La corrida de primavera de Brihuega volvió a ser un espectáculo
01/10/2010 - 09:45

Por: JOSÉ L. ARCÁNGEL. GUADALAJARA
Una oreja para cada diestro y dos mitades bien diferenciadas. La primera con todo el cónclave a favor y la segunda con el gentio cansado de tanto toro inválido. La plaza casi se llenó y en las gradas hubo numerosas caras conocidas que dan cada año glamour a la cita. Pablo Hermoso, Alejandro Talavante y Cayetano Rivera fue el cartel de una fiesta que trasciende de lo taurino a lo social.


El espectáculo que se vive en Brihuega todos los años por estas fechas no tiene parangón. Todo el mundo se divierte, los taurinos menos, el pueblo llano, más. Pero todo el mundo repite cada nueva temporada, y es que Brihuega tiene un color especial. El ganado se debe cuidar más como ya se viene comentando año tras año. Pero también es verdad que hoy en día los toros se caen, en Brihuega, en Guadalajara o en Madrid. Ayer todos salieron contentos de la plaza. Una oreja para cada diestro y dos mitades bien diferenciadas. La primera con todo el cónclave a favor y la segunda con el gentio cansado de tanto toro inválido.
Pablo, impecable
Abrió plaza el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza. Su toro resultó distraído de salida y se le vieron las intenciones de rajarse desde los primeros lances. Pablo inició con dos rejones de castigo que fueron suficientes para ahormar la embestida del ya de por si docil castilblanco. En el tercio de banderillas se vieron los mejores compases de la tarde. El mejor sin duda fue cuando a lomos de Viti paró de costado al burel y lo llevó templado en los lomos del caballo a lo largo de media plaza. No contento con eso le recortó en las tablas y regresó por donde había venido con astado peleando por hacer presa y sin alcanzarla. Culminó con hasta cinco banderillas cortas, el último par a dos manos. Para ejecutar una perfecta suerte final montó a Pirata, y se llevó una merecida oreja, que pudieron ser dos, pero el público esperaba a Cayetano y no la pidió.
En el cuarto no hubo tanta suerte. El toro fue el más serio de la corrida y tuvo buen tranco. Clavó dos de castigo montando a Ícaro. A continuación saldrían Labrit y Oro Viejo para cerrar. Realizó una faena de nivel que gustó mucho en los tendidos. Sin embargo todo lo tuvo que poner el navarro. El toro fue colaborador en el embroque pero no tenía gran movilidad para lograr desplazamientos largos y templados. La posibilidad de salir en hombros se esfumó después de un nefasto uso de los aceros.
Alejandro Talavante no era el motivo de ir a Brihuega para gran parte del coso. Pero logró que todos ellos prestaran atención a sus lances de muleta en el primero. Fue un toro muy flojo al que cuidaron en el caballo y sólo parearon en dos ocasiones los rehileteros. Así se quedó un animal con una dulce embestida hasta que en la tercera tanda se vino abajo como sus hermanos. Talavante inició la lidia con verónicas a pies juntos y quitó por gaoneras muy ceñidas. La labor muleteril dio comienzo por estatuarios en los medios muy lentos y firmes. En el toreo ordinarios cuajó una gran serie con la diestra y otra de buen nivel al natural. Después llegaría un arrimón en las postrimerías ante la falta de empuje del de Zalduendo. Una media tendida fue suficiente para que el toro rodará y se le pidiera, sin mucho ahínco una pelua, estaban esperando a Cayetano.
Al quinto lo saludó a la verónica cuidándolo mucho. Fue noble pero sin fuerzas. Nuevamente no hubo lucha en el caballo ni en banderillas para no fundir a la res antes de comenzar. El inicio de muleta fue en el tercio con poca limpieza. La faena estuvo basada en la diestra con gran aplomo en las zapatillas muy fijadas al piso. Un valor seco que le sirvió para domeñar la rebrincada embestida del animal. Después de fajarse con él regresaron los fantasmas del pasado, y recordó viejos tiempos fallando con la espada. La sensación es que hay un proyecto de torero, joven y con ganas de creer en si mismo.
Cayetano y el jolgorio
Estaba claro que la tarde estaba dibujada a medida para Cayetano. Toros a modo y público a favor. El bullicio no cesó mientras el menor de los Rivera Ordoñez estuvo en la arena. En el primero de su lote al que le pegaron demasiado en el caballo se mostró más pinturero que torero. Lo saludó lidiador con alguna verónica estilosa para realizar después un quite con algun verónica de nivel y cerrarlo con una larga a una mano. No hubo ninguna serie rotunda aunque si muletazos de nivel en los que el toro metió la cara con pureza en varias ocasiones. Terminó con ayudados por alto una faena de corto metraje por falta de toro. Fulminó a Disoluto, que así se llamaba, de una estocada que fue la mejor de la tarde. Una oreja y todos contentos.
