La plaza Mayor vive una noche sumida en la reflexión y el pacifismo
A las 23.30, mientras PSOE e IU cerraban sus campañas electorales a escasos cientos de metros, la Plaza Mayor iba cogiendo cuerpo. "Debemos ser suficientes personas apoyando esta iniciativa para que a ningún político se le ocurra ni siquiera intentar coartar nuestra libertad de reunirnos, manifestarnos y hacer ciudadanía", rezaba el llamamiento publicado en acampaguada.blogspot.com. Y la gente respondió. Apenas un minuto antes de las doce de la noche, cuando teóricamente debían ser disueltas las concentraciones, llegó la consigna: sin violencia. "Vamos a sentarnos todos en el suelo y a guardar silencio. Si alguien viene a echarnos, queremos que se sobrecoja al vernos". No era un minuto, era guardar silencio. Más de un millar de personas estrenaban así, pidiendo otra democracia, la renovada plaza del ayuntamiento.
Durante dos minutos, el único ruido que hubo en la plaza fue el de las cámaras de fotos, entregadas a registrar "un momento histórico. Dentro de 40 años estudiarán esto en los libros de historia". Pero esas palabras llegarían después del silencio de la más de mil personas que permanecían seantadas frente al Consistorio. Incluso quienes bajaban paseando por la calle Mayor optaban por callar, contagiados por la solemnidad del momento. Cinco minutos en los que el número de asistentes continuó aumentando gota a gota y que sólo fue roto por un bromista poco afín a la causa. "¿Qué es esto, Semana Santa?". Lejos de enfadarse, entre los indignados flotó el leve murmullo de una risa colectiva. Y algunas miradas se levantaron inquietas del suelo cuando el motor de un coche amenazó con anunciar la presencia de la Policía. Falsa alarma.
El reloj marcaba las 00.05, casi 00.06 de la madrugada. Entre la mirada de los asistentes crecía la seguridad. "No van a venir. Por lo menos, no ahora". Un aplauso rompió el silencio y tras él, miles. Y con los aplausos, llegaron los gritos de satisfacción, no de ira, y abrazos. Un grito tan diverso y unido como el mismo movimiento. "Les hemos demostrado que podemos organizarnos en asambleas". Entre algunos de los que más tiempo habían pasado en la plaza, desde aquel miércoles en el que poco más de 50 personas discutían propuestas en los soportales del ayuntamiento a la una de la mañana, la euforia amenazaba con convertirse en lágrimas. "Creo que voy a llorar. Ya nadie podrá decir que Guadalajara no se mueve porque a Guadalajara le han salido patas, nosotros".
Tras unos breves minutos de consignas, "lo llaman democracia y no lo es", llegaron los primeros amagos de inquietud. "Puede que en algunos lugares estén desalojando. Si vienen aquí, recordad, al suelo y que nos saquen, pacíficamente". Un furgón de la Policía pasó discretamente junto al Ayuntamiento. Algunos comenzaron a dirigirle gritos de "fuera, fuera", pero desde la organización intervinieron con rapidez. "Nosotros a lo nuestro", las asambleas ciudadanas.
Antes de la 01.00 horas, los indignados volvían a estar sentados en grandes círculos, tan amplios ya que los participantes incluso tenían dificultades para escucharse. Mientras en algunos discutían qué hacer después de las elecciones, "hay que seguir en la plaza durante toda la semana posterior", sugería uno de los asistentes; en otros se daba la bienvenida a los recién llegados, explicándoles la dinámica de trabajo y escuchando sus propuestas. A las tres de la madrugada, una asamblea única, de más de 200 personas, ponía en común las propuestas. Pasadas las 4.30, unos cuarenta permanecían despiertos mientras decenas de sacos de dormir se repartían entre los soportales del Ayuntamiento.