La fiesta de San Cristóbal desperezó a la capital a golpe de claxon y bocina

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Bendición de los vehículos a las puertas de San Ginés. (Foto: OLGA DELGADO)
Por: VIRGINIA BODEGA
La Hermandad de San Cristóbal celebró ayer la festividad de su patrón. El ‘despertador’ de la capital fue el sonido de los cláxones y bocinas de cerca de 100 vehículos entre camiones, autobuses, furgonetas y turismos que recorrieron las calles en la tradicional procesión previa a la misa en honor a San Cristóbal. La festividad volvió a gozar de una importante participación.
La capital despertó ayer sobresaltada con los cláxones y rugidos de motor de unos cien vehículos entre camiones, autobuses, autocares, furgonetas y vehículos turismos que, como cada año por estas fechas, las más cercanas al 10 de julio, celebraban el día de su patrón, San Cristóbal, protector de los conductores, transportistas y automovilistas, vistiendo sus mejores galas. Absolutamente relucientes todos ellos, muchos otros también decorados con flores y guirnaldas y la mayoría de ellos transportando, además de su habitual conductor, al resto de la familia, todos vivieron y participaron en la festividad de su patrón.

Hacia las diez de la mañana partía la procesión sobre ruedas, que salió de la plaza de la iglesia de San Ginés, donde minutos antes se habían ido disponiendo en orden todos los participantes. Organizada por la Hermandad de San Cristóbal, entidad que acumula 56 años de historia y más de 200 hermanos, la imagen de San Cristóbal portando un niño sobre sus hombros y subido a un engalanado todoterreno recorrió las calles del centro de la ciudad durante más de dos horas para volver nuevamente a la parroquia de San Ginés, donde se celebró una solemne misa en honor al santo, cuya imagen permaneció durante toda la jornada junto al altar de la iglesia de la capital.

Como viene siendo ya tradicional, el conocido sacerdote guadalajareño Braulio Carlés fue el encargado de oficiar la misa ante una iglesia repleta, en la que no había libre ni un solo asiento. Además de los conductores y transportistas, sus familias y otros muchos ciudadanos tampoco quisieron perder la oportunidad de dedicar un rezo a San Cristóbal y pedirle, como hacen cada año, que siga protegiéndoles en la carretera. La vida de San Cristóbal y el hito que marcó su devenir, convirtiéndole en el transportista de Cristo, como reza la Biblia, marcaron el desarrollo de la celebración eclesiástica y las palabras de Carlés, en las que también hubo tiempo para recordar a los conductores que ya no están, aquéllos a los que un accidente en la carretera les arrebató la vida.
Tras la ceremonia, los conductores volvieron sobre sus pasos para recoger sus vehículos, que aunque sólo sea por este día, habían aparcado en los alrededores de la plaza de Santo Domingo. El paseo Doctor Fernández Iparraguirre, la calle Capitán Boixareu Rivera, Virgen del Amparo y Capitán Arenas lucían una estampa nunca vista el resto del año, pues decenas de camiones y autobuses estacionaron sobre sus aceras y en doble fila. Dispuesto en medio de la calzada delante de la iglesia, en el cruce entre las calles Doctor Fernández Iparraguirre, Capitán Boixareu Rivera y Virgen del Amparo, el párroco, Braulio Carlés, comenzó a bendecir los vehículos que nuevamente pasaron en procesión por dicho céntrico punto de la capital, salpicándoles con agua bendita, ante un importante despliegue de la Policía Local, que reguló el tráfico en todo momento con el objetivo de darle fluidez y evitar incidentes, dado el enorme tumulto reunido en la zona entre vehículos participantes, coches que, simplemente, pasaban por allí, peatones y curiosos.

El sonido de una tirada de cohetes acompañó a la tradicional bendición, mientras que la Hermandad de San Cristóbal repartía caramelos entre los niños asistentes a la celebración.

Una vez concluyó la bendición, la tranquilidad volvió a las calles de la capital, que enseguida se vaciaron de los enormes y pesados vehículos. Para terminar tan peculiar celebración con alegría y como viene siendo tradición, los hermanos y sus familias, amigos y conocidos se reunieron en el patio trasero de San Ginés para tomar una limonada y unos dulces en compañía. Después, todos los que quisieron continuar con la fiesta de su patrón se dirigieron a un restaurante de la capital para concluir la jornada llenando el estómago.

Hace 56 años que se fundó la Hermandad de San Cristóbal de Guadalajara y durante los últimos 32 José Luis Moratilla se ha encargado de presidir la entidad y organizar las actividades en torno a esta fecha, la festividad del patrón. Con ganas de ser relevado por otro hermano en su cargo, afronta sin embargo con empuje, ilusión y entusiasmo los preparativos de esta fiesta, que goza siempre de una importante participación.

Camiones de conocidas empresas transportistas, autobuses urbanos, autocares privados, furgonetas de reparto, vehículos particulares y algún que otro ejemplar clásico –un camión de 52 años y un Seat 600 de 32– nunca faltan a la convocatoria de la Hermandad, aliento suficiente y necesario para seguir organizando la fiesta un año tras otro, aunque como explica Moratilla, el verdadero objetivo de la misma es otro: “Hacemos la fiesta para que San Cristóbal nos ayude y nos proteja a todos en el trabajo, en la salud y en todo”.

Además, en la fiesta también hay tiempo para los reconocimientos. Como explicó el presidente de la Hermandad de San Cristóbal, hay trofeos para los conductores que han destacado en la procesión por alguna cuestión. “Se les entrega un trofeo al camión más antiguo, al vehículo más viejo, al conductor más mayor y al conductor más joven”. Se trata de un pequeño incentivo para todos, como cuenta Moratilla, que sirve para animar tanto a jóvenes como a mayores a seguir con la tradición. La entrega tuvo lugar ya por la tarde, después de que la entidad celebrara su tradicional comida.