En el sexto no pudo ser. La plaza quería a Cayetano en hombros y el susodicho quería abandonar en volandas La Muralla. Sin embargo, reza un dicho taurino que Dios dispone, el hombre propone y llega el toro y lo descompone. Ayer no fue el caso y el que descompuso fue el torero. El toro estaba más que visto en el caballo y el presidente, efectivo como siempre en Brihuega, cambio el tercio. Pero el piquero de la cuadrilla del gaditano no lo vio oportuno y se fue a por el cuatreño para terminar de masacrarlo, con lo que debería llevar su correspondiente denuncia. Luego no hubo faena de muleta, claro estaba. Y una pregunta en el ambiente ¿que tendría ese toro para que no lo quisieran ni ver?. Después de algún derechazo optó por matarlo de una estocada desprendida. Triste final de fiesta
Pablo, impecable
Abrió plaza el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza. Su toro resultó distraído de salida y se le vieron las intenciones de rajarse desde los primeros lances. Pablo inició con dos rejones de castigo que fueron suficientes para ahormar la embestida del ya de por si docil castilblanco. En el tercio de banderillas se vieron los mejores compases de la tarde. El mejor sin duda fue cuando a lomos de Viti paró de costado al burel y lo llevó templado en los lomos del caballo a lo largo de media plaza. No contento con eso le recortó en las tablas y regresó por donde había venido con astado peleando por hacer presa y sin alcanzarla. Culminó con hasta cinco banderillas cortas, el último par a dos manos. Para ejecutar una perfecta suerte final montó a Pirata, y se llevó una merecida oreja, que pudieron ser dos, pero el público esperaba a Cayetano y no la pidió.
En el cuarto no hubo tanta suerte. El toro fue el más serio de la corrida y tuvo buen tranco. Clavó dos de castigo montando a Ícaro. A continuación saldrían Labrit y Oro Viejo para cerrar. Realizó una faena de nivel que gustó mucho en los tendidos. Sin embargo todo lo tuvo que poner el navarro. El toro fue colaborador en el embroque pero no tenía gran movilidad para lograr desplazamientos largos y templados. La posibilidad de salir en hombros se esfumó después de un nefasto uso de los aceros.
Alejandro Talavante no era el motivo de ir a Brihuega para gran parte del coso. Pero logró que todos ellos prestaran atención a sus lances de muleta en el primero. Fue un toro muy flojo al que cuidaron en el caballo y sólo parearon en dos ocasiones los rehileteros. Así se quedó un animal con una dulce embestida hasta que en la tercera tanda se vino abajo como sus hermanos. Talavante inició la lidia con verónicas a pies juntos y quitó por gaoneras muy ceñidas. La labor muleteril dio comienzo por estatuarios en los medios muy lentos y firmes. En el toreo ordinarios cuajó una gran serie con la diestra y otra de buen nivel al natural. Después llegaría un arrimón en las postrimerías ante la falta de empuje del de Zalduendo. Una media tendida fue suficiente para que el toro rodará y se le pidiera, sin mucho ahínco una pelua, estaban esperando a Cayetano.
Al quinto lo saludó a la verónica cuidándolo mucho. Fue noble pero sin fuerzas. Nuevamente no hubo lucha en el caballo ni en banderillas para no fundir a la res antes de comenzar. El inicio de muleta fue en el tercio con poca limpieza. La faena estuvo basada en la diestra con gran aplomo en las zapatillas muy fijadas al piso. Un valor seco que le sirvió para domeñar la rebrincada embestida del animal. Después de fajarse con él regresaron los fantasmas del pasado, y recordó viejos tiempos fallando con la espada. La sensación es que hay un proyecto de torero, joven y con ganas de creer en si mismo.
Cayetano y el jolgorio
Estaba claro que la tarde estaba dibujada a medida para Cayetano. Toros a modo y público a favor. El bullicio no cesó mientras el menor de los Rivera Ordoñez estuvo en la arena. En el primero de su lote al que le pegaron demasiado en el caballo se mostró más pinturero que torero. Lo saludó lidiador con alguna verónica estilosa para realizar después un quite con algun verónica de nivel y cerrarlo con una larga a una mano. No hubo ninguna serie rotunda aunque si muletazos de nivel en los que el toro metió la cara con pureza en varias ocasiones. Terminó con ayudados por alto una faena de corto metraje por falta de toro. Fulminó a Disoluto, que así se llamaba, de una estocada que fue la mejor de la tarde. Una oreja y todos contentos.
En el sexto no pudo ser. La plaza quería a Cayetano en hombros y el susodicho quería abandonar en volandas La Muralla. Sin embargo, reza un dicho taurino que Dios dispone, el hombre propone y llega el toro y lo descompone. Ayer no fue el caso y el que descompuso fue el torero. El toro estaba más que visto en el caballo y el presidente, efectivo como siempre en Brihuega, cambio el tercio. Pero el piquero de la cuadrilla del gaditano no lo vio oportuno y se fue a por el cuatreño para terminar de masacrarlo, con lo que debería llevar su correspondiente denuncia. Luego no hubo faena de muleta, claro estaba. Y una pregunta en el ambiente ¿que tendría ese toro para que no lo quisieran ni ver?. Después de algún derechazo optó por matarlo de una estocada desprendida. Triste final de fiesta