La despoblación

17/11/2019 - 17:22 Luis Monje Ciruelo

No se me podrá acusar a mí de no haber valorado desde el principio la importancia de este problema, porque ya en la década de los cincuenta del pasado siglo dí relevancia a esa huida del campo a la ciudad.

La despoblación del mundo rural que no cesa, aunque a un ritmo menor que cuando se produjo el grueso de la emigración del campo a la ciudad a mediados del siglo XX, después de la guerra civil, constituye ya para bastantes instituciones una preocupación mayor que la violencia independendista que se radicaliza en Cataluña alentada por políticos inconscientes o ignorantes de su pasado histórico.

No se me podrá acusar a mí con justicia de no haber valorado desde el principio la importancia de este problema, porque ya en la década de los cincuenta del pasado siglo dí relevancia en mi actividad periodística a esa huida del campo a la ciudad que más que emigración fue en algún momento desbandada o estampida de campesinos semejante a las que hemos visto en las películas del lejano Oeste de búfalos, vacas y caballos, tan temidas por los duros vaqueros americanos. Prueba de ello es que creo que fuí el primer cronista que denunció, en mi caso en ABC, la desaparición de los dos primeros pueblos españoles que quedaron sin habitantes por la emigración, los dos de la Sierra de Cifuentes, en el entorno de las Tetas de Viana. Fueron Hontanillas y Torronteras, el primero de manera definitiva, puesto que setenta años después continúa vacío, y el segundo ocupado años después por un agricultor treintañero, austriaco,con su familia, Cristóbal Graupp-Berghansen, que “buscaba la felicidad en la paz de esta aldea”, y vivía en una casa reconstruida por él , con agua caliente por energía solar Land-Rover, aunque se alumbraba con velas cuando le entrevisté hace varios años. Proyectaba entonces reconstruir la iglesia como sala de conciertos musicales y seminarios de música y Arte a cargo de un herrmano, concertista de guitarra, que viaja por todo el mundo dando conciertos y viene a Torronteras en vacaciones. Tras la primera sorpresa, a punto estuve de pedirle que me reservara dos localidades para el concierto inaugural.

Hoy hay tres pueblos más vacíos en su entorno. Aunque la Diputación mantiene, acertadamente, en el mapa provincial los circulitos que los representan.

Pero no solamente divulgué la desaparición de Hontanillas y Torronteras, sino que seguí con interés y preocupación en millares de crónicas la despoblación paulatina de la provincia, crónicas y relatos que ahora me han servido para escribir mi décimosexto libro sobre la provincia titulado “Clamores por los pueblos muertos” (o en trance de serlo) de casi 300 páginas,  que espero tenga el mismo apoyo que los anteriores.