Guadalajara fue protagonista por los presos que fueron recluidos en ella. En 1985 el teniente coronel de la guardia civil Carlos Castillo Quero, el teniente Manuel Gómez Torres y el guardia civil Manuel Fernández Llamas, acusados por el “caso Almería”, en el que murieron tres jóvenes confundidos con etarras. En 1988 José Amedo y Michel Gutiérrez, policías que cumplieron la condena en nuestra cárcel  acusados por el caso GAL, Grupo Antiterrorista de Liberación que llevó  a cabo la guerra sucia contra E.T.A. 

Y el más mediático cuando el 11 de septiembre de 1998, con la presencia del presidente del Gobierno Felipe González, del de Castilla la Mancha José Bono, varios ministros,dirigentes socialistas y más de 7.000 personas venidas en autobuses desde todos los puntos de España, ingresaron en la prisión de Guadalajara el ex ministro de Interior José Barrionuevo y el ex Secretario de Estado de Seguridad Rafael Vera, acusados del manejo irregular de los fondos reservados y del secuestro equivocado de Segundo Marey. Durante varios meses la cárcel de Guadalajara, los fines de semana, fue objeto de la llegada de centenares de personas que venían a mostrarles su apoyo. Estos reclusos, así como los anteriores, para su mayor seguridad ocupaban un modulo con un patio, totalmente separado del resto de la cárcel pero dentro de los muros del edificio.

La Prisión Provincial de Guadalajara ha merecido el interés de la industria cinematográfica habiendo sido escenario de varias películas rodadas en ella. En 1976 Retrato de familia” de Antonio Giménez Rico;  en 1988 El Lute II, mañana seré libre de Vicente Aranda; en el año 2000 Gitano de Manuel Palacios; en 2003, Días de futbol de David Serrano; en 2004, Muertos comunes de Norberto Ramos del Rey; en 2009 El patio de mi cárcel de Belén Macias y en 2011 La voz dormida, de Benito Zambrano. 

Hoy el edificio está cerrado, vacío,miles de sentimientos e historias encierran sus paredes. Es de esperar y desear que las administraciones publicas, en este caso el Ministerio de Justicia que es su propietario, convengan con el Ayuntamiento de Guadalajara el futuro destino del mismo y antes de entregárselo de nuevo a Guadalajara, que fue quien lo cedió al Gobierno central, procedan a su rehabilitación para que siga formando parte de nuestro patrimonio histórico.