La Galería de Guadalajara, la pasión por el arte convertida en realidad

03/03/2014 - 12:10 Marta Martínez

Cuando la abrió, incluso amigos y familiares pensaron que iba a ser algo pasajero, pero cuando otras han cerrado, La Galería de Guadalajara, no solo se mantiene, sino que cada vez es más reconocida dentro y fuera de nuestras fronteras.

Fue una apuesta de Javier Orozco, y cuatro años después no puede sentirse más satisfecho del cambio de rumbo que en aquél momento dio a su vida, tanto profesional como personalmente. Así valora esta experiencia: “Si la galería sigue abierta es porque es una pasión. Cada año que pasa me gusta más, a pesar de la situación, porque cada año que lleva abierta ha ido a peor la situación general... Sin embargo, a mí me ha aportado satisfacciones. No lo he mirado solo desde el punto de vista económico porque, si lo hubiera hecho así, hubiera cerrado a los pocos meses. Estoy ahí luchando y ahora soy más optimista porque, si he aguantado estos cuatro años que todo el mundo dice que han sido malísimos, no creo que vengan otros cuatro mucho peores, por lo menos que sean iguales”.

Destaca de esta trayectoria el nivel expositivo que ha conseguido. “Ahora es la única galería privada que hay en la ciudad y he conseguido, a base de moverme, una calidad cada vez más alta de exposiciones, con artistas de aquí y de fuera, y de esa manera la proyección de la galería es internacional”. Ha participado, por ejemplo, en ferias internacionales en Berlín, y dentro de unos días va a Milán y luego a Alemania. “Esto ocurre por haber aguantado, porque no sirve que quieras ir a ferias, la galería tiene que acreditar muchas cosas y no te hacen caso hasta que no tiene, al menos, tres años de experiencia”, añade.

Un cambio de rumbo

Orozco trabajaba desde muy joven en la empresa familiar de construcción, pero desde siempre se sentía inclinado hacia la creación artística, a la que se había aproximado desde el urbanismo, la pintura y la literatura. La crisis le sirvió de empujón definitivo para pasar a un primer plano lo que hasta ese momento había sido una afición y su verdadera vocación. “Desde muy joven me atraía el urbanismo, dibujar tramas urbanas… Con 13 años comencé a dibujar una ciudad imaginaria que, después de 30 años, se ha convertido en una macrociudad, que al mismo tiempo tiene un perfil estético. Tiempo después, cuando me puse a pintar comencé en clave abstracta porque estaba preparado para ello. Se había formado mi mentalidad con esos dibujos y me puse a pintar, también en serio, aunque vivía de mi trabajo en la construcción. Otro de los ejes es la literatura, desde los 18 años me dio por escribir. Ahora, mirando hacia atrás, con todas estas actividades lo que estaba haciendo era compensar un mundo laboral que me resultaba bastante agresivo y opresivo”, argumenta.

Considera que la crisis fue, en su caso, una bendición. Económicamente ha perdido pero lo compensa con creces con la satisfacción personal que le aporta el mundo del arte. “Ahora mismo, cada instante de mi vida significa, es intenso, he cambiado de círculo, me encuentro mucho más en mi ámbito”.

A pesar de la sorpresa del primer momento, la acogida de La Galería en la ciudad fue muy buena. “Pero en Guadalajara tenemos una tendencia a quejarnos, a decir aquí no hay nada… y cuando realmente los hay, la gente no va, acude poco, no se molesta y eso propicia que siga sin haber un espíritu constante. En el caso nuestro, yo me tuve que hacer creer y hasta que la gente no se ha dado cuenta de que esto iba en serio, que traíamos a artistas y exposiciones de calidad, no se ha hecho un público, y ahora la gente repite. Es una especie de pequeño foco cultural”.

No todo hay que planearlo en clave económica dice Orozco, pero los números también son importantes para construir un sueño como este. En este sentido, reconoce que ha vendido más de lo que pensaba inicialmente. “No se vende mucho, pero abrí con una perspectiva muy pesimista y, sin embargo, empecé a ver que hay gente a la que le gusta el arte y dedica una parte de su presupuesto a un caprichito. Estamos hablando de obra original de autor, pero no se trata de un Van Gogh… Cuando hablamos de arte la gente tiende a pensar en cifras millonarias y no es así. Ahora mismo tengo en la galería obra original única a partir de 30 euros, de 100, de 1.000 y hasta 3.000”.

En este punto muestra su disconformidad con el actual IVA, diferente para artistas (10%) y galeristas (21%). Aparte del galimatías que esto supone, considera que “si lo que se pretendía era beneficiar al mundo del arte, lo ha perjudicado porque hay que pensar que el consumidor final no se va a animar. Además, seguimos en desventaja respecto a otros países”, indica.

Cuando le pedimos que destaque alguna de las exposiciones que ha acogido La Galería estos años no puede decantarse por una. Señala el inesperado impacto que han tenido las de artistas japoneses – “todos los años traemos alguna”–, a pesar de que suele ser arte contemporáneo, a veces rompedor, difícil de entender. A nivel nacional, apunta las de artistas como Paco Rojas y Pablo Rodríguez Guy, y la colección de obra gráfica de firmas de primer nivel como Miró, Tàpies, Picasso… “Ha sido una de las más potentes que ha podido verse en Guadalajara porque había un par de Barceló, siete Tàpies, dos Picasso...”.

La galería de Orozco está abierta a todos los estilos, pero ha ido derivando hacia el arte contemporáneo, arte moderno, en parte por gusto personal. “Hay que tener una línea. En estos años hemos aprendido también a seleccionar, a mirar la trayectoria del artista, a ver si va en serio… y ya no nos analizan tanto sino que somos nosotros los que analizamos a quién traemos”.