La Constitución de 1978
El día en que se aprobó la Constitución fue para nuestra generación y para posteriores un día grande.
No podríamos ni sabríamos recopilar todo un año en esta columna que habitualmente escribimos. Tampoco nos atrevemos a destacar ningún hecho sobre los demás, en este año de elecciones en todas las administraciones y recrudecimiento de un conflicto que lleva décadas enquistado entre Israel y Palestina. De todo ha habido y seguro seguirá habiendo en este mes que todavía resta para concluir el año.
Si cada día trae su afán en casi un año deben de ser muchos los afanes que se amontonan. Pero, casi cumpliendo con la obligación de recordar fechas que por su importancia lo merecen, la de la Constitución no sólo es importante sino necesaria. Es, pues un día en que por mucho que se repitan palabras de elogio hacia esta Constitución que tenemos, nunca serán demasiadas. Nosotros queremos ser sobrios y mostrar nuestro respeto por la Carta Magna. El día en que se aprobó la Constitución fue para nuestra generación y para posteriores un día grande. Vivimos bajo su marco normativo y esperemos que sus frutos sigan siendo los que seguramente estaban en el deseo de quienes en aquella efeméride fuimos más o menos protagonistas con nuestra participación.
Hoy queremos recordar que fue un gran éxito para la democracia que tenemos y que todos deseamos duren por mucho tiempo. Cada uno pensará y se expresará como quiera y esa es una de las grandes virtudes que cualquier Constitución debe tener. Ahora nuestro país anda en una política bastante compleja, sin consensos entre los grandes partidos, con pactos ocultos y conductas poco ejemplarizantes, pero la convivencia es algo totalmente necesario. Deseamos que nuestra gobernabilidad sea la mejor en todas las partes de nuestra querida nación... Ciertamente que gobernar es difícil y bien casi imposible, pero parece que no se está mirando en el espejo de la Constitución para acertar